Nº: 234 . 3ª época. Año VI
Rol Negro: Misterio en la Residencia San José Por: Roberta Alias
 
 
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Misterio en la Residencia San José

Siempre que acudes a esos seminarios de la policía para reinsertar a los presos o para asustar a los jóvenes te dicen que el crimen nunca compensa y te dejan una pregunta en el aire. ¿Habéis visto alguna vez a un matón, camello, carterista, etc. llegando a viejo?

Mienten. La verdad es que no llegan muchos, pero algunos sí consiguen retirarse al llegar a una edad avanzada. Son gente lista, decidida y, tal vez, afortunada. Si han ahorrado dinero, estarán en alguna playa del Caribe o del sudeste asiático, pero si no tienen dónde caerse muertos, acabarán en la Residencia San José. Esta residencia está en Cunia, en una zona tranquila en la carretera del sur, más allá del aeropuerto. No la busquéis en el mapa, pues no aparece, incluso el coche de Google la saca borrosa cada vez que pasa delante de ella.

Es una casona, con algo de jardín alrededor y una valla de ladrillo y rejas metálicas con cámaras de seguridad en su perímetro. Al parecer el dueño de la residencia llegó a un acuerdo con las principales organizaciones de la ciudad y la residencia está abierta a todos sus "valores veteranos". Hay una especie de pacto de dejar fuera los problemas del pasado y todos conviven en el interior con el aburrimiento y la condescendencia de este tipo de instalaciones.

Hasta hoy…

Los personajes

La partida la hemos pensado para un grupo de investigadores de la policía a los que puedes sorprender con todo lo que hay ahí dentro, pero también podría jugarse haciendo que los personajes sean residentes de la instalación. Una persecución en tacatá podría ser el final con el que toda partida de Rol Negro ha estado soñando siempre.

La residencia San José

Una lujosa casa de tres alas y dos alturas. Se llega hasta ella tras cruzar una pesada puerta metálica (motorizada) y un camino de gravilla donde los neumáticos crujen al pasar. El resto del terreno es un jardín muy bien cuidad, con macizos de flores, caminos con grandes losas y bancos. Más parece un parque público que el jardín de una casa.

Se accede a la mansión por la parte centrar, la unión de las tres alas. El recibidor es amplio, lujoso y con una enorme escalera de mármol. En el centro de esta hay dos ascensores acristalados que son posteriores a la casa y que no pegan mucho en ese entorno señorial de la instalación. Tras una puerta de la escalera está el comedor, una sala multiusos y la cocina. Esta tiene una puerta discreta que da a la parte posterior de la casa hasta donde llega también un camino de gravilla.

Cada ala forma un conjunto de seis habitaciones y se accede a ellos por unas puertas dobles RF60 (antiincendios) que se cierran por las noches y que tienen un mecanismo que las abre en caso de incendio. No ha hecho falta comprobar si el mecanismo funciona. La parte superior de las escaleras que comunica con las tres alas de la primera planta es una sala de estar con sillones cómodos, mesas para jugar al backgammon o al ajedrez y una gran librería repleta de libros (clásicos de aventuras).

Cada habitación tiene una mesa, una cama amplia, un gran ventanal, un armario antiguo, pero amplio y un aseo. En el aseo solo hay inodoro y lavabo. Al final del pasillo hay un cuarto de balo comunal con inodoros, duchas individuales y lavabos. Esta todo lleno de acero inoxidable, parece un lavabo de una terminal (de hecho, hay ahí algunos aparatos que "desaparecieron" de la última ampliación del aeropuerto.

El cadáver.

Habéis recibido una llamada por la noche de un celador de la residencia avisando que ha encontrado el cadáver de uno de los residentes. Quién llama no ha sido muy claro, pero aseguraba que no había sido muerte natural y los detalles añadían sangre y cuarto de baño. La llamada tuvo lugar a las 2:36.

Cuando lleguen a la residencia les recibirá la gerente Virtudes que tiene una pinta de haber sido expulsada de un convento por ser demasiado estrictas. Les dirá que ha sido un incidente interno y que, seguramente, podrían haberlo resuelto ellos solos. Se disculpará por molestar a la policía a esas horas y lo explicará diciendo que el celador es novato y no conocía el procedimiento.

[Nota: el "procedimiento" es llamar al teléfono de contacto de la víctima y, entonces, la organización correspondiente se hace cargo de la investigación. Si preguntan por el procedimiento, la gerente sabrá que son novatos en Cunia. Permíteles una TA para darse cuenta de ello sin preguntar].

El cadáver está en en el cuarto de baño del ala derecha de la primera planta. La gerente dice que solo lo han tocado para comprobar si estaba muerto, aunque, vista la cantidad de sangre quedaban pocas dudas. El cuerpo está sentado en al suelo con las piernas abiertas, pero las rodillas dobladas. Sus pies casi se tocan. El cuerpo está apoyado contra la pared y tiene la garganta rajada de parte a parte (un corte enorme). El asesino se ha molestado en sacar la lengua de la víctima por el agujero de la garganta (muy desagradable). Toda la ropa, un pijama, está llena de sangre y a su alrededor hay mucha más sangre.

Hay una huella de pisada en la sangre, pero no hay marcas de esas pisadas fuera de allí. Es como si el que pisó la sangre se hubiera quitado la zapatilla para salir de allí (o como si alguien las hubiera limpiado después que es lo que realmente ha pasado). Una TA adecuada permitirá a los personajes suponer que la zapatilla extraída hubiera dejado gotas que tampoco están. El tamaño parece un 43.

Nota, la huella es del celador.

El muerto es Don Manuel y como Virtudes les contará era un residente muy amable, querido por todos desde que llegó hace unas semanas. Es el residente más reciente en entrar en la residencia. Podríamos decir que era el novato.

Si preguntan por el celador que encontró el cadáver, Virtudes les comentará que estaba muy nervioso y le ha mandado a casa.

Nota: en realidad le ha dicho que se esconda porque la ha cagado a base de bien llamando a la policía y es mejor que no le encuentren los "benefactores" de la residencia.

Las pesquisas

La partida está pensada para que tus personajes interactúen con los residentes y poco a poco establezcan una teoría sobre lo que ha pasado y detengan al culpable. Salvo el tema del celador (que en realidad no es vital), el resto se puede resolver en la misma residencia o con llamadas de teléfono o consultas en un ordenador. En este capítulo de la aventura, iremos tratando diferentes escenas de la investigación. No es necesario incluirlas todas y puedes añadir aquellas de tu cosecha que consideres necesarias.

Todos parecerán culpables y quizás todos lo sean. Esta es una partida en la que el "asesino" podrá ser quién te convenga. La sección de Dramatis Personae (al final) te ayudará a conocer a los residentes y sus motivaciones. Elige al asesino que creas que más va sorprender a tus jugadores (de eso se trata, de sorprenderlos), pero elígelo antes, no durante la partida (eso es una apuesta segura a cometer algún error con los detalles).

La residencia es algo turbio de las mafias de la ciudad y no estarán muy contentas de que alguien esté husmeando en ellas. A primera hora de la mañana les presionarán para que cierren el caso y al medio día, lo cerrará el jefe de los PJ con una orden que llega de arriba. Aunque tus jugadores no tienen por qué saber esto, algunos comentarios de Virtudes, su experiencia previa o algunas TA adecuadas les indicarán que no tienen mucho tiempo.

En la residencia hay algunos personajes más que no son sospechosos de haber cometido el crimen, introduce los que necesites: cocineros, celadores, más residentes. Serán PNJ de relleno para despistar un poco a tus jugadores.

Debes tener en cuenta que Virtudes no quiere saber qué ha pasado solo quiere un culpable para que se acabe la investigación. Hay cosas ocultas en la residencia que mejor no descubran los agentes. Además, ella sabe que los "patrocinadores" descubrirán al culpable si quieren.

La visita del forense

Aunque tus personajes tendrán mucha experiencia policial, el protocolo es el protocolo y es el forense el que hace el trabajo preliminar de examinar el cadáver y retirar el cuerpo. Este hombre no es el jefe del anatómico-forense ni tiene mucha experiencia. Es de noche y es Cunia, el forense de guardia es o alguien muy novato o al que le tiene manía el jefe de forenses y le ha hecho pringar por la noche. Llegará media hora después de los personajes y su trabajo le llevará unas dos horas. Pueden estar con él haciéndole preguntas, pero eso no hará que vaya más deprisa. Quizás sea mejor si dedican ese tiempo a hablar con los residentes.

El forense descubrirá:

- la víctima murió de una puñalada muy certera que le entró por la parte inferior de la mandíbula y le perforó el cerebro. El enemigo tenía que estar muy cerca de su víctima y tener gran fuerza en los brazos.

- El corte en la garganta y la corbata colombiana (el forense la llamará así por si tus jugadores no lo saben) son postmortem

- La víctima llevaba condones en su batín.

- Y se había perfumado en exceso; el olor se ha sobrepuesto a la sangre. Tiene que hacer algunas pruebas, pero parece BOSS, una fragancia ligeramente afrutada.

- Murió entre la 1:00 y las 2:00 de la noche.

Tras este informe preliminar, se llevará el cuerpo. El informe final tardará días y tus jugadores no tienen tanto tiempo.

La rutina de la residencia

Virtudes les informará de la rutina de la residencia y les pedirá que la alteren lo menos posible.

- 6:30 - Se encienden las luces del pasillo.

- 7:00 - Los residentes despiertan. Se abren las puertas de las alas.

- 8:00 a 9:00 - Desayuno en las habitaciones o en el comedor

- 9:00 a 13:00 - Paseos matinales o juegos de salón en la zona común de la planta baja o la primera planta

- 11:00 - Almuerzo ligero que se les lleva donde estén los residentes

- 13:00 a 15:00 - comida y siesta

- 15:00 a 16:00 - tiempo libre (muchos alargan la siesta)

- 16:00 a 21:00 - Paseos vespertinos o juegos de salón en la zona común de la planta baja o la primera planta

- 18:00 - merienda ligera que se lleva dónde están los residentes.

- 21:00 a 22:30 - cena

- hasta las 23:00 - tiempo libre

- 23:00 - Se cierran las puertas de las alas.

- 23:30 - Se apagan las luces del pasillo.

Si a los jugadores les sorprende que se cierren las puertas de las alas, Virtudes comentará que es por seguridad de los residentes. Muchos se despiertan y caminan por las noches y el pasillo y el aseo es un entorno seguro, pero más allá podrían hacerse daño, salir a la calle y desorientarse o caerse por las escaleras.

Las horas y el detalle del cierre de las puertas les indicará que el asesino, quién quiera que fuera, debería estar en la misma planta que donde se encontró el cadáver. Más adelante descubrirán que no tiene que ser así, pero quizás ya tengan su sospechoso principal.

En el ala del finado hay seis habitaciones, pero una de ellas está vacía. El resto de residentes, además de Don Manuel son: Doña Clara, Don Ramón, Doña Teresa, Don Pablo.

Quizás a tus personajes les extrañe que las alas sean mixtas, que convivan en el mismo sitio varones y mujeres. La política del establecimiento, podrá explicarles Virtudes, es que los residentes son adultos y que pueden relacionarse como adultos. Si alguno da problemas en ese aspecto, entonces le tratan como a un niño (y le mandan al ala izquierda de la planta baja: los castigados).

Las identidades

Tarde o temprano, los jugadores se darán cuenta que nadie es quién dice ser en esta residencia y que todos los nombres son falsos (una medida de seguridad, claro). En el apartado de Dramatis Personae hemos añadido esta identidad verdadera, pero los personajes no la revelarán sobre sí mismo, pero quizás lo hagan sobre algún otro. Revelar la verdadera identidad de otro, sobre todo si lo convierten en sospechoso, será un divertimento para los residentes (ellos no tienen mucha animación en sus vidas últimamente).

También pueden, claro, tomar las huellas a todos y mandarlas a la comisaría para que las cotejen. Así sabrán quién es todo el mundo, pero la escena de tomar las huellas a "inocentes" que son perros viejos en esto quizás no salga como esperan. Algunos se llenarán los dedos de pagamento y otros serán más radicales y se los quemarán con la cafetera. Y muchos habrá que obligarles por la fuerza a que pongan los dedos en el papelito mientras gritan que se están violando sus derechos fundamentales y demás.

La corbata colombiana

Seguramente tus jugadores han visto suficientes películas o series como para saber lo que es una corbata colombiana. Lo que probablemente desconozcan es que no es tan habitual como parece ya que, en origen, se reservaba a los tipos que se iban de la lengua (con la policía o con otras organizaciones). No es la marca de identidad de ninguna banda ni algo que se haga con todos los asesinados. Se reserva solo a los que se van de la lengua. ¿Es una advertencia o alguien plantar una pista falsa?

Si tus personajes no saben nada de corbatas colombianas, deja que consulten Google. También podrían hablar con algún experto en bandas de la comisaría, pero recuérdales que s de noche y, probablemente, estarán despertando al experto.

Investigando al fallecido

Si buscan información del fallecido no encontrarán nada relevante. Si miran la ficha de ingreso (Virtudes se la facilitará), ninguno de sus datos es cierto, ni siquiera el teléfono. Debe quedar claro pronto que Don Manuel no es Don Manuel.

Pueden pedirle a un compañero en la comisaría que coteje las huellas si ha tenido la ocurrencia de tomarlas antes (es raro porque nunca piensas que el muerto no sea el muerto). Lo que si pueden hacer es pedirle al forense que se la pase a alguno de los compañeros de la oficina o pedirle a estos que bajen a conseguirlas. Tardará un poco, pero, al final, sabrán la identidad del fallecido porque tiene algunos asuntillos menores: principalmente multas por desórdenes públicos (tomar fotos donde no debe, colarse en establecimiento sin permiso o alguna pelea por importunar a gente por la calle). Nada grave y ninguno le ha llevado a la cárcel. Sabiendo quién es, sabrán que es periodista, una especie de freelance, especializado en temas del crimen organizado. Suele trabajar fuera de la ciudad (la profesión de periodista especialista en crimen organizado es muy peligrosa en Cunia), pero en esta ocasión debía ir detrás de algo.

No tiene residencia en Cunia y si tiene alguna en otra ciudad no consta en ninguno de los papeles archivados. Su DNI indica una dirección de Madrid. Podrán preguntar por ella por la mañana a sus colegas de la Policía Nacional. Tardarán un poco, pero les confirmarán que vive allí por el nombre del buzón y preguntando a unos vecinos, pero que no hay nadie en la dirección. No, claro que no, no pueden entrar en la casa hasta que no haya una orden judicial. Eso llevará unos días. [Digamos que los compañeros de Madrid están siendo un poco estrictos. Pueden entrar en la casa de fallecido, pero los favores a Cunia no son siempre bien recibidos por la autoridad pertinente. Hay cierta tensión intercuerpos]. Si tiran de conocidos o de contactos, la casa será del fallecido, pero parecerá que se ha ido de viaje hace tiempo. Falta bastante ropa. El resto de la casa está bien.

La habitación del fallecido

La habitación del fallecido está revuelta, pero no tanto como para imaginar que alguien la ha registrado. Pudiera ser que el hombre fuera muy desordenado (de hecho, así es).

En un cajón del escritorio hay una bolsa con cremallera con unos 3000 euros en billetes de 20 euros. Esto no es muy habitual. Su objetivo era sobornar a algún trabajador para que le contara detalles oscuros de los residentes.

En el armario de la habitación hay un portátil pequeño, de estos discretos que solo sirven para escribir. En su interior no hay mucha información. Parece que estaba en la primera fase de su investigación y no consideraba necesario, aún, escribir nada. Tendrán acceso a su correo, pero en 10 días ha recibido los típicos correos spam que todos recibimos. Llamará la atención un correo de su banco diciéndole que ha sacado 3000 euros de su cuenta que si quiere aumentar el límite de su tarjeta. Y un segundo correo de La Verdad (el periódico de Cunia) preguntándole por un trabajo anterior: corrupción en la RENFE y que si aún está disponible.

Entrevistando a Doña Clara

Les recibirá con un bata y sentada en la cama. Lleva un rato despierta (desde el descubrimiento del cadáver), pero solo confesará que salió a ver qué había pasado si la presionan un poco, no mucho, sabe que salir a curiosear no es delito.

Cuando el celador descubrió el cadáver, ella estaba durmiendo, pero luego, claro, se despertó con los ruidos de "la" Virtudes (no le cae bien) por el lugar. Y claro, se levantó, se visitó y fue a curiosear. Pobre hombre, mejor si me hubiera quedado en mi cuarto. No, no fue la única en ir a verlo, creo que estuvimos todos menos, espere un momento, Don Ramón no estuvo y es raro que se lo perdiera. La Virtudes les echó la bronca y no ha vuelto a salir de su cuarto. ¿Podría subirles un tentempié?

Está mal hablar de los muertos, pero ese tal Don Manuel no mera trigo limpio. Empezó a tirarle los tejos desde el primer día, pero lo hacía con todas, incluso con Virtudes que es más seca que el palo de una escoba. Yo creo que era el típico ligón de residencias que se va camelando a las ancianas para que le hagan la vida más fácil (o para robarles su dinero).

Pero pregúntele a Don Ramón, les vi discutiendo el día anterior.

Si registran la habitación, descubrirán que hay un número impar de agujas de coser. Doña Clara dirá. Sí, he notado que me falta desde hace unos días. Este sitio está lleno de ladrones.

Entrevistando a Don Ramón

Todo en él transpira testosterona. Es un hombre acostumbrado a vivir en entornos masculinos y eso se aprecia en su ropa (pantalones cortos y camiseta interior para dormir). Hay un cesto de ropa sucia, pero las prendas están a su alrededor. Hay un ordenador portátil sobre la mesa, pero está acompañado de envoltorios con tantas grasas saturadas que no creo que no son de la residencia. Tampoco parece que le importe que descubran que come a escondidas. Será hostil, como si la presencia policial le molestara. También le molesta que el celador no haya sabido tener la boca cerrada. En mi época, estas cosas no salían del muelle.

Cuando el celador descubrió el cadáver, estaba mirando páginas de adultos (ustedes ya me entienden) en su ordenador. Escuché al celador corriendo, pero no hice caso, pero cuando la Bruja (siempre se refiere a Virtudes con ese nombre) se marchó por segunda vez, salí a curiosear. No, no fui el único en ir a verlo, creo que llegué el último y estuvimos todos menos, espere un momento, Doña Teresa. Esa mojigata no salió de su habitación. La Bruja volvió y nos encerramos en el cuarto. Sí, claro que miré después, vi al tonto del celador limpiando con una fregona las manchas de sangre de la escalera. No, el pasillo debió limpiarlo antes de que saliéramos nosotros; allí no había sangre.

Está mal hablar de los muertos, pero ese tal Don Manuel era un bocachanclas. Sus historias parecían inventadas y no encajaban. Se estaba echando el pisto, sabe, pero algunas cosas olían a inventadas. Si no le hubieran matado, no habría tardado en ponerle en su sitio al soplagaitas ese.

Pero pregúntele a Doña Teresa, les vi algo acaramelados estos días.

Entrevistando a Doña Teresa

La habitación tiene el mismo olor que los lirios en verano con unos toques de higuera. El olor es intenso, o bien tiene las plantas escondidas debajo de la cama o acaba de pulverizar toda la habitación con un ambientador de los buenos. La cama está hecha y hay unos cojines con bordados de color verde encima de ella. Les recibirá sentada a la mesa donde, según dice, está escribiendo una carta a su hermana contándole lo sucedido. No quiere que lo lea en la prensa y se preocupe.

Cuando el celador descubrió el cadáver, estaba durmiendo. Recuerdo que me desperté con el ruido de la puerta y el chapoteo de la fregona, pero no salí porque escuche la voz de la nazi (así llama a Virtudes). Luego escuché que terminaba y que ella también se iba y salí a curiosear. Sé que no debí hacerlo, pero no tenemos muchas distracciones por aquí. En el baño se juntaron todos menos Don Pablo. Él es raro, no se relaciona mucho con los demás. Luego volvió la nazi y nos mandó a todos a las habitaciones. Allí he estado hasta ahora que han entrado ustedes. ¿Saben ya quién ha sido? ¿Le van a detener? Apostaría, si me fueran esas cosas, que ha sido Don Pablo. ¡Es tan rarito, ya me entienden! Les vi muy amigos a los dos la otra tarde.

Entrevistando a Don Pablo

Si las cosas de uso diario pudieran hacer el servicio militar, no se colocarían en su sitio con más precisión que en la habitación de Don Pablo. Las sábanas de la cama tensa (podría botar una moneda), los lapiceros del escritorio afilados y colocados por colores, el cable del ordenador perfectamente oculto en la pata de la mesa. La ropa del armario ordenada por tipos y colores. La habitación (y él mismo) rezuma pulcritud y orden (a niveles enfermizos). Es el único de los residentes que no está en pijama o similar, sino que se ha vestido con un polo de color crema y unos pantalones frescos de color avellana. Su calzado es de estos cómodos que son como zapatillas de deporte, pero con la apariencia de calzado de vestir.

Cuando el celador descubrió el cadáver, estaba durmiendo. Me desperté con la conversación de la Regenta (un mote literario para Virtudes) y el celador. Ella le decía que se fuera y luego ella misma bajó por las escaleras. Entonces se puso las zapatillas, el batín, se peinó y salió al pasillo. Cuando llegué al baño estaban allí Teresa y Ramón, pero no recuerdo haber visto a Clara (quizás no se atrevió a salir) o ya se había retirado porque sospecho que la escena la impresionó: ella y el nuevo habían hecho buena migas. Parecían una pareja.

Entrevistando a Virtudes

Tras las entrevistas con los residentes del ala de la víctima, parecerá claro que Virtudes no ha sido precisa con los detalles y querrán hablar con ella de nuevo. Les contará los detalles, aunque siempre a su manera:

- Después de llamar a la policía, el celador la llamó a ella. (Esto es cierto; el celador vio una nota que hay en el cuarto donde pasan las noches entre guardia y guardia y en dicha nota o cartel pone: pase lo pase, llama primero a y el número de Virtudes).

- Ella vive cerca y tardó unos minutos en llegar. (Lo que no contará es que vive al lado de la mansión en una casa de "invitados" que es parte de su sueldo. Puede estar en la residencia en 2 minutos. Se llega a su casa a través de un hueco en la valla, con puerta, de la que solo ella tiene llave.)

- El celador estaba en shock así que subió sola a ver el cadáver y vio las pisadas de sangre del celador.

- Tras ver la escena y suponer que estaba muerto, ordenó al celador que limpiara sus pisadas por el pasillo. Si le preguntan es para evitar que las vieran los residentes o que alguno se resbalara. (Esto es casi cierto, esperaba limitar la "zona" de investigación al máximo). Sin darse cuenta, el celador también borró algunas gotas de sangre del pasillo que llevaban hasta la habitación vacía (aunque no limpió el interior).

- Cuando el celador terminó de limpiar, le mandó a casa para que se tranquilizara. (La verdad es que le dijo que se quitara de en medio unos días. Que saliera de la ciudad y le llamara para ver si podía volver).

- Al volver a subir arriba, vi a los cuatro residentes en el baño y los mandé a sus habitaciones. Les amenace que les acusaría del asesinato si salían de sus habitaciones. (Lo que no dirá es que ha permanecido en la zona de descanso de la primera planta vigilando que no salieran de ellas hasta que los policías llamaron a la puerta).

Además, si le pregunta si revisan los datos de los residentes, le confirmará que no. A la residencia no les importa cómo quieran llamarse mientras los cheques mensuales vayan llegando.

Buscando al celador

No está, así de sencillo. No está en su casa, ni responde a su teléfono ni nada similar. Todos los intentos de encontrarle (por ejemplo, visitando la dirección que Virtudes les facilitará) serán infructuosos. Está escondido en el agujero más profundo que ha encontrado. Llevará días localizarle.

Comentarios del personal de la residencia.

Si hablan con otros celadores les dirá que Don Manuel era autosuficiente y que no había ninguna razón para estar en la residencia. De hecho era más joven de lo que quería aparentar. No, nunca dijeron nada porque en este sitio se aprende a mantener la boca cerrada.

Si hablan con la cocinera, comentará que Don Víctor era muy amable y siempre le dedicaba algún comentario elogioso sobre la comida. No es algo muy habitual en este lugar de desagradecidos. También les dirá que Virtudes vive en la casa de al lado y que ella, la cocinera, la ha visto llegar muchas mañanas desde una puerta que hay en esa dirección.

Si hablan con el jardinero, les dirá que él nunca entra en la casa y que no sabe nada de lo que pasa dentro. En su opinión son una panda de ricos que se han cansado de no tener a nadie en casa cuidándoles. Sí recuerda a Don Manuel porque le dio cháchara varios días preguntándole cosas sobre el jardín, los macizos, el abono. Pensó que era un tipo aburrido que buscaba conversación.

[3]Comentarios de otros residentes.

No todos los residentes les dirán lo mismo, pero, entre todos, darán alguna información que corroborará sus pensamientos. A continuación te ponemos alguno de ellos para que puedas utilizarlos a tu conveniencia:

Residentes

- Ese Don Manuel no era trigo limpio. Diría que era un detective o un policía infiltrado.

- Ese Don Manuel no dormía mucho. Podía oírle por la noche deambulando por el piso de arriba.

- Ese Don Manuel era homosexual. Se me insinuó varias veces y si no fuera por la silla de ruedas le habría matado yo mismo.

- Nunca he oído a nadie alabar tanto una comida tan mala. Era un pelota de campeonato.

- Les hacía muchas sonrisitas a los celadores. El típico pelota con la autoridad. Ya sabía yo que no iba a durar mucho.

- Intentó meterme mano. Sí, como se lo digo. Aquí en los pechos. Tuve que detenerle y cantarle las cuarenta.

- Por la noche vi al celador huyendo. Tenía sangre en la zapatilla, se lo juro. Él es el asesino.

Celadores

- Era amable y comprensivo y nunca pedía las cosas de malas maneras (comparado con algunos de los elementos que tenemos aquí era una bendición).

- En una ocasión preguntó por la clave de la wifi. Se la dimos claro, ¿qué puede hacer con ella? Además, se cambia cada pocos días.

- Trató de comprarme un postre extra con un billete de 20 euros. Le di el postre, pero no le cogí el dinero.

- Me preguntó dónde llevaba la puerta de la valla en la parte posterior del jardín. Le dije que ahí es dónde metían a los preguntones y no volvió a molestarme.

- Le pillé una noche tratando de salir de su ala con don chapas metálicas que a saber de dónde había cogido. Le amonesté, pero no dije nada. Los primeros días suelen ser duros para los fumadores.

La habitación vacía

Tarde o temprano se les ocurrirá visitar la habitación vacía. Está, vacía, sin nada en el escritorio, sin nada en la cama (ni sábanas), sin nada en el armario y sin nada encima de los aparatos del cuarto de baño.

En el suelo hay algunas gotas de sangre, pero muy pequeñas. Es fácil pasarlas desapercibidas.

Si investigan un poco más, acabarán descubriendo que el baño de la habitación no tiene agua. La llave de corte del baño está cerrada. Tampoco hay agua en la cisterna del inodoro. Si la abren descubrirán el arma del crimen con sangre, quizás un cuchillo de cocina (dependiendo del asesino) y un pijama manchado de sangre (mucha sangre, como si se hubieran limpiado con el pijama). Llaman la atención las manchas del pecho y, sobre todo, en la manga derecha. Tras este descubrimiento la identidad del asesino debería ser más sencilla.

Nota importante: si los policías han entrevistado a los residentes (y estado en sus habitaciones) y abandonan la residencia (para ir a por el celador), el asesino recogerá estas cosas del cuarto y las tirará a la basura del jardín (el jardinero las encontrará días después porque le llamará la atención el exceso de moscas). Pero si los policías están por ahí, el asesino no se atreverá a mover las pruebas por si le descubren.

Resolviendo el caso

El asesino se agencia con anterioridad el arma del crimen. Los residentes pueden recibir paquetes o podría ser algún objeto personal que ya tuvieran. El asesinato es premeditado. Se citó con el periodista en el baño con algún pretexto (posiblemente contarle los secretos de la residencia) y allí lo apuñaló primero y luego le rajó la garganta para hacerle la corbata colombiana (una forma muy desagradable de desviar la atención). Tras matarlo, se dirigió a la habitación vacía donde, previamente, había dejado uno de sus pijamas para cambiarse (sabía que se mancharía) y lo escondió en el inodoro. No era la primera vez que utilizaban ese lugar para esconder cosas a Virtudes (alcohol, tabaco y otras cosas). Lo que el asesino no supo ver es que el arma goteó de camino a esa habitación y algunas gotas quedaron en el suelo. Afortunadamente para ellos, la limpieza posterior del celador borró cualquier rastro del pasillo.

Si la asesina es Doña Clara habrá armado un poco de escándalo por la desaparición de su aguja de hacer punto hace unos días y es la que utilizará para asestarle la estocada mortal. Le llevó al baño con intenciones románticas y no le fue difícil que agachara la cabeza desabrochándose un botón del pijama. Él era un baboso y le acercó el cuello sin sospechar nada. Solo tuvo que sujetarle la cabeza con la izquierda y hacer fuerza con las dos manos. Para rajarle el cuello utilizó un cuchillo que previamente había robado de la cocina.

Si el asesino es Don Ramón habrá citado a la víctima en el baño con la excusa de contarle secretos de la residencia. Cuando aceptó, le confirmó que era un investigador y que amenazaba el bienestar de la residencia. Hizo que le trajeran un punzón del puerto (un antiguo compañero que nada sabía de sus intenciones) y según le vio le clavó el punzón sin darle tiempo a reaccionar. Utilizó el mismo punzón para darle el corte del cuello (por eso es irregular, algo que podrá decirles el forense) y le sacó la lengua. Solo quería despistar a los responsables de la residencia.

Si la asesina es Doña Teresa habrá citado a la víctima en el baño con la excusa de un tórrido encuentro en la ducha. Lo que la víctima no esperaba es que le recibiera con un estilete. Ni se molestó en explicarle porque iba a morir. Entretenerse a hablar ha sido el talón de Aquiles de muchos compañeros de profesión. Muerte y corte en la garganta para que su familia supiera que se había hecho justicia.

Si el asesino es Don Pablo se citaría con la víctima como si fuera a hacer caso a sus pretensiones amorosas y una vez allí (y con la aguja de calceta robada a Doña Clara) se la clavó hasta el cerebro. Luego le hizo un corte con un cuchillo robado en la cocina y le sacó la lengua para despistar sobre el motivo del asesinato (no quería que por matar a este tipo su secreto saliera a la luz).

La clave para identificar al asesino es el pijama. Por fortuna nuestros sospechosos tienen tallas y sexo diferente y será fácil identificar al propietario del pijama. Los otros tres, incluso, podrán señalarle como dueño de ese pijama.

¿Pero está el caso resuelto realmente?

Tienen al asesino, tienen el arma, tienen el pijama. ¿Qué problema hay? Su jefes no les pondrán problemas y los jefes de la residencia tampoco. Se mostrarán aliviados de que todo haya acabado (en especial virtudes), pero ¿y si…?

Quizás Virtudes orquestó el asesinato temiendo que iba a descubrir la actividad de la residencia en un periódico. Y quizás utilizó el pijama de uno de los residentes para inculparle y todo es un montaje. La limpieza del pasillo puso ser, realmente, para ocultar las gotas que el arma había dejado, pero el pobre celador no se dio cuenta. Quizás el celador llamó a la policía cuando Virtudes llegaba a casa después de cometer el crimen dejando en la habitación vacía dejando las pruebas falsas. Ella sabe que ninguno de los residentes culpará a otro. Es la ley del silencio.

O quizás los cuatro residentes del ala descubrieron el doble juego del periodista y todos participaron en su asesinato, pero no hay honor entre ladrones y uno de ellos ha inculpado al detenido.

Estas preguntas, o dudas, las puede poner el forense sobre la mesa cuando acabe su informe y, ¿quién sabe? quizás supongan una segunda parte del Misterio de la Residencia San José.

Dramatis Personae (a modo de ayuda)

Virtudes García (nombre falso, claro).

Se trata de la directora de la residencia. A pesar de su aire de dureza (una fachada frente a las sabandijas que tiene en su establecimiento) tiene buen corazón y como el tema del presupuesto es generoso trata de dar lo mejor a sus "clientes". En el fondo, lo que le ocurre es que tiene miedo y sabe que los que pagan (que no son los residentes) no se toman a bien los problemas.

Tratará que los personajes se tomen el menor tiempo posible en resolver el crimen. Incluso ofrecerá sospechosos si ve que se atascan. No son sospechosos viables, solo los que le caen peor. Su única obsesión es que todo acabe rápido.

Es soltera y alguien diría que tuvo una juventud donde tenía que espantar a los moscones, pero ahora pasa de esos temas y sus residentes le han hecho tantas insinuaciones que está harta de escucharlas.

Su verdadero nombre es Amalia Liebres y fue durante muchos años una de las Chicas de Catty. Atendió a algunos de los residentes en su otro trabajo, pero la mayoría lo ha olvidado o son lo suficientemente discretos como para no recordarlo. Excepto Don Manuel que era un bicho que la amenazaba con contarlo si no le daba más postre o más medicinas. Ella le dijo que si lo contaba le echaría de la residencia fuera quien fuera su jefe.

Don Manuel (Víctima):

Es un anciano que ha llegado hace unas semanas a la residencia y que había caído muy bien a todo el mundo. Le gustaba contar historias de sus días fuera de España (especialmente en Colombia) y es bastante amable y generoso. Parecía más un anciano de una residencia que un mafioso retirado.

Su verdadero nombre es Apolino Madrul y es un periodista de investigación (al menos lo fue) que se especializó en reportajes sobre la mafia. Estuvo en Colombia, en México, en Argentina y, claro, en Cunia. No está claro si estaba realmente ingresado en la residencia o todo era una tapadera para investigarla desde dentro.

Doña Clara

Una anciana amable que bien podría ser la entrañable abuelita de cualquiera de nosotros. Junto a ella siempre hay algún elemento de costura, como estas agujas de coser con las que se tejen bufandas y se hacen jerséis a las mascotas. Moverá los instrumentos de costura con soltura (sorprendente para su edad) y si le preguntan responderá que está tejiendo un pasamontañas para el marido de una nieta. El pobre es tan cabezón que no los encuentra de su talla (naturalmente, es mentira; está tejiendo un cubre urnas funerario para el pobre Don Manuel y parece que lo empezó antes de su fallecimiento).

Su verdadero nombre es Almudena Sigra y durante algunos años fue conocida como "Miss Cuentas" ya que llevaba la contabilidad de varias organizaciones menores hasta que pasó a trabajar en exclusiva para los Metropolitanos. No sabe por qué, pero sabía que Don Manuel era un fraude, detalles de su historia que no encajaban mucho.

Don Ramón

Si imaginas a un enorme estibador del puerto que haya "trapicheado" lo suficiente para pagarse una residencia exclusiva en la tercera edad, verás, sin duda, la imagen de Don Ramón. Fuerte, poderoso, de voz grave y ademanes portuarios. De hecho, no negará que trabajó en los muelles como encargado.

Su verdadero nombre es Carlos Fuentes y fue conocido como la anguila negra, un sigiloso asesino a sueldo de la organización de Los Latinos. La policía le relaciona con más de 35 asesinatos sin resolver, pero nunca se encontraron pruebas. Tiene preferencia por las armas de fuego (revólver) con silenciador, pero se conocen algunos asesinatos atravesando el cerebro con un punzón portuario desde abajo.

Doña Teresa

Si alguna vez has imaginado a una madre piadosa que regente una casa de acogida para huérfanos de la calle, esa es doña Teresa. Humilde, pero firme sin necesidad de levantar la voz. "Ya henos hablado, pequeño Nicolás, que los asuntos del gobierno se tratan fuera de casa. No me dé el disgusto de tener que quitarme la zapatilla." Sonríe, mucho, quizás demasiado, pero ella es así, un azucarero que flota en medio de un mar repleto de tiburones.

Su verdadero nombre es Carmela López y es natural de Colombia (aún se le nota en algunas expresiones). En Cunia ha trabajado para la mafia china como un correo para asuntos especiales: cobrar deudas, dar palizas (sí, tendríais que haberle visto con un bate de beisbol en las manos) y, en ocasiones, ajustar cuentas con listos que no pagaban o que trataban de huir de la ciudad. Estuvo a punto de ser condenada en dos ocasiones, pero tecnicismos legales la salvaron del juicio. Era conocida como "Estilete" por su caprichosa forma de matar a las víctimas (clavándoles un afilado abrecartas).

Carmela era muy joven cuando conoció a Apolonia en Colombia. Estaba allí infiltrado y, lo reconoce, se la cameló para sonsacarle información. El artículo posterior puso a toda su familia al descubierto y tuvieron que huir del país. Solo ella lo consiguió. Cuando vio a Don Manuel en la residencia se dio cuenta que él no la había reconocido.

Don Pablo.

Contará a todo el que quiera escucharle que trabajo toda su vida en una empresa de hostelería llevando las cuentas para su jefe. Era un trabajo tranquilo que no daba muchos sobresaltos. Su jefe fue creciendo y su trabajo también y con los años tuvo varios contables a sus órdenes. Entrenó a uno de ellos como su sustituto y se retiró a esta residencia (que le pareció la mejor). No tiene familia y nunca ha tenido pareja ni hijos (muy adicto al trabajo) y por eso prefiere pasar sus últimos días acompañado de gente.

Su verdadero nombre es Andrés Gallardo y ha sido uno de los contables de Don Víctor hasta que le pidió jubilarse (demasiados sustos) y su jefe le agradeció años de dedicación "encerrándole" en esa residencia. Su despacho y vivienda estaba en uno de los hoteles más lujosos de la ciudad y, por ello, no se puede quejar. Ha tenido una buena vida, llena de lujos y pequeños placeres.

Es homosexual. No es algo que haya hecho público porque en su entorno laboral no estaba bien visto, pero tampoco se engaña a sí mismo, lo es y a esta edad ya es indiferente que te gusten o no los hombres (tampoco hay mucho que puedas hacer con ello). Sus roces con la víctima vienen de ahí, porque trataba de sacarle del armario o de descubrirle haciéndole insinuaciones de lo más torpes. Y le tocaba. ¿Por qué demonios tenía que tocarle?

 
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