El veneno del cielo
Tras pasar unos días con el clan fantasma meditando la pregunta de la chamán, esta le sugiere un viaje de descubrimiento a la cima del volcán que se adivina desde el valle del clan Fantasma. El resto de la caravana decide quedarse unos días más entre aquellas amables gentes y dicen que le esperaran. Lobo parte triste pues cree que sus compañeros se han dejado seducir por las bondades de ese valle y que le abandonan el camino, los viajes y la vida de comerciante.
La ascensión por la ladera del volcán no es sencilla y poco a poco Lobo va sintiendo que le falta el aire, que le cuesta respirar, la chamán le ha facilitado unas hojas con las que al masticarlas, según dice, podrá respirar mejor. No le cuenta que dicha planta tiene un poder alucinógeno y la ascensión de Lobo se va convirtiendo, paso a paso, en un borroso revivir de su tortuoso pasado. Los amigos perdidos en el camino le acompañan algunos trechos, las mujeres no conquistadas se ríen de él desde las alturas y los muertos, todos sus muertos, le esperan para cobrarse venganza con los brazos cercenados, las tripas saliendo o con esputos de sangre entre palabras. Lobo vuelve a enfrentarse a ellos y les inflige nuevas heridas, nuevas muertes.
Lobo sigue subiendo y teniendo visiones cada vez más raras y cuando llega a la cima, pisa la ceniza allí depositada, mezclada con las nieves eternas, puede ver Pangea en toda su extensión y las drogas de la chamán le permiten ver los detalles más lejanos, los pescadores en los mares del sur, las bestias marinas más allá de las tierras de los Arwan, las montañas de los dwaldur y su guerra en torno al paso de Olan, los volcanes en el noreste, puede ver a Luz de Druma acunando a un niño durk y puede ver el hacha de Ursus secuestrada por la piedra negra. Puede ver las manadas de gacelas corriendo por Entrovia y los escorpiones gigantes del desierto; puede ver a los gardan construyendo sus refugios para el invierno y a los h'sar luchando por un trozo fangoso del pantano. Allí lo ve todo y comprende quién está envenenando el aire.
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