Nº: 159 . 3ª época. Año VI
Operaciones: Operación Bernhard Por: Juan Carlos Herreros Lucas
 
 
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Operación Bernhard

La operación Bernhard debe su nombre al comandante de la SS que la llevó a cabo: Bernhard Krueger. La RSHA (Oficina Principal de Seguridad del Reich) iniciaría la operación pocos días después del inicio de la Segunda Guerra Mundial, pocas horas después de que Gran Bretaña declarara la guerra a Alemania en respuesta al ataque a Polonia. El objetivo de esta operación de espionaje era desestabilizar la economía británica. Se eligió a este país (y no a Francia) porque el Imperio Británico tenía un sistema económico que abarcaba no solo los dominios y colonias, sino también la Commonwealth e, incluso, países ajenos a Gran Bretaña. La libra esterlina era, en aquellos momentos, una moneda internacional de referencia y Gran Bretaña la utilizaba para hacer los pagos que necesitaba para el esfuerzo de guerra. Derribar la libra, implicaba derribar el comercio internacional y debilitar a Gran Bretaña que se vería incapaz de realizar compras.

La Operación Bernhard consistió en la falsificación de billetes del Banco de Inglaterra de valores de 5, 10, 20 y 50 libras. No se falsificó la moneda que todos conocemos, que era más complicada, sino las llamadas «white notes» que son una especie de pagares bancarios. En la Segunda Guerra Mundial las comunicaciones entre los bancos no tenían la facilidad ni la inmediatez que tienen ahora y estas notas se utilizaban para realizar pagos o avales a distancia.

Bernhard se instaló en el campo de Sachsenhausen y tras muchas pruebas y errores con la impresión acabó buscando falsificadores e impresores con experiencia en el propio campo de Sachsenhausen y, más tarde, en otros. Su equipo llegó a estar formado por 142 personas, la mayoría judíos, que no sólo se encargaban de falsificar las notas, sino de crear el papel en el que estaba impreso con la conveniente marca de agua o de romper el cifrado de los números de serie para que fueran válidos. La falsificación propiamente dicha no empezaría hasta 1942 y se mantendrían hasta abril de 1945 cuando el campo fue evacuado. Se calcula que en esas fechas se imprimieron casi nueve millones de billetes por un valor de 134 millones de libras. La Operación Bernhard se acabaría convirtiendo en la mayor operación de falsificación de la historia.

La operación era secreta y debía mantenerse secreta incluso cuando concluyera porque si se descubría, el Banco de Inglaterra tomaría medidas sencillas (como cambiar los billetes). A finales de 1944, las SS dieron por concluida la operación. Krueger sabía el destino que le esperaba a su equipo (los matarían en los campos de concentración para guardar el secreto), pero lo peor de todo, para él, es que sabía que acabaría en el frente ruso (algo que no le apetecía mucho). Por ello, cuando le comunicaron el fin de la operación, él y su equipo se las ingeniaron para retrasar el cierre ofreciendo la falsificación del dólar americano, además Krueger ordenó a su equipo que no trabajaran muy deprisa. El final de la guerra debía pillarles trabajando aún en el dólar. [NdA: quizás el lector caiga en la tentación de pensar que Krueger era un buen comandante, a pesar de ser de las SS, pero algunos relatos de los supervivientes de la operación Bernhard no hablan bien de él. Por ejemplo, si alguno caía enfermo prefería matarlo antes que enviarlo al hospital para evitar cualquier fuga de información accidental].

Uno de los grandes problemas de la Operación Bernhard fue cómo distribuir ese dinero y que llegara a los mercados británicos. Se plantearon alternativas como lanzar los billetes desde aviones sobre Gran Bretaña, pero se descartó porque el Banco de Inglaterra hubiera sospechado enseguida de tanta generosidad. Lo que hicieron las SS fue utilizar esos billetes falsos para pagar a sus informadores y agentes en el extranjero. También los utilizaron para pagar compras en el mercado internacional. Sin embargo ese método era muy lento y cuando la guerra terminó, la mayoría de los billetes aún estaban almacenados. Se cree que la mayoría de ellos fueron arrojados al lago Toplitz, cerca de Ebensee, y que de allí los recuperaron buzos británicos, en 1959, para luego destruirlos [NdA: existe una leyenda que asegura que a ese mismo lago fueron arrojados cientos de lingotes de oro y aún hoy hay quien bucea en sus aguas esperando encontrarlos]. Aunque no en la cantidad deseada por los creadores de la operación, los billetes falsos siguieron apareciendo en el mercado británico muchos años después de la guerra, hasta el punto de provocar que el Banco de Inglaterra retirara de la circulación los de 10, 20 y 50 libras que no volverían a estar disponibles hasta los años 60, 70 y 80 respectivamente.

El equipo de Bernhard fue trasladado de un campo de prisioneros a otro según las tropas Aliadas se iban acercando. Ya no falsificaban pues no podían trasladar las máquinas y, al final, en el último de ellos se dio la orden de eliminar a todo el equipo. Como las SS solo tenían un camión, los dividieron en tres grupos y como había recibido la orden de matar a todos los falsificadores juntos, los dejaron para el final. La casualidad quiso que volviendo del segundo viaje el camión se averiara y se retrasara. Los guardias del campo donde estaban los falsificadores huyeron ante la proximidad de los Aliados y los prisioneros del campo, junto a los falsificadores, se alejaron de allí. Esa avería y el posterior retraso les salvó la vida y gracias a ello pudimos conocer esta operación secreta.

Bernhard Krueger fue capturado por los británicos y encerrado durante dos años. Después pasó un año en manos de los franceses y fue liberado libre de cargos en 1948. En los años 50 se presentaría a los tribunales de desnazificación y algunos de los miembros del equipo, sus antiguos reclusos, hablaron a su favor lo que le valió la absolución. En su vida civil trabajó en una emporesa relacionada con la impresión (sin falsificar más cosas). Moriría en 1989.

 
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