El augurio del hogrot
[C]Semilla de aventura para Eriloe
El río Cargrum nace en las montañas de la Cordillera del Pico Blanco, entre riscos escarpados y bosques húmedos de neblina perpetua. Sus aguas, puras y heladas, serpentean ladera abajo cruzando aldeas, viejos santuarios y campos cultivados, hasta desembocar más allá del corazón del Reino de Cargrum. Su cauce es antiguo y ha sido testigo de batallas, pactos, exilios y milagros. Y ahora, parece guardar un nuevo secreto.
Los personajes jugadores, que pueden ser miembros activos del Thândrim Galën (), han sido enviados a recorrer el tramo alto. Se trata de una misión rutinaria de vigilancia: establecer contacto con varias comunidades ribereñas, evaluar los daños de las últimas crecidas y confirmar que los pasos de montaña siguen libres de incursiones o peligros. La primavera ha llegado tardía, con lluvias constantes y nieblas densas que no se disipan ni con el sol del mediodía. Los pájaros han callado, y los cazadores locales aseguran que los grandes herbívoros de la región han desaparecido de repente.
Al principio, son solo rumores: desapariciones aisladas, ganado perdido, marcas confusas en el lodo. Después, se vuelve más claro que algo no va bien. Los aldeanos desconfían de los forasteros. Algunos incluso les piden que no mencionen ciertos nombres en voz alta. Las historias varían: un espíritu del bosque enfurecido por alguna ofensa, un mago que busca venganza, criaturas que caminan en la noche sin dejar huellas. Nadie sabe, pero todos temen.
Una noche, tras una jornada extenuante, el grupo monta su campamento cerca de una curva del río, en un claro tranquilo. La niebla se espesa mientras las brasas del fuego chisporrotean, y los sonidos del bosque, que ya venían apagados, desaparecen por completo. La sensación de estar siendo observados es tan intensa que uno de los centinelas se levanta instintivamente a comprobar la zona.
Entonces lo ven: una criatura enorme y poderosa, oculta en la penumbra del bosque, mirando directamente hacia ellos. No se oculta ni huye, pero tampoco se aproxima. Se mantiene inmóvil, en tensión, como si evaluara su presencia. Es inconfundible, incluso sin conocerlo: un Hogrot (), una bestia casi mítica en los relatos de los montañeses. Se dice que es un cazador solitario, implacable, que ataca sin aviso y sin fallar.
Un depredador al que incluso los lobos temen. Pero esta vez, no ataca. No ruge. No se agazapa. Solo observa, en silencio. Y pasado un rato emprende la marcha alejándose del grupo, perdiéndose en la oscuridad.
En su mirada hay algo que los desconcierta. Una chispa de inteligencia, o quizás de reconocimiento. Como si supiera algo que ellos no. Como si pudiera ver su destino. Y eso los obliga a detenerse. A pensar.
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