Llego hasta aquí
Hiedra estranguladora
La vida del viajero en Pangea es, en el mejor de los casos, estresante. A la continua necesidad de procurarse refugio y alimento, se suman las múltiples amenazas animales: lobos, bandas de simios pendencieros, reptiles gigantescos que quieren darte un bocado, insectos en apariencia inocuos pero que esconden un sorprendente veneno de una potencia inusitada, etc. Sin embargo, como muy bien saben las manadas y los mensajeros que recorren el continente, existen además, otros peligros provenientes de la flora. Las plantas atrapahombres, las gigantescas plantas carnívoras, los hongos asesinos o, como vamos a ver a continuación, la hiedra estranguladora.
Este vegetal se extiende por cualquier región que contenga una floresta lo suficientemente densa, aunque donde es realmente prolífica es en los bosques dwandir. Crece alrededor de las partes superiores del tronco de los árboles y sus copas, y se extiende hacia otros árboles colindantes generando una enorme maraña de tupidas lianas, que en los casos de hiedras realmente enormes descienden hasta el nivel del suelo. De este modo, ocupa el mayor área posible para poder atrapar con sus ramas, las cuales tienen unas microscópicas púas, similares a las flechas dentadas (o si se prefiere un símil más animalizado, como las dentaduras de los tiburones) que se enganchan con fuerza al paso de su incauta víctima. A medida que ésta trata de zafarse de las mismas, el mismo movimiento descuelga más ramas que repiten la operación, y terminan inmovilizándola, lo que provoca una muerte por deshidratación, inanición y asfixia. De este modo, se cierra lentamente sobre ella y a través de unos poros minúsculos que absorben los nutrientes del cuerpo en estado de descomposición, se alimenta.
Las hiedras, debido a las zonas donde crecen, se alimentan principalmente de pequeños primates y aves, pero no es raro que atrapen a algún recolector de miel novato, y las más grandes, al extenderse por áreas enormes, suelen complementar su dieta con animales de "suelo" como roedores, conejos, e incluso jabalíes o el ocasional bípedo inteligente que no se anda con cuidado.
Las hiedras son de un color rojizo oscuro, y se balancean (milimétricamente) de un lado a otro (aunque esto es casi imposible de detectar ya que el propio viento hace que las plantas inofensivas se balanceen de forma más pronunciada). La forma de zafarse de ellas es: estar tranquilo. Cuando una rama te atrapa, hay que detenerse y cortarla. Si por el contrario, se intenta a las malas, lo único que provoca es un agarrón aún más fuerte y la "caída" por los alrededores de más ramas que ayudan a la primera a atrapar a la presa.
Los habitantes de las zonas cercanas a estos vegetales tienen por costumbre arrancarlas y, o bien quemarlas o bien utilizarlas para techar cabañas o cercar poblados para mejorar sus defensas.
Una rama tiene Fuerza 4 (tirada enfrentada de fuerza para librarse de ella, como zafándose de una presa). Cada rama añade un +1 a la fuerza, provocando que aumente la dificultad para escaparse del agarrón.