Editorial
Soy rolero. No es algo que me defina ni que marque ninguna diferencia, pero es algo que soy. Tengo otras aficiones, me gustan otras cosas, pero esta es una de ellas. Me gusta el rol de la misma forma que me gustan las películas apocalípticas de serie B, de esas que echan en algunas cadenas de televisión los días que piensan que no les va a mirar nadie, de la misma forma que me gustan las cosas que me divierten, pero no es esa la única razón. Para mí, el rol es una forma activa de vivir otras historias. Son novelas, cómics, películas donde puedo participar y esa capacidad de explorarme, de explorar un mundo diferente y de conocer otras historias es lo que hace que me guste el rol.
Los jugadores de rol no somos menos que los lectores de novelas o los seguidores de las series; los creadores de rol tienen las mismas capacidades y problemas que los escritores o los guionistas; y los editores y distribuidores de rol son iguales que los editores y distribuidores de libros. Y si alguna vez alguien habla con desdén del rol en mi presencia, alzo la cabeza, hincho el pecho, escondo la barriga, le miro a los ojos, sonrío y digo:
Soy rolero.
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