Nº: 247 . 3ª época. Año VI
Organización: Departamento de Asuntos Excepcionales Por: Francesc Almacelles
 
 
    Portada
 
    Redacción
 
    Afición
 
   Ambientación
     Sistemas
     General
     General
     Organización
 
    Reglas
 
    Equipo
 
    Sucesos
 
    Aventuras
 
 
 

Departamento de Asuntos Excepcionales

Se dice que existe un organismo conocido como Departamento de Asuntos Excepcionales, o simplemente el DAE. Su nombre aparece de vez en cuando en informes clasificados, memorias sin firma o en comentarios velados dentro de los despachos de ciertos ministerios. Nadie puede confirmar su existencia, ni hay constancia oficial de su creación. Pero los rumores son persistentes.

El DAE, si realmente existe, se encargaría de "evaluar, controlar y resolver fenómenos no ordinarios que afecten a la convivencia ciudadana". Dicho en cristiano: intervenir cuando lo inexplicable amenaza con hacerse demasiado visible. Algunos lo definen como una rama oculta del Estado; otros, como una estructura paralela creada para gestionar lo que la ley no puede admitir que existe.

No hay registro público de su presupuesto, personal o sede. Lo único que se sabe es que, en Cunia, su sombra se nota.

El DAE no parece tener motivaciones religiosas, morales ni siquiera ideológicas. A diferencia del grupo conocido como Lázaro (24341 Ver), que busca erradicar todo lo sobrenatural, o de Los Custodios de la Llama (24644 Ver), que pretenden preservarlo, el DAE, si es real, operaría con criterios puramente pragmáticos.

Su función sería mantener el equilibrio operativo entre lo anómalo y lo cotidiano. No proteger ni destruir, sino decidir, caso por caso, si un fenómeno debe desaparecer, ser encubierto o incluso aprovechado.

Algunos creen que el DAE actúa como una suerte de amortiguador entre el poder político y el mundo oculto. Otros piensan que ya no responde a ninguna autoridad visible, que funciona como un mecanismo autónomo, autorregulado y sin supervisión.

Sea como sea, su consigna parece clara: la estabilidad ante todo. El resto -ética, legalidad o consecuencias- es accesorio.

Lo poco que se sabe del DAE lo hace parecer una oficina administrativa más. Formularios, sellos, informes con membretes ambiguos… una burocracia fría y precisa.

Según las historias que circulan entre ciertos funcionarios veteranos, existirían subdelegaciones regionales camufladas en edificios oficiales. Se rumorea que en Cunia opera una de las más activas, supuestamente en el sótano de un inmueble anodino del paseo marítimo.

El sistema jerárquico sería vertical y hermético. Los agentes recibirían órdenes mediante canales impersonales: memorandos, comunicaciones cifradas o llamadas sin identificación. Casi nadie sabría quién está realmente al mando.

Las operaciones se documentarían mediante un procedimiento estándar:

  • Clasificación y Nivel del incidente (Cn: Contención, Nn: Neutralización, An: Aprovechamiento), siendo n el Nivel desde 1 leve a 5 severo
  • Evaluación de impacto público. Determina si la realidad puede "reabsorber" el suceso
  • Autorización de intervención. Puede incluir "colaboradores externos" o consultores civiles
  • Archivo del expediente. Con sello azul y eliminación de los anexos no oficiales

A simple vista, los informes podrían confundirse con auditorías técnicas o revisiones de seguridad. En su jerga, un "evento de desviación energética tipo 3" podría equivaler a una aparición, y un "sujeto con capacidad no ordinaria" a un practicante de magia.

De los supuestos agentes del DAE se dice que no se ven a sí mismos como héroes ni como cazadores de lo sobrenatural. Son funcionarios, o al menos eso creen. Hombres y mujeres que rellenan papeles, cumplen órdenes y cierran casos.

Muchos procederían de cuerpos policiales, inteligencia o administraciones técnicas. Otros serían simples empleados reubicados, convencidos de trabajar en áreas de "emergencias no catalogadas".

La estructura interna es piramidal y rígida. Nadie conoce más de lo necesario. Nadie pregunta demasiado.

Su lenguaje refuerza esa mentalidad: no "matan" ni "encubren", sino que "resuelven" o "archivan". No hay enemigos, solo "incidencias". No existe la magia, sino "energía anómala".

Algunos testimonios sugieren que muchos de ellos desconocen la verdadera naturaleza de las operaciones en las que participan. Creen estar salvando la normalidad… sin saber exactamente de qué.

No se ha encontrado registro alguno de un presupuesto asociado al DAE, ni contratos, ni personal adscrito. Sin embargo, los indicios apuntan a una red bien abastecida: vehículos sin matrícula, instalaciones discretas, acceso a tecnología reservada y fondos de procedencia incierta.

Una teoría recurrente asegura que su presupuesto se oculta dentro de partidas de "emergencias administrativas" o "programas interdepartamentales". Otras voces sugieren que el DAE no depende de la Administración pública, sino que usa su estructura como tapadera, infiltrando funcionarios y recursos reales en sus propios fines.

En cualquiera de los casos, su fuerza no reside en el secreto, sino en la opacidad burocrática: no está oculto, simplemente nadie sabe dónde buscarlo.

Los rumores sitúan al DAE en el punto intermedio entre Lázaro y Los Custodios de la Llama. Ambos grupos, de hecho, lo mencionan en sus círculos más reservados, aunque con tonos distintos.

Para los de Lázaro, el DAE sería un obstáculo: una maquinaria gris que impide una purga total del mal.

Para los Custodios, un saqueador de conocimiento, una mano invisible que roba reliquias y borra rastros antes de que puedan ser protegidos.

Pero el DAE nunca responde, nunca aparece. No busca alianzas ni conflictos. Si interviene, lo hace con la discreción de quien pasa una escoba y deja todo igual… pero distinto.

Dentro del propio DAE, si realmente funciona como se dice, reina una atmósfera de profesionalidad aséptica. Se trabaja con rigor, se redactan partes y se cierran informes. Nada más.

Los agentes lo describen como una organización sin ideología, sin rostro y sin historia. Solo una misión: preservar "la normalidad". Lo que esa palabra significa, nadie lo tiene muy claro.

En algunos expedientes recuperados tras operaciones confusas aparece siempre la misma frase, estampada con un sello cuadrado en tinta azul:

[C]"Procedimiento completado. La normalidad ha sido restablecida"

Y no hay firma. Nunca la hay.

El DAE es perfecto para introducir el gris más burocrático en el mundo oscuro de Cunia.

Puede ser aliado o enemigo, pero sobre todo un enigma institucional. Su presencia convierte lo paranormal en trámite administrativo, y lo ilegal en simple papeleo mal cerrado.

Los jugadores pueden encontrarse con sus agentes sin saberlo: un inspector discreto, un técnico con demasiadas credenciales, o alguien que hace demasiadas preguntas, pero nunca revela para quién trabaja.

¿Es realmente una unidad estatal? ¿Un grupo infiltrado en la administración? ¿O algo que usa la fachada del Estado para actuar sin rendir cuentas?

Nadie lo sabe con certeza.

Y eso, en Cunia, es casi una confirmación.

 
Sombra    
 
Ediciones    
 
Distrib.    
 
Virtual    
 
Som Con    
 
Números    
anteriores
   
 
« Pág. anterior Subir Pág. siguiente »
¿Quieres comentar algo de este artículo con nosotros?
Versión imprimible