Número: 101.     4ª época.     Año XXI     ISSN: 1989-6289

101 > Ambientación > Personajes > Hanna Reitsch (CdG). Por: Juan Carlos Herreros Lucas

 

Hanna Reitsch

Este es uno de estos personajes difíciles de definir. Para algunos fue una nazi que escapó del justo castigo, para otros es una pionera que abrió el camino a muchas mujeres aviadoras. Independientemente de su filiación al partido nazi y de sus ideas políticas, es cierto que Hanna Reitsch fue una pionera de la aviación e intentaremos en este artículo fijarnos más en estos hechos.

Hanna Reitsch

Nació en Hirschberg (Silesia) en marzo de 1912. Su familia, sin llegar a ser de las más acomodadas, no tenía problemas económicos. Su madre era católica, pero ella y sus hermanos profesaron la religión protestante de su padre (que erá oftalmólogo). Desde el principio, Hanna tuvo interés por la aviación y convenció a su padre de que le pagara unas clases de vuelo sin motor, a cambio este le pidió que se matriculara en la escuela de medicina. En aquella época, en Alemania, la fuerza aérea estaba muy restringida por el Tratado de Versalles tras la Primera Guerra Mundial y el vuelo en planeadores era una de las pocas cosas aéreas permitidas. Hanna dio las clases de vuelo y se matriculó en Rendsburg en 1932 y ambas cosas estaban dentro sus planes juveniles porque se imaginaba a sí misma como una doctora aérea prestando sus servicios en África. Finalmente, su afición por la aviación fue superior y abandonó los estudios de medicina en 1933. Comenzó a trabajar como instructor y piloto de planeadores en Hornberg (Baden-Wüttemberg) invitada por Wolfram Hirth (otro pionero alemán de la aviación en planeadores que se convertiría en constructor de aviones). Desde el primer momento, Hanna empezó a destacar como piloto batiendo algunos récord de permanencia y distancia en planeadores.

La llegada del partido nazi al poder en Alemania y la denuncia de estos de los acuerdos del final de la Primera Guerra Mundial supuso el desarrollo de una fuerza aérea de combate en Alemania. En 1937, Hanna se trasladó al centro de prueba de la Luftwaffe (en Rechlin-Lärz) y empezó a probar todos los prototipos de la aviación alemana, como el Stuka, el Dornier Do 17. Allí se convirtió en la primera mujer en pilotar un helicóptero. Fue también en el centro de pruebas cuando la maquinaria de propaganda del partido nazi se fijó en ella. Posiblemente, ahora no consideráramos a Hanna Reitsch un ejemplo de belleza femenina, pero en su época era bastante atractiva, siempre sonriente y un ejemplo de los valores de superación que la propaganda quería exportar (y de los que quería presumir). Empezó a aparecer en publicaciones cada vez con mayor frecuencia y en ellas, inevitablemente, aparecía con toda la parafernalia nazi.

Hanna Reitsch

En invierno de 1943, según algunas fuentes mientras probaba el nuevo bombardero Me 163, Hanna Reitsch propuso la creación de una fuerza aérea suicida. Dicha fuerza llegó a formarse, el SS-Selbstopferkommando Leonidas bajo las órdenes de Skorzeny, y de las que ella formó parte en su desarrollo, incluso se presentó voluntaria como una de las primeras pilotos suicidas. Sin embargo, la Luftwaffe nunca vio con buenos ojos el proyecto y acabó por detenerlo (afortunadamente para sus integrantes).

Cuando la guerra estaba acabando y Hitler se hallaba casi aislado en su búnker en la Cancillería, un pequeño avión Storch aterrizó en una calle de Berlín. A ojos de todos los testigos, aquel vuelo (el último que aterrizó y despegó de Berlín) fue una locura suicida; Hanna Reitsch pilotaba ese avión en el que viajaba el responsable de la Luftwaffe (Goering había sido sustituido acusado de intentar un golpe de estado contra Hitler). era la piloto de ese avión y tuvo que sobrevolar varios kilómetros a baja altura (para no ser derribada por la aviación Aliada) esquivando posiciones enemigas en el suelo (principalmente rusas). El avión aterrizó cerca de la puerta de Brandemburgo y allí, el nuevo responsable de la Luftwaffe (herido en el aterrizaje), pudo entrevistarse con Hitler. Hanna recibió una pastilla de cianuro de manos de Hitler y se preparó para morir en el búnker junto al líder nazi, pero el destino la llevó fuera de la capital en esas horas finales. Era necesario que von Greim saliera de Berlín para llevar a cabo las últimas órdenes de Hitler. Pilotando un Arado Ar-96 (un avión de entrenamiento) salieron de la ciudad. Las tropas rusas en la capital creyeron que en el avión escapaba el propio Hitler y dedicaron todos sus esfuerzos para derribarlo, pero Hanna consiguió llegar a su destino.

Hanna Reitsch fue detenida por los soldados estadounidenses poco después (aún estaba con von Greim) y la inteligencia Aliada la mantuvo presa durante 18 meses. En los interrogatorios, así consta, Hanna lamentaba no haberse podido quedar en Berlín y morir junto a fuhrer. La familia de Hanna murió esos días. Un grupo de comunistas polacos les habían expulsado de la casa familiar y sin hogar y con la guerra finalizada en una derrota total, el padre de Hanna tomó la decisión de matar a su mujer, a su hermana y a las tres hijas de esta y, después, se suicidó. Estos dos hechos, su declaración y el suicidio de su familia, vincularon definitivamente a Hanna Reitsch con la ideas nazis.

Tras la guerra, los pilotos alemanes no tenían acceso a los aviones y Hanna volvió a sus orígenes, a los aviones de vuelo sin motor. Quedó la tercera en el campeonato del mundo de vuelo sin motor (que se celebró en España) y fue la única mujer que terminó la prueba. En su carrera como piloto tras la guerra siguió batiendo récords: la mujer que había volado más alto, el récord de distancia, de tiempo de vuelo. Incluso fue la primera mujer en el campeonato mundial de helicópteros.

Durante la guerra, existió un modelo de V-1 pilotada. Se utilizaba para hacer las pruebas de vuelo y mejorar el prototipo. Muchos pilotos que probaron ese V-1 pilotable murieron al aterrizar. Reitsch la probó tras la guerra y demostró que el problema no era a la hora de pilotar la bomba, sino a la hora de aterrizar a gran velocidad, algo en lo que los pilotos de la Luftwaffe en tenían mucha experiencia (ella había sido la primera mujer en pilotar un avión a reacción, el prototipo del Me-162).

De todas formas, tras la guerra, intentó no aparecer mucho en la prensa y no concedió muchas entrevistas, pero siguió volando y estableciendo récord y marcas, especialmente con planeadores. Algunos países (como la India o Ghana) la invitaron para que creara escuelas de estos aparatos e, incluso, el presidente Kennedy la invitó a la Casa Blanca (no sin cierta polémica).

Durante su carrera, sus logros aeronáuticos estuvieron siempre desvirtuados por sus ideologías nazis, ensalzándolas durante la guerra y ocultándolas después de ella. En la última entrevista que concedió, confesó que aún conservaba la Cruz de Hierro con diamantes que le había dado Hitler (la única mujer que obtuvo esta condecoración durante la guerra) y que no se arrepentía de sus ideas nazis. Dijo que el pueblo alemán de aquella época (1970) no votaría a Hitler en unas elecciones, pero no se sentían culpables por la guerra, sino de haberla perdido.

Moriría de un ataque al corazón, pero su muerte tiene cierta leyenda romántica. Según los rumores, ella y von Greim (el oficial de la Luftwaffe con el que salió de Berlín) estaban enamorados y ambos habían hecho un pacto de suicidio cuando abandonaron el búnker de Hitler. Von Greim lo cumpliría pocos meses después de ser capturado por los Aliados, pero ella no. Tras la muerte en 1979, Eric Brown, un piloto de pruebas británico contemporáneo de Hanna, recibió una carta de Hanna en la que comentaba su mutua afición a los aviones. La carta finaliza con una palabras: "It began in the bunker and there it shall end" que ha hecho especular sobre el posible suicidio de la aviadora. Según esta teoría se referiría al supuesto pacto de suicidio. El hecho de que nunca llegara a casarse y que no se le realizara ninguna autopsia también ha avivado esta leyenda.

Independientemente de sus ideas políticas y de sus suicidas ideas, Hanna Reist fue una mujer una excelente piloto y aunque el hecho de ser mujer no debería ser significativo, para la época de la que estamos hablando, bastante reseñable.

Hanna Reitsch