Más entrenamiento
El avión pasó a escaso metros del suelo, tanto que Peters aseguró haberle visto la cara, algo imposible dado el ángulo desde el suelo, pero el avión pasó cerca, tan cerca que durante unos momentos no oyeron ni sus propias voces. Dos cohetes salieron de debajo del aparato e impactaron unos metros por delante de ellos, cerca de donde habían colocado una bengala verde.
Se movieron al siguiente objetivo, caminando en los caprichosos caminos que la marisma dibujaba en el paisaje, parecía una playa, pero no lo era y recordaron los consejos del instructor: "si parece demasiado despejado para ser un camino, no lo es; son arenas movedizas". Eso había asustado a la Sangrienta Siete mucho más que el uso de munición real.
-¿Real? -había protestado Gonzalez-¿Acaso estos británicos quieren acabar con nosotros antes que los nazis?
Y era muy real, cada vez que uno de esos condenados aparatos disparaba sobre ellos, les llovía la tierra de los cráteres que provocaba; una arena que se colaba en el traje, en el pelo, en las botas y que hacía que todos estuvieran malhumorados.
-Siguiente objetivo -señaló el sargento y Snelling se encargó de colocar sobre él una bengala de color rojo lanzada con su propio fúsil. Segundos después llovía fuego de artillería sobre su señalización. Uno de los novatos que se había levantado para ver el espectáculo voló varios metros hacia atrás con la onda expansiva. El sargento le miró con disgusto y le dijo:-De esta no te mueres, muchacho -llamaba a todos los novatos "muchacho" porque así no se tenía que aprender los nombres. Y dirigiéndose a los demás, añadió:-¡Al próximo que levante la cabeza después de lanzar la bengala, se la vuelo de un tiro! -Silencio- ¿Ha quedado claro? -y un coro de voces respondieron afirmativamente.
Su último objetivo era una pequeña población. Se veían las casas como si alguien acabara de abandonarlas, pero no tenían impactos ni la guerra había llegado hasta allí; Moore, que era el encargado de lanzar la bengala en esa ocasión, no pensó mucho en ello. Poco después, una barrera de humo blanco e impenetrable surgió entre ellos y el objetivo.
Entonces, toda la unidad, de la que ellos solo eran la vanguardia cargaron gritando contra el humo y al atravesarlo llegaron al pueblo, más confundidos que dispuestos a combatir. El pueblo era real, las casas, los establos, los graneros, todo era real. Habían hecho simulacros de asalto en otras ocasiones y los objetivos contra los que disparaban eran telas pintadas en bastidores de madera. ¿Estaba el ejército usando un pueblo real en las maniobras? ¿Había disparado la armada contra él? ¿Y dónde estaban sus habitantes?
-Mire jefe, el cartel pone que este pueblo se llama Tyneham…
Nota: en la actualidad, Tyneham, en Dorset, cerca de la costa de Slapton, sigue deshabitado.
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