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jueves, 21 de noviembre de 2024


 

Los indeseables (I)

En una habitación de casa señorial una rígida figura revisa con atención varios papeles que, marcados con el águila imperial, se amontonan a uno y otro lado de una sólida mesa de roble español. Una puerta se abre y la llama de la única lámpara tiembla provocando que dos ojos cansados dejen la lectura para encontrarse con un intruso uniformado.

-Permiso, señor, traigo el primer informe...

-¿Soldado, acaso no le han enseñado a llamar antes de entrar?

-Disculpe señor, vengo a traerle el primero de los informes que solicitó el antiguo oficial al cargo.

-Mire soldado -dice mientras se frota los ojos- todos estos papeles no son sino correos interceptados por el enemigo que por suerte hemos podido recuperar. Ni usted, ni el antiguo oficial al mando fueron capaces de encontrar a los culpables. Han pasado demasiado tiempo actuando al margen de la normativa oficial, por suerte ahora las cosas han cambiado. Prueba de ello es que el problema principal ya ha sido solucionado.

-De eso mismo quería hablarle señor. Los hombres que hemos capturado son los guerrilleros que interceptaron el correo y algunos simpatizantes locales, pero no los causantes de los terribles hechos del pasado marzo. Es más que probable que los verdaderos culpables sean quienes aparezcan en los informes que estamos llevando a cabo.

-¿En serio me está diciendo que un puñado de hombres han sido los causantes del desastre ocurrido? ¿Está usted afirmando que sólo ellos han sido capaces de tener en jaque a todo el destacamento radicado en la villa?

-Eso mismo, por increíble que parezca. Por ese mismo motivo el anterior oficial pidió los informes, ha costado bastante recopilar todos los datos pero aquí tiene el primero de ellos.

-¡No me tome por estúpido, soldado! Si hubieran realizado su labor correctamente, este problema nunca habría existido. Mañana los verdaderos culpables serán ajusticiados y con ellos toda esa sarta de despropósitos que ustedes han construido para justificar su evidente ineptitud. ¡Márchese ahora mismo!

De nuevo tiembla la llama y se hace el silencio. La figura se incorpora, como si fuera un resorte, y se dirige a la pequeña ventana que da al exterior. Toma una botella de la hornacina y se pone una copa. La vista del paisaje nevado y el calor del líquido le suavizan los nervios. Carraspea y mira hacia la mesa donde descansan los papeles que acaban de traer. Se acerca con desgana lo suficiente como para poder leer el nombre del sujeto: Diego Villaseca, "Garrapata". Deja la copa encima del correo imperial y comienza a leer.

Del individuo llamado Diego Villaseca "Garrapata"

Ha sido imposible recopilar información acerca del lugar de procedencia y los progenitores del sujeto. Según los vecinos de Villaseca del Maestrazgo, Diego apareció en la aldea una mañana de invierno, contando apenas cinco años, vestido con harapos y entumecido de frío. Aquellas gentes, víctimas de la superstición, asociaron las deformidades del individuo con alguna suerte de castigo divino.

Temiendo ofender a Dios, la aldea entera acogió al niño. Le bautizaron con el nombre de Diego Villaseca y lo mantuvieron cerrado en un granero cercano a la ermita local. El azar quiso que aquel fuera uno de los mejores años para los campos de la zona. La cosecha fue tan abundante que fueron las gentes de los pueblos vecinos para ver a "Dieguito" y darle todo tipo de ofrendas. El boca a boca se extendió tan rápidamente que el Santo Oficio hubo de intervenir para cortar el asunto de raíz.

La inquisición negó cualquier atisbo de naturaleza sagrada en Diego y afirmó que su peculiaridad física se debía a causas completamente mundanas, probablemente fruto de una unión incestuosa. Diego fue liberado de su cautiverio y dejado a su suerte lejos del monte.

No vuelve a haber noticias de él hasta 10 años después, cuando es acusado de asesinar a Tomás Pérez Hoios, hornero de la villa costera de Muriete. Diego es absuelto gracias al testimonio de varios vecinos que aseguran que en más de una ocasión tuvieron que sacarlo a rastras para evitar que el hornero lo siguiera golpeando al grito de "¡No morirás no, garrapata!". En una especie de ironía cruel ése fue el mote por el que, desde ese momento, se conocería a Diego.

A partir de entonces el sujeto comienza a delinquir de forma continuada. En un principio pequeños hurtos para subsistir, pero poco a poco va desarrollando una animadversión hacia sus congéneres, posiblemente fruto de las burlas y vejaciones sufridas, hasta que el 3 de Mayo de 1805, a la edad de 20 años, Diego encierra a varios vecinos en una de las casas del pueblo y le prende fuego. Siendo perseguido por las fuerzas del orden recibió 3 disparos mas consiguió escapar. Herido de gravedad como estaba fue dado por muerto.

Tras estos hechos no existe documento oficial alguno que pruebe que Diego Villaseca siga con vida, pero existe una gran cantidad de testigos que aseguran haberle visto. Más allá de los intereses que puedan tener, sus testimonios evidencian que Garrapata ha seguido actuando. Algunos incluso coinciden con nuestros propios informes de bajas sufridas; todo parece indicar que se mantiene oculto en las montañas desde donde utiliza la emboscada, las armas de fuego de corto alcance, explosivos y el uso controlado del fuego para conseguir sus objetivos.

Pese a que los últimos ataques perpetrados por él tienen como objetivo nuestras propias tropas, debido a la idiosincrasia del sujeto, descartamos cualquier alianza con guerrilleros, el ejército español o cualquier grupo numeroso. No obstante en vista de las evidencias físicas no actúa en solitario. Las investigaciones nos llevan a pensar en un pequeño grupo, del que por ahora no tenemos mayor información.

Aspecto físico

Los siguientes datos provienen del 3 Mayo de 1805, la última fuente oficial de la que se tiene constancia. Al contar por aquel entonces con 20 años es fácil suponer que físicamente, en la actualidad, el sujeto responda a características similares si no iguales a las seguidamente descritas. Diego Villaseca "Garrapata" mide aproximadamente una vara y tres cuartas (1'45m) de altura y pesa cerca de 6 arrobas (69kg). Sufre una malformación encefálica consistente en un crecimiento excesivo de la parte frontal del cráneo, algo que en absoluto afecta a sus capacidades físicas ni mentales.

Por otro lado, de acuerdo con lo declarado por los testigos, suele ir vestido con ropas comunes, chaleco y un pañuelo atado a la morisca para ocultar su deformidad. Siempre armado con un trabuco y un cuchillo flamenco o "mojarra".

Personalidad

Debido a los abusos y humillaciones sufridas, Diego ha desarrollado un odio hacia sus semejantes. Esto junto al fuerte sentimiento de soledad ha forjado en él un carácter frío, huidizo y desconfiado, de mente despierta e ingenio cruel.

Ficha

CUE 10 FUE 4 VIT 10 RES 10
DES 8 AGI 6 COO 5 VEL 5
INS 8 PER 6 INT 5 CON 3
INT 7 MEM 3 LOG 5 INV 5
PRE 6 CAR 2 VOL 5 APA 1
Nivel Social 1

Habilidades (valores sin atributos)

Arma blanca 6
Arma blanca (Cuchillo) 15
Arma larga 5
Arma larga (Trabuco) 15
Arriero 8
Artesanía 5
Artesanía (Trampas) 8
Chusma y canalla 12
Correr 12
Dialéctica 6
Equitación 8
Lanzar 4
Observación 8
Ocultar 12
Pelea 6
Pelea (Desarmado) 12
Saltar 12
Sigilo 15
Supervivencia 15
Trepar 12
Zapador 6
Influencias (Grupo) 10

Virtudes

Saludable
Curación rápida

Defectos

Deformidad: funciona como el defecto Feo pero además el PJ sufre +1GD a las tiradas de Dialéctica y Seducción.

Equipo

Trabuco
Cuchillo
Pañuelo oscuro
2 barriles de pólvora
Ropa común
Zurrón
Chaleco con yesquero en los bolsillos

 

 

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Cita

«Fuera de nuestras fronteras solo hay dos clases de naciones: las que respetan nuestro esfuerzo y las que lo envidian.»

Presidente Ayala