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Frailes y monjas hospitalarias
Las asistencia hospitalaria en el siglo XIX
El comienzo de este siglo se caracteriza por ser un periodo de catástrofes, escasez de alimentos, aumento de enfermedades, sobre todo gripe, tuberculosis, viruela, cólera y fiebre amarilla. Las tasas de mortalidad se sitúan en torno al 27% con una mortalidad infantil del 13%.
La beneficencia estuvo, hasta bien entrado el siglo XVIII, en manos de las órdenes religiosas y de benefactores privados. En el reinado de Carlos III, determinadas reglamentaciones estatales (1778 y 1785) conducirán a que el estado asuma la administración de esta asistencia.
Desde la edad media hasta el siglo XIX las comunidades religiosas fueron el grupo mayoritario en la prestación de cuidados. No recibían por parte de las instituciones donde brindaban cuidados ningún tipo de remuneración económica, La gratificación o recompensa la obtenían a través de la realización de las buenas obras que les permitían ganar la salvación de sus almas.
Las Cortes de Cádiz llevaron a cabo una reestructuración política, social y económica asociada a un plan asistencial y sanitario acorde con el pensamiento liberal. La Constitución de 1812 estableció en dos de sus artículos que los Ayuntamientos y las Diputaciones Provinciales se deberían encargar de los establecimientos socio-sanitarios. El artículo 321 promulga que los Ayuntamientos serán los encargados de "cuidar de los hospitales, hospicios, casas de expósitos y demás establecimientos de beneficencia bajo las reglas que se prescriban". El artículo 335 sitúa la responsabilidad de las Diputaciones Provinciales en "cuidar de que los establecimientos piadosos y de beneficencia llenen su respectivo objeto, proponiendo al Gobierno las reglas que se estimen conducentes para la reforma de los abusos que se observaren".
En 1822 se promulgó la Ley General de Beneficencia que tardaría años en entrar en vigor debido al regreso al absolutismo de Fernando VII.
Los hospitales, hospicios y centros de atención a los enfermos en general contaban con muy diversos tipos de trabajadores, cirujanos, ministrantes y barberos, que eran los encargados de diagnosticar y tratar a los enfermos, y también frailes y monjas, laicos y familiares que se ocupaban de atender las necesidades de los enfermos, en una palabra, de cuidarles. Mientras que los conocimientos y habilidades de los primeros estaban regulados por diferentes normativas, y tenían que disponer de las licencias adecuadas para ejercer la profesión, para los que llevaban a cabo el cuidado del enfermo no existía ninguna regulación.
Las órdenes hospitalarias en el siglo XIX
La vida de las órdenes religiosas en el siglo XIX está marcada por ser el periodo de la desamortización de las propiedades de la Iglesia. En el año 1798 se dictaron tres disposiciones que iniciaron la desamortización, tal y como siguió realizándose a lo largo del siglo XIX, con las características siguientes: apropiación por parte del Estado de bienes inmuebles pertenecientes a manos muertas; venta de los mismos y asignación del importe obtenido con las ventas, a la amortización de los títulos de la deuda.
Hasta este momento la desamortización se efectuó sólo sobre bienes de manos muertas políticamente débiles, como colegios mayores, hospicios, hospitales, etcétera, o indefensos, como los de los jesuitas expulsados. Las ventas derivadas de la tercera de las órdenes reales, la de 25 de septiembre de 1798, según Godoy, continuaba efectuándose y con buen resultado en 1802 y 1803, pero los beneficios obtenidos se destinaron a los gastos de la guerra. Sin embargo, la penuria económica por la que pasó España durante la guerra de la independencia, no hizo posible acumular rentas de los establecimientos benéficos. La real caja de amortización se derrumbó, los vales reales perdieron todo su valor y gran número de los hospitales, hospicios, casas de expósitos, etcétera, no teniendo medios para subsistir, cerraron sus puertas.
Una de las primeras resoluciones de Napoleón, respecto de la Iglesia española, fue suprimir el Tribunal de la Inquisición, secuestrando sus bienes para servir de garantía a los vales reales, y otros efectos de la deuda de la Monarquía, mediante una instrucción secreta de 26 de octubre de 1808. El Real decreto de 4 de diciembre de 1808, dictado por Napoleón, reducía a la tercera parte el número de conventos. Finalmente, con el decreto de 18 de agosto del año siguiente, el gobierno de José Bonaparte I decidió la supresión total de las órdenes religiosas de su reino.
Los Hospitalarios tras la secularización
La mayor parte de las órdenes hospitalarias eran mendicantes y no tenían más propiedades, en el caso de tener alguna, que la casa donde vivían los frailes o las monjas. Por ese motivo la desamortización no les afectó en gran medida. Pero el Real Decreto de José I que abolía las órdenes religiosas sí que lo hizo al obligarles a romper sus comunidades.
Pese al decreto los hospitalarios estaban decididos a no abandonaron a los enfermos por lo que, aunque sus comunidades están disueltas, muchos continúan en los hospitales con su labor de asistencia a los enfermos. En algunas ocasiones los frailes son sometidos a persecución y tienen que esconderse para continuar su labor. En estos casos los encontramos refugiados por gentes de bien mientras dirigen improvisados hospitales en sótanos y buhardillas.
Profesión: Fraile/monja hospitalario
Los frailes y las monjas hospitalarios prestan sus servicios al cuidado de los enfermos en los estratos más bajos de la sociedad, por lo que están bien vistos entre el pueblo llano. Aunque no tienen los certificados para practicar la medicina como barberos o flebotomistas tienen grandes conocimientos sobre sanación y sobre medicina.
Nivel social <7
Básica
Vía artesanal o eclesiásticaAvanzada
Vía eclesiásticaÓrdenes hospitalarias en la España del XIX
Hermanos hospitalarios de San Antonio
Los Hermanos Hospitalarios de San Antonio, también conocidos como Orden de San Antonio o Antonianos, fueron una congregación católica romana fundada hacia 1095, con el propósito de cuidar de aquellos que sufrían la enfermedad medieval, por entonces muy común, del Fuego de San Antón.
En España fue extinguida por un breve pontificio del mismo papa Pío VI, solicitado por Carlos III, y publicado en 1791. Perdió sus últimos monasterios durante la Revolución francesa (1789) y el periodo de Mediatización y Secularización del Sacro Imperio Romano Germánico de 1803.
Los miembros de la orden antoniana usaron un hábito negro con la letra Tau de color azul en el pecho. Dicha letra es la última del alfabeto hebreo, que en griego corresponde a la letra Tau y es también conocida como cruz de San Antón.
La congregación fue canónicamente unida a la Orden de Malta en 1777 por el papa Pío VI.
Orden de Malta
La Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, más conocida como la Orden de Malta, es una orden religiosa católica fundada en Jerusalén en el siglo XI por comerciantes amalfitanos. Nació dentro del marco de las cruzadas y desde un principio, junto a su actividad hospitalaria, desarrolló acciones militares contra los ejércitos musulmanes árabes, y más tarde también turcos.
Los orígenes de la Orden se remontan a 1084 cuando mercaderes de Amalfi fundaron en Jerusalén un hospital para peregrinos. El proyecto contó con la aprobación del gobierno del califa Husyafer, que les otorgó una licencia para construirlo junto a la iglesia del Santo Sepulcro. El lugar fue consagrado a San Juan Bautista, razón por la cual su nombre completo fue Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén. El padre superior del monasterio, Gerardo Tum, es conocido como el fundador de la Orden de Malta.
Desde su fundación ha cambiado de sede en diversas ocasiones, Tierra Santa, Chipre, Rodas y Malta han sido sus sedes. Mientras permanecían en Rodas, en 1312, Clemente V abolió la Orden de los Templarios, y mediante la bula pontifical Ad vitam designó algunos meses más tarde como heredera de sus bienes a la Orden de los Hospitalarios. Por aquel entonces la Orden de Malta se dedicaba principalmente a labores militares y tenían una especie de "patente de corso" en el Mediterráneo.
En los albores del siglo XIX cabe destacar que Napoleón Bonaparte, durante la campaña de Egipto, ocupó la isla durante los hechos conocidos como la Toma de Malta (1798), obligando a la orden a abandonarla. En 1800, los ingleses conquistaron el archipiélago. Aunque fueron reconocidos los derechos de la Orden sobre la isla en el Tratado de Amiens en 1802, los términos estipulados no fueron respetados y la isla dejó de ser la sede de la Orden. Después de haber tenido sedes provisionales en Mesina, Catania y Ferrara, la orden se estableció finalmente en Roma en 1834. Durante el siglo XX la Orden volvió a centrarse en su misión de asistencia hospitalaria.
Los miembros de la Orden que llegaron a Rodas, así como los estamentos de la Orden, se agruparon a principios del siglo XIV de acuerdo con los idiomas que hablaban. Fueron inicialmente siete "Lenguas": Provenza, Auvernia, Francia, Italia, Aragón (y Navarra), Inglaterra (con Escocia e Irlanda) y Alemania. En 1462 Castilla y Portugal se separaron de la Lengua de Aragón y formaron conjuntamente la octava Lengua. En el siglo XVI, la Lengua de Inglaterra fue suprimida y posteriormente, en 1782, restablecida de modo provisional bajo el nombre de Lengua Anglo-Bávara.
Sus principios fundacionales se sintetizan en el lema Tuitio Fidei et Obsequium Pauperum (Guarda de la Fe y regalo de los pobres), y se concretan en las actividades de sus voluntarios en tareas asistenciales, sanitarias y sociales.
Especialización: Caballero de Malta
Profesión de acceso: Fraile HospitalarioHermanas de la caridad de Santa Ana
Los fundadores de esta orden fueron María Rafols y Juan Bonal.
María Rafols, catalana de origen, de Vilafranca del Penedès, llegó el 28 de diciembre de 1804 a Zaragoza, entre un grupo de doce Hermanas y doce Hermanos de la Caridad. El Padre Juan Bonal los había reunido en Barcelona para servir a los enfermos del Hospital de Nuestra Señora de Gracia, respondiendo a la llamada de la Junta que lo regía.
Viajaron en carros desde Barcelona, y al atardecer de ese 28 de diciembre llegaron a Zaragoza. Tras una visita al Pilar, para poner en manos de la Virgen aquella nueva y arriesgada misión llegaron al hospital. El Hospital era un gran mundo del dolor donde, bajo el lema Domus Infirmorum Urbis et Orbis, Casa de los enfermos de la ciudad y del mundo, se cobijaban enfermos, dementes, niños abandonados y toda suerte de desvalimientos.
Es una mujer decidida y arriesgada. Se presenta, junto con algunas otras hermanas, al examen de flebotomista, para poder practicar la operación de la sangría, tan frecuente en la medicina de su tiempo. Para una mujer de la época era algo casi inconcebible.
Los trágicos sucesos de los Sitios de Zaragoza, hicieron de aquel centro hospitalario un montón de ruinas y durante muchos años, la miseria presidió la vida del Hospital y sus moradores. Para paliarla en lo posible, el Padre Juan Bonal dedicará el resto de su vida a mendigar de pueblo en pueblo, por gran parte de la geografía española, a lomos de una mala cabalgadura, en interminables y duras jornadas, como limosnero del Hospital de Zaragoza.
En los albores del XIX pueden encontrarse Hermanas de la Caridad de Santa Ana en Zaragoza y Huesca, los dos hospitales que regentan.
Especialización: Hermana de la Caridad de Santa Ana
Profesión de acceso: Monja HospitalariaHermanas de la Caridad de San Vicente de Paul.
La congregación fue fundada por San Vicente de Paul y Luisa de Marillac con el nombre de Hijas de la Caridad, sirvientes de los enfermos pobres, y posteriormente se le agregó el nombre de su fundador para distinguir esta congregación de las distintas comunidades de caridad que, animadas de un espíritu similar, se desarrollaron posteriormente por toda Francia.
El origen de la congregación surge de la necesidad de organización de la ayuda a los pobres de su parroquia para lo que creó un confraternidad que creció tanto que pronto se extendió desde las áreas rurales hasta , donde las damas de la nobleza procuraban cuidados a los pobres a través de sus sirvientas, lo que hacía que las labores de caridad se realizaran con indiferencia y desgana. San Vicente de Paul envió un grupo de mujeres a París que, bajo la dirección de las Damas de la Caridad de París, se dedicó al cuidado de los pobres. El 29 de noviembre de 1633, Luisa de Marillac comenzó la formación sistemática de las mujeres en el cuidado de los enfermos, lo que se considera como la auténtica fundación de la comunidad.
A la muerte de Marillac y Vicente de Paul en 1660, había más de cuarenta casas de la Hijas de la Caridad por toda Francia y los enfermos eran cuidados en 26 parroquias de París.
Durante el siglo XIX la comunidad se extendió a Austria, Portugal, Hungría, el Reino Unido, Irlanda y América.
Muy raras en España, puede encontrarse algún grupo de Hijas de la Caridad en los hospitales de los regimientos franceses.
Especialización: Hermana de la Caridad de San Vicente de Paul
Profesión de acceso: Monja HospitalariaLos Camilos o los camilianos
Es la Orden de Clérigos Regulares Ministros de los Enfermos, Clericorum Regolarium Ministrantium Infirmis o Congregación Ministros de los Enfermos y Mártires de la Caridad. Fue fundada el 14 de agosto de 1582 en Roma por san Camilo de Lelis. Fueron elevados a congregación religiosa de clérigos regulares, con la autorización de emitir votos, por el Papa Gregorio XIV mediante la bula Illius qui pro gregis de 1591.
Su finalidad es la consagración al servicio de los enfermos, incluso con riesgo de la propia vida, y testimoniar el amor siempre presente de Cristo a los enfermos.
San Camilo prohibió rotundamente al principio que los miembros de la compañía asumieran la administración de los hospitales. El motivo era que "la administración de los bienes materiales y las preocupaciones que de ella se derivan limitan la acción del espíritu y la práctica de la caridad hacia el prójimo". La Orden comenzó a aceptar obras de asistencia propias a partir del siglo XIX. Hasta entonces solamente poseía casas residenciales donde vivían los religiosos o casas que servían para la formación de los candidatos a la vida camiliana, y también para la asistencia de los religiosos enfermos. Los religiosos vivían casi exclusivamente de las limosnas y su trabajo era totalmente gratuito.
En el siglo XIX los Camilos tuvieron que superar muchas dificultades, no solamente por razones internas con fondo religioso, sino especialmente por las interferencias de las autoridades civiles. Estas dificultades llevaron a la Orden al borde de la extinción. En un periodo de diez años perdió las casas de Portugal, España, América Latina y las del Sur y el Norte de Italia. Las guerras y las conquistas napoleónicas de comienzos del siglo XIX dejaron a la Orden muy diezmada. Sobrevivieron únicamente tres casas en Roma con poco más de una decena de religiosos. El declive de la Orden duró hasta comienzos del siglo XIX, cuando se reanudó la asistencia completa a los enfermos dentro de los hospitales.
Especialización: Hermano Camiliano
Profesión de acceso: Fraile HospitalarioHermanos de San Juan de Dios.
San Juan de Dios, El fundador de la orden
Juan Ciudad nació en Montemor-o-novo (Evora), Portugal, en 1495. A los 8 años, con un clérigo que pernoctó en su casa, se vino a España y se situó en Oropesa (Toledo) al servicio de la familia de Francisco Mayoral.
En dos ocasiones salió de Oropesa y ambas para participar como soldado en la guerra. La primera para ir a la frontera con Francia, en Fuenterrabía. No le fue muy bien. Volvió a Oropesa fracasado. En la segunda ocasión fue a Viena, Austria, para luchar contra los turcos. Ya no volvería más a Oropesa.
Viniendo de Viena entró por nave en España por Galicia y fue a su pueblo natal donde no encontró casi a ningún conocido. Tuvo una gran llamada a seguir a Jesucristo entregándose a los pobres y enfermos. Saliendo de Montemor-o-novo, hizo como un deambular en búsqueda de lo que el Señor esperaba de él: Sevilla, Ceuta, Gibraltar y finalmente Granada, donde se estableció como librero. Vendía libros de caballerías y también religiosos.
Según cuenta la tradición, en 1537, escuchando a San Juan de Ávila en el eremitorio de los Mártires su ser se transformó, tuvo una gran crisis de fe, salió del eremitorio gritando y revolcándose por el suelo, destruyó su librería, continuó con este comportamiento varios días hasta el punto que tomado por loco le encerraron en el hospital real de Granada de donde saló al cabo de unos meses totalmente sereno, armonizado y dispuesto a seguir al Señor entregándose a los demás.
Se puso bajo la guía de San Juan de Ávila, peregrinó al Santuario de la Virgen de Guadalupe, pasó a su regreso por Baeza donde estuvo con Su Maestro un periodo y ya vuelto a Granada empezó su obra de ayuda a los pobres enfermos y necesitados.
Empezó de la nada. La ciudad pensaba que era una nueva locura. Pero poco a poco llegó a comprender su verdadera cordura. Trabajaba, pedía, recogía a los pobres, se entrega a ellos primero solo pero poco a poco se le fueron uniendo otras personas voluntarios y bienhechores. Su forma de pedir era muy original "Hermanos haceos bien a vosotros mismos".
Llegó a fundar su primer hospital, la casa de Dios, en el tenían cabida todos. Se le unieron unos cuantos compañeros y organizó la asistencia según consideraba que merecían sus pobres. El Arzobispo de Granada le cambió el nombre por el de Juan de Dios. Trabajó mucho en favor de las prostitutas tratando de reconstruir su ser y ayudándolas a integrarse en la sociedad. Murió el año 1550 con gran fama de santidad.
La orden de San Juan de Dios
La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios (en latín Ordo Hospitalarius Sancti Ioannis de Deo) es una orden mendicante católica fundada en 1572 por san Juan de Dios. En los países de habla italiana la orden es conocida como Fatebenefratelli (Hermanos de hacer bien). Sus miembros son conocidos como juaninos o juandedianos.
Inicialmente Juan de Dios fundó un hospital en Granada. Tras su muerte en 1550 su fama de santidad se extendió (fue beatificado en 1630 y canonizado en 1690), con lo que numerosos particulares decidieron seguir su ejemplo o vincular miembros de la Orden a sus propias fundaciones, adaptándolas a la regla del hospital de Granada. En 1552 Antón Martín fundó el hospital de Madrid. El mismo personaje fundó el de Córdoba. Pedro Pecador fundó el de Sevilla y Frutos de San Pedro el de Lucena.
Tras la bula Licet ex debito, obtenida por Rodrigo de Sigüenza y Pedro Soriano, hacen su profesión los primeros hermanos de San Juan de Dios en manos del Arzobispo Guerrero, podemos decir que aquí comienza la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. El Papa Pío V, pronunció las célebres palabra "Esta es la rosa que faltaba en el jardín de la Iglesia".
La orden en los siglos XVIII y XIX
En esta época son célebres los servicios sanitarios prestados en el ejército, en la marina y en las epidemias durante los reinados de la Casa de Borbón. Con Felipe V, los servicios en la Guerra de Sucesión y las expediciones a Italia. Con Fernando VI y Carlos III en la Guerra de Portugal y contra los ingleses en las Antillas y Filipinas y el asedio a Gibraltar. Y en el reinado de Carlos IV en la Guerra contra Francia y sobre todo en la epidemia de fiebre amarilla del año 1800. Es posible encontrar hermanos de San Juan de Dios sirviendo como enfermeros en navíos de guerra o al servicio del ejército español.
Especialización: Hermano de San Juan de Dios
Profesión de acceso: Fraile Hospitalario
Vía eclesiásticaReferencias:
-Diversos artículos de Wikipedia sobre las diferentes órdenes religiosas así como las páginas web oficiales de las mismas.
-Hierrezuelo Conde, Guillermo. Historia jurídico-económica de la autofinanciación de la Iglesia Católica española y de las demás confesiones religiosas hasta 1945. Rev. estud. hist.-juríd. [online]. 2008, n.30 [citado 2012-02-10], pp. 227-275 . Disponible en:
-Mª del Carmen Sellán Soto. La Profesión va por dentro. Elementos para una historia de la Enfermería Española Contemporánea. Fuden 2009.