Nº: 214 . 3ª época. Año VI
Equipamiento: Caballo balancín «Clavileño» Por: Jacobo Peña Conversa
 
 
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Caballo balancín "Clavileño"

El pequeño jinete.. Colección privada'>

[F]Johann Matthias Ranftl (1832), El pequeño jinete.. Colección privada.

A principios del siglo XIX, este tipo de caballos se han ido haciendo muy populares, especialmente en Inglaterra, desde donde la moda ha ido llegando a otros países. En la España de las aventuras de nuestro juego son objetos artesanales (no se empezarán a producir en serie hasta mediados de ese siglo) y escasos que solo se verán en las casas de los ricos o extranjeros.

En general se trata de la figura de un caballo trabajada en madera y a la que se le pone una base que le permite moverse sobre ruedas o balancearse para disfrute siempre de un niño. La figura era pintada con colores vivos o se le ponía un pellejo de oveja para simular la piel del equino. Solía llevar algo para agarrarse, como mango o unas riendas. Si había dinero, tiempo o habilidad, en la grupa se tallaba o añadía una montura, de la propia madera del caballo o de cuero.

Modelo Clavileño

Este es un modelo inventado por nosotros para esta ocasión, no uno del que conste su existencia histórica. Está inspirado en la aventura del caballo de madera Clavileño narrada en Don Quijote de la Mancha y en la broma que le gastan al caballero y su escudero. Rogamos encarecidamente su entretenida lectura.

En este caso el caballo será siempre de madera bien dura y estará hueco en su interior, dejando un espacio variable dependiendo del tamaño del "animal". A ese hueco se accede levantando la grupa para guardar en él lo que se desee. Este sería un modelo más caro y escaso en la época, pero lo será más aún el modelo de la aventura que acompaña este número de la revista.

El interior del Clavileño está forrado en cobre y el objetivo es llenarlo con pólvora en pequeñas cantidades. Además del hueco principal, el Clavileño tiene tres orificios de salida que conectan con el centro. Uno de los orificios va hacia el trasero y en él se inserta la cola del caballo, que será de paja o bien de cuerda en la que se haya puesto un poco de pólvora. Los otros dos orificios van hacia delante y forman las fosas nasales del caballo.

El objetivo de este juguete es encender la cola como una mecha, que prenda la pólvora del interior y que salgan las chispas por las fosas nasales del caballo para deleite de los espectadores.

Obviamente, encender pólvora en un hueco casi cerrado tiene su peligro. Podría prenderse fuego, podría obturar un orificio y no darnos cuenta, podría poner alguien demasiada pólvora… Y catapum. Por no hablar del uso malintencionado que alguien pudiera darle, como ocurre en la aventura de referencia de este número.

En cualquier caso, es una pieza que puede tener cierto valor para gente con dinero y ganas de dar capricho a un niño, o para cualquiera que quiera dejar a buen recaudo algo valioso. Dicen que las habitaciones de los niños son el último sitio que registran los ladrones...

 
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