Nº: 245 . 3ª época. Año VI
Personajes: El tío Camuñas Por: Nacho Conesa
 
 
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El tío Camuñas

[F]Busto del tío Camuñas en Camuñas. Fuente: www.camunas.es Ver

La historia de Francisco Sánchez parece sacada de un folletín dieciochesco. Movido por la venganza, se echa al monte hasta convertirse en un héroe nacional. Tras números hazañas, es acorralado, asediado y, tras una lucha sin cuartel, echo prisionero y fusilado. Pero no adelantemos y veamos como se desarrolló su historia.

Natural de Camuñas, un pueblo de la provincia de Toledo, vio la luz en 1762. Se cree que, entre otras cosas, trabajaba de correo, lo que explicaría sus habilidades ecuestre y su conocimiento de la zona. Poco se sabe antes de él antes de que se convirtiera en guerrillero, solo que estaba casado con una mujer del cercano pueblo de Consuegra, Águeda María Martín, y que tenía 4 hijos y 2 hijas. Su carrera empezó a raíz de una disputa de su hermano Juan Pedro con un edil afrancesado llamado Vicente Saavedra. La mala sangre entre ellos venía de antaño y, en la disputa, Juan Pedro mató al funcionario municipal en presencia de unos soldados franceses en la primavera de 1809. Juan Pedro se dio a la fuga, pero un mes más tarde, los franceses lo acorralaron a él y a su hermano Francisquete en la casa familiar. Francisquete consiguió huir, pero su hermano fue herido, rendido, torturado y colgado de un molino. Nuestro protagonista se echó al monte y, mientras tramaba su venganza, llegó a sus oídos que su hijo Francisco había muerto. Prófugo como estaba, no pudo acudir a sus últimos ritos y esto, al parecer, fue la gota que necesitaba para tomar una determinación: armar un grupo de leales y hacer la guerrilla a los franceses a lo largo del camino real entre Madridelejos y Despeñaperros.

Sus primeras acciones fueron de poca relevancia, como la puesta en huida de la guarnición de La Guardia en octubre de ese año (puede encontrarse una aventura basada en esa acción aquí: 24382 Ver) o la labor de escolta, ya a finales del 1809, de Juan Antonio Miranda, un enviado por la Junta General para prevenir a Andalucía de la invasión que Napoleón estaba preparando.

Sus numerosos éxitos capturando correos enemigos, convoyes de suministros y pequeñas guarniciones acrecentó su fama, lo que atrajo seguidores hasta logar construir un auténtico regimiento de caballería, los Cazadores de Camuñas, compuesto por varios centenares de jinetes. Aunque todos sus contemporáneos lo llamaban Francisquete, sus asaltos rápidos y despiadados le valieron el sobrenombre del "tío Camuñas", ya que los franceses, al oír que se aproximaba a su posición, gritaban "qué viene el tío Camuñas" para ponerse en alerta y prepararse para lo peor. Tal es el terror que este apelativo inspiraba en sus enemigos que hoy en día en algunas partes de España se usa esta amenaza para amedrentar a los niños que no se portan bien.

Quizá su más rocambolesca hazaña fue arrebatar, en julio de 1810, una manada de treinta toros de lidia a un destacamento de dragones franceses en las proximidades de Toledo. Tras poner sus manos en tan curioso botín, Francisquete decidió, ni corto ni perezoso, celebrar una lida en un pueblo cercano, Ajofrín, el 25 de ese mes día de Santiago. Fue un acto memorable, al que se acercaron todos los vecinos de la comarca. Comenzó con una misa y procesión para celebrar el día de patrón y ya por la tarde, en una improvisada plaza de toros,los hombres de Francisquete y algunos paisanos lidiaron a los toros. Tras la fiesta se celebró un rosario y, por la noche, una cena a la luz de las hogueras y un baile. Tan pronto despuntó el alba, Francisquete reunió a sus hombres y partió a caballo, no sin antes dar instrucciones de que se distribuyeran los toros entre las poblaciones vecinas, en función de su número de habitantes.

Si embargo, no todo son luces en la personalidad del tío Camuñas. Al menos en dos ocasiones tuvo altercados con los hombre del Empecinado, una por maltratar a uno de sus hombres y otra por desobedecer las órdenes del general Blake. Las relaciones con los hombres de este colega guerrillero no debían de ser exentas de tensiones, ya que uno de los hombres de Francisquete fue hecho preso por quitarle un caballo a un guerrillero a las órdenes del Empecinado.

La historia del tío Camuñas llegó a su fin en octubre de 1811. Unos meses antes, el 24 de mayo, los cazadores de Camuñas derrotaron a una columna de 400 infantes, algunos caballos y un cañón de campaña. Deseosos ya de acabar con el guerrillero, los franceses, al mando del general D'Armagnac, comenzaron una ofensiva, asaltando y quemando los poblados que le daban refugio y desgastando poco a poco las fuerzas de Francisquete. Finalmente lo arrinconaron en Belmonte el 13 de ese mes, donde tan solo un día antes el guerrillero había encontrado refugio. Asediados y superados en número, los franceses le ofrecieron la rendición. Se cuenta que Francisquete ofreció a sus hombres que, aquellos que así lo quisieran, pudieran rendirse. Su segundo al mando le preguntó qué pensaba hacer él, a lo que el tío Camuñas respondió:

" Yo, es diferente; primero, que ellos asesinaron a mi hermano después de rendido, y lo que hicieron ayer, eso mismo harán hoy; segundo, que yo soy vuestro jefe, un jefe que elegisteis voluntariamente, y que hoy, en este trance supremo, abandona todo su poder y os devuelve vuestra libertad."

La batalla fue cruenta y finalmente, Francisquete calló abatido por varias balas. Sin embargo, no murió, sobrevivió el tiempo suficiente para ser fusilado junto con sus hombres supervivientes dos días más tarde. Su cadáver fue pisoteado por los franceses y abandonado para que los paisanos de Belmonte le dieran sepultura.

 
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