Distrito Real
¡Buenos días, mi joven Señor! Me congratula que haya descansado bien y esté repuesto de las aventuras del último día. Como le prometí, hoy le he preparado una visita al Distrito Real de Alcázar de la Vega. Sígame por la avenida del mercado hasta la cuesta y tenga este pase, guárdelo como oro en paño hasta que salga del barrio.
No sé si recuerda la historia de la ciudad (19044 ). Hace unos trescientos años una serie de comerciantes, entre ellos los Zarco, se asentaron de forma permanente en la ciudad y se establecieron en lo alto de la loma, sí, hacia la que subimos. La cosa es que esta sección de la ciudad fue la primera en construirse y, por ello, es la más antigua. Las familias más ricas están aquí instaladas y la guardia hace un especial acto de presencia a todas horas, lo que hace muy complicado que nadie, ni siquiera los piolines, puedan acceder y actuar en la zona. ¡Prepare sus papeles para los guardas de la puerta, mi Señor! Sí, claro, aquí los tiene. Como comprobará todo está en orden. ¿El joven?, es mi patrón, un Gentilhombre del oeste y su padre tiene buenos dineros. ¿Yo? Solo soy su humilde guía. ¡Claro! No tiene de que preocuparse por nosotros.
¡Bien, hemos entrado! Coincido en que su comportamiento es un poco patán, pero les pagan por proteger el recinto y lo hacen bien. Tras el rastrillo la primera vivienda a la izquierda es el El Escarabajo de Oro, un burdel único, antaño el hogar de la casa Zarco, donde uno puede encontrar las más exóticas aventuras, ¡aunque es caro como el solo! ¿No creerá, mi joven Señor, que la nobleza es realmente fiel al concepto del matrimonio? Muchos son concertados, a diferencia del que vimos el otro día, y, con frecuencia, los participantes de éstos ni siquiera se aprecian. Tal es el juego de las clases altas. ¡Por supuesto que no hay problema en acercarnos un momento a mirar! ¡Vaya!, esa mozalbeta elfa de oscura piel y ojos anaranjados parece haberse interesado en usted. No, no es muy caro el precio que pide, recuerde donde estamos. ¡Claro!, el viejo Gundemaro esperará en ese banquito de ahí. ¡Ah! Juventud alocada…
¿Ya ha terminado el joven Señor? Sí, veo por lo satisfecho de su expresión en su noble rostro que no ha quedado defraudado. Tiene razón, esos lujos pueden ser muy adictivos y más de un buenhombre o buenamujer han terminado arruinados. ¡Sigamos con la visita!
Conforme bajamos por la calle aledaña la gran mansión fortificada pertenece a los Ricasota, una familia de hidalgos comerciantes con un -en mi humilde opinión- excesivamente recargado escudo de armas. Sus beneficios son de la importación de sal y otras materias primas. Enfrente encontramos la de los Arguiñano, seguida de los Castevello y los Aranguren, y, así, llegamos a la Plaza del Castillo, el cual se encuentra frente a nosotros. El edificio que se encuentra al lado izquierdo es propiedad de la familia Perdomo. Sí, su decoración es muy barroca. Esta familia fue una de las que pugnaron por controlar la ciudad. No tienen muro rodeando la hacienda porque esa fue una de las sanciones que les obligaron a acatar.
El Castillo sigue siendo el núcleo de la rama militar de la Orden de Helius. Sí, los monjes-guerreros que le comenté el otro día. ¡Observe!, está saliendo una de las patrullas que mandan a limpiar los caminos de bandidos y sabandijas. Bajo los tabardos blancos con el escudo de la orden portan cota de malla fabricada por el mismísimo <> Dron'Jak, al igual que sus escudos y armas. ¡Fíjese lo majestuoso de su paso!
Tras este espectáculo, permítame que le dirija al oeste. ¿Visitar el castillo? ¡Imposible mi joven señor! La Orden es muy celosa de su intimidad y nadie adscrito a ella, o con un pase, puede acceder al mismo. No, conseguir uno de esos pases está más allá de los recursos del pobre Gundemaro.
Como le decía, bajando por esta calle llegamos este recinto amurallado con esa gran mansión. Se trata de la Casa de Tasa Oficial, los nobles que tengan duda de la procedencia o riqueza de un metal precioso o joya pueden venir aquí, donde el gnomo Jarred y sus asistentes le verificaran el producto por una tasa de una moneda por cada diez que valga en realidad el artículo. Antes de que pregunte, mi Señor, no, son incorruptibles.
Las fincas por las que pasamos ahora, ¡uy! patrulla de guardias, prepare sus papeles. Sí, solo visitantes, aquí tiene nuestros pases. ¿Nuestro fin?, Este joven Señor pertenece a una muy digna familia allende los continentes y desea conocer nuestra ciudad con el fin de establecer relaciones comerciales. ¡Por supuesto! Saldremos antes del anochecer. Disculpe, mi joven Patrono, por lo descarado de la mentira, pero era la forma más segura y rápida de terminar el interrogatorio. Como le decía antes de la interrupción, estas viviendas pertenecen a algunas familias menores que viven de las rentas y negocios de sus ancestros. Casi todas tienen algún trapo sucio que las demás conocen, lo que permite mantener un equilibrio entre ellas.
Y hemos regresado al rastrillo, ¡y justo a tiempo para yantar! ¿Se siente decepcionado por la visita? Lo lamento en el alma, mi joven Señor, pero ha de recordar que este barrio solo contiene las viviendas de los ricos, de las que casi no salen si no es por algún asunto importante o de ocio. De todas formas, ha conocida a una atractiva moza y ha visto desfilar a la flor y nata de la milicia de la ciudad, mucho más de lo que el viejo Gundemaro esperaba que ocurriese. ¡Ahora comamos y le prometo que Gundemaro le enseñara una sorpresa como despedida!
¡Ah! ¡Qué opípara comida! No me canso del cerdo con miel, ¡fíjese usted! Bien, tras esta rica siesta, sígame al Barrio de los Artesanos y le enseñaré su sorpresa.
¡Bien hemos llegado al cadalso de la ciudad! Si mira bien aquí, sí, aquí, tras el mismo. ¡Vaya que torpe por mi parte! ¡Nos han emboscado y le han puesto un cuchillo al cuello! Le aconsejo que no se mueva si no quiere que estos rufianes cumplan sus amenazas y no se moleste en gritar, aquí nadie acudirá a socorrerle, los tiempos de Urraca quedan muy atrás. ¿Qué por qué no me atacan? Mi joven amigo, tienes pericia, habilidad con la espada y generosidad, pero muy poco seso, aunque eso se puede arreglar con los años, al fin y al cabo, solo eres un jovenzuelo imberbe dando sus primeros pasos. Soy el Gran Maestre Piolín y Gundemaro solo es uno de mis muchos nombres. Desde el primer día vi que tenías madera para convertirte en uno de los nuestros, y durante nuestras visitas a la ciudad he ido dejándote un rastro de migas de pan para ver si mi instinto era correcto. Y me alegro de estar en lo cierto, o de lo contrario ya te habríamos visitado. Ahora estás ante un punto de inflexión en tu vida: puedes olvidar tu aburrida vida, como hijo segundón de una familia a punto de extinguirse y unirte a nosotros, o puedes dejar que Armando deslice su daga por tu garganta y termine todo aquí y ahora. ¿Qué cómo sé lo de tu familia? Deberías ser más cuidadoso con las confidencias de almohada, especialmente si la elfa de piel oscura con la que las compartes pertenece al gremio. Se llama Alia, por cierto, y es una de las mejores en lo suyo, si me entiendes. Si aceptas la oferta, seguramente podrás trabajar con ella, entre otras cosas. Bien, ¿Cuál es tu decisión?
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