Editorial

Cuando era pequeño, cuando solo había un par de cadenas en la televisión, veíamos el parte (así llamábamos al telediario) mientras cenábamos. En ocasiones fallecía un actor famoso de Hollywood y mi padre comentaba: "¡Anda, se ha muerto Johnny Weissmüller!" (o el actor o actriz correspondiente). A mí me chocaba mucho la tristeza en ese comentario. Aunque mi familia procede del teatro y a algunos actores españoles mi padre los conocía, yo sabía que no conocía a Weissmüller y que nunca había tenido trato con él como para que la muerte supusiera un disgusto u originara un comentario. Con el tiempo aprendí que lo que mi padre quería decir en realidad era: "¡se ha muerto Tarzán!", se ha muerto el personaje con el que había disfrutado en el cine, se había muerto un trozo de su juventud.

—¡Anda, se ha muerto Greg Stafford!