3x05 - La entrada de la colina
La caravana continuó su camino con paso alegre. El agua del río Púrpura cantaba cuando esquiva las rocas y los saltos que el tiempo ha dejado en su curso. Es agua fresca, joven y el grupo sabía que se estaban acercando a su destino. ¿Qué cosas descubrirían en esa nueva tierra de la que les han hablado? ¿Cómo sería el nacimiento de aquel río que es la fuente de la prosperidad de Aguaclara?
Cuando el sol de la mañana empezaba a llegar a lo más alto, Aarthalas, que viajaba al frente, hizo una señal para que se detuvieran. Eso, para todos, significaba que podía haber peligro. No sacaron sus armas, pero se cuidaron de estar cerca de ellas. Un viajero prevenido llega a su destino.
Lobo se acercó al ver que la exploradora miraba al oeste, de espaldas al río. ¿Qué veían sus penetrantes ojos? ¿Quizás una manada de herbívoros? ¿Cenarían carne fresca? No, solo era una colina extraña, un montículo de tierra formado por el capricho de la Taga.
-¿Qué ven tus ojos?
Y la dwandir señala con el dedo y dice:
-Esa piedra no es natural. -Y, en efecto, la piedra no parecía de aquel lugar; alguien la había colocado allí. Lo investigarían. Ella, él y Slissu se dirigen a la colina; les acompaña Kel, más porque se lo han ordenado que por deseo propio. No está a más de varias manos de pasos. No tardan mucho en llegar y descubren que lo que habían tomado por una piedra era, en realidad un dintel de un árbol de piedra. Cómo habría llegado hasta allí. Bajo este, se adivinaba un pequeño agujero y una profunda oscuridad.
-Este lugar no huele bien -y, en efecto, el tikki llevaba razón, pero no se refería al olor de podredumbre y muerte que también había.
-¿Tenemos que investigarlo? -en realidad no era una pregunta. Lobo sabía que no podían dejar algo así a sus espaldas sin saber si podía estar esperándoles a la vuelta. Aquel camino que estaban abriendo era importante y debían conocerlo. Si había una tribu de durk u otra especie, tenían que conocerlos y comerciar con ellos. Llevaban varias jornadas si ver un grakin. Una parada en el camino era lo que necesitaban.
Aarthalas volvió a la caravana. Siguiendo las órdenes de su líder seguirían avanzando hasta que encontrarán el lugar donde pasar la noche. Kel se quedó fuera. La dwandir le instruyó:
-Aguarda hasta que salgamos, pero cuando falte un puño para el anochecer entierra este lugar -y señaló al dintel indicándolo que lo quebrara-. Vuelve con Slissu.
Lobo y Aarthalas se metieron en la entrada de la colina. El sol fue descendiendo, poco a poco, Kel se fue intranquilizando cuando su puño ya casi no cabía entre el horizonte y el sol. Se dijo que las manos de Aarthalas eran más pequeñas (lo que era mentira) y aguardó un poco más. El sol se ocultó y Kel siguió esperando, solo, en la noche, junto a la entrada de la colina.
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