Editorial
Los aficionados a los juegos de rol somos (sí, me incluyo) como el agua. Un recurso vital, refrescante y muy divertido para pasar el tiempo en él. Sin embargo, formamos cursos de agua que descienden siguiendo la pendiente y a los que pocas cosas desvían de su rumbo o lagos y remansos tranquilos o enormes mares insondables. Estos, algunas veces, se embravecen y golpean contra la costa llevándose la arena a otras playas, creando hermosos arcos de piedra que acaban derrumbado con el tiempo o inundando los paseos marítimos construidos en lugares que no les corresponden.
En esos días de océanos tormentosos puede adivinarse algunos faros que siguen iluminando a pesar de estar rodeados por las olas y la espuma salada. Cada vez que uno de estos faros se apaga, nuestra navegación se vuelve más peligrosa. Esta revista está dedicada a esos faros y sus fareros.
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