Nº: 168 . 3ª época. Año VI
Objetos: La baraja de Ortelli Por: Roberta Alias
 
 
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La baraja de Orteli

La baraja de Orteli es un cuadro en el que aparecen cinco cartas de póquer desplegadas: tres doses (picas, corazones y tréboles), un 6 de tréboles y un 7 de diamantes. Es un cuatro pequeño y las cartas están fijadas a un terciopelo verde a imitación del de las mesas de juego (quizá cogido de alguna mesa vieja). Todo protegido por un marco simple de color negro.

Según cuenta la historia, esa fue la mano de póquer con la que Orteli le ganó todas sus posesiones a un antiguo ciudadano de Cunia y que dio comienzo a la fortuna de uno de los actuales grandes hombres de la ciudad. Aquella partida es muy famosa porque su víctima se jugó todo lo que tenía con dobles parejas creyendo que su rival, como toda la noche, iba de farol. Le había cogido el truco, decía. La partida no terminó bien y, al final, incluso hubo un muerto, el pobre y adinerado perdedor. La investigación judicial determinó que se había suicidado (solo así se explicaba que hubiera arremetido contra el puñal de Orteli como un poseso en cinco ocasiones; los testigos fueron determinantes en el caso).

Orteli hizo enmarcar esas cartas y cuando sintió que sus días se acercaban a su fin, le regaló el cuadro al dueño del bar dónde se había jugado la partida (que ahora ya no era un lugar de timbas ilegales sino un garito de música agradable y mala reputación. El dueño del bar colgó las cartas tras la barra y le contó la historia a todo aquél que quisiera oírla (y a algunos que no, también).

Tras la muerte del dueño del bar, sus herederos, que no vivían en la ciudad, alquilaron el semisótano para otros usos (ahora es una inmobiliaria) y toda la decoración del bar y algunas máquinas acabaron en un almacén del puerto. Al tiempo, el fondo de inversiones al que habían cedido los derechos de explotación del local, decidió que pagar el almacén era una tontería y todo su contenido fue adquirido a un subastero. Esto apareció en un reality show de la Séptima y el comprador, uno de los actores del programa, valoró el cuadro en 10 euros y se lo llevó a la tienda para venderlo por ebay. Allí adquirió un valor de 1000 euros y fue comprado por el director del Gran Casino quién lo puso en su despacho en las instalaciones.

Tras un cambio en la gerencia del casino (gastarse 1000 euros de la empresa en un cuadro no fue la única de sus excentricidades), el nuevo director donó el cuadro a una subasta benéfica. En dicha subasta, un aportador anónimo pagó 150.000 euros por el cuadro convirtiéndolo en uno de los objetos sin valor más valioso de Cunia y en fuente de rumores y cotilleos. Hay quién dice que el cuadro tiene un secreto en su interior (un tesoro, trapos sucios de gente importante, etc.) y que el actual es Don Víctor con lo que, de alguna forma, el cuadro ha vuelto a la familia.

Cunia es una ciudad que siempre es capaz de sorprenderte. ¡Es maravillosa! En algunos locales de recuerdos para turistas, en la zona de la catedral, se pueden ver llaveros, azulejos, tazas, incluso cuadros de pequeño tamaño con las cinco cartas: un dos de picas, un dos de corazones, un dos y un seis de tréboles y un siete de diamantes.

 
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