Nº: 231 . 3ª época. Año VI
Callejero: Cunia Safeboxes Por: Francesc Almacelles
 
 
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Cunia SafeBoxes

El alquiler de cajas de seguridad, creadas para mantener a salvo de los amantes de lo ajeno los bienes valiosos de particulares y empresas, ha sido uno de los servicios ofertados tradicionalmente por la banca. En la actualidad, con la reducción de oficinas en general, la tendencia de las principales entidades financieras es centralizar el alquiler de cajas de seguridad «en edificios corporativos de muy alta seguridad» y ofrecerlo solo a clientes vip.

Esta menor oferta, y el temor creciente por el aumento de robos con fuerza en domicilios y establecimiento, han generado una demanda insatisfecha que ahora tratan de llenar compañías que operan al margen del sector financiero, ofreciendo el elevado nivel de seguridad que se requiere.

SafeBoxes Group, que pertenece a un holding inglés, es una de estas empresas de nueva creación que ofrecen servicios de alquiler de cajas de seguridad. Y ha escogido la ciudad de Cunia para instalar su primera cámara acorazada en España, creando Cunia SafeBoxes. La inversión asciende a tres millones y medio de euros

Desde que abrió las puertas hará tres meses, el servicio «ha tenido una fuerte demanda», y se muestran convencidos de la capacidad de crecimiento de este modelo de negocio.

Quieren llegar a un amplio público ofreciendo cajas de seguridad que van desde los 400 a los 1.500 euros anuales. Se supone que las joyas, relojes y oro son los objetos más populares y, a diferencia de la mayoría de los bancos, permiten guardar dinero en efectivo, cosa que valoran clientes con miedo a un posible crac financiero.

La privacidad es tan elevada que se requieren datos biométricos para dar acceso a la cámara y ni siquiera, aseguran desde la compañía, la Agencia Tributaria puede escudriñar el contenido de las cajas. «En casos de crimen organizado y por orden judicial sí deben abrirse», aclaran.

Otros clientes del servicio son profesionales preocupados por guardar a buen recaudo documentos importantes e inversores en criptomonedas que preservan así las claves privadas que dan acceso a la administración de este tipo de activos, conectándose así el mundo digital con el analógico.

«La seguridad total no existe», reconocen, «por lo que es importantísimo el tiempo: cuanta más resistencia le pongas a los atacantes, más tiempo tardarán en consumar el ataque». Y si llegan a la cámara acorazada, «un sistema que inunda de humo la habitación les impedirá ver», añaden.

Por último, cabe mencionar que recientemente el Tribunal Supremo resolvió que la Agencia Tributaria puede precintar, sin la facultad de abrirlas, las cajas fuertes de personas físicas y empresas custodiadas por la banca sin autorización judicial.

Lo que la realidad esconde

La empresa es lo que es. Aunque está prohibido almacenar explosivos, armas de fuego, y drogas, admiten que «nunca saben qué hay dentro». Así que, dependerá del uso que se dé por parte del cliente al contenido que guarde en su caja particular. Y ello abre un abanico muy amplio para la mesa de juego.

 
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