Editorial
La primera vez que vi a Ricard Ibáñez estaba en unas jornadas nacionales en Barcelona, él entraba en la sala de las jornadas junto a Alejo Cuervo (actual dueño de Gigamesh) y ambos iban bajo un palio rodeado de una corte de seguidores que lanzaban cartas de Magic e imitaban una fanfarria. Mi primera impresión no fue buena. Me lo presentaron en esas mismas jornadas porque daba la casualidad que trabajábamos para la misma editorial (yo traducía cosas) y coincidimos en el stand de JOC. Recuerdo que le felicité por haber conseguido publicar un juego hecho aquí, pero no creo que él se acuerde.
El pasado 13 de noviembre Aquelarre cumplió 25 años y durante todos estos años, los dos hemos seguido coincidiendo en diversas jornadas y encuentros y debo decir que aquella primera impresión era equivocada porque Ricard siempre me ha mostrado un cariño y una amistad que espero haber sabido corresponder. Es un tipo enorme (y no me refiero a su tamaño) y es una suerte conocerlo.
Este número de la revista está dedicado a él y a su Aquelarre. Para mí siempre será la persona que abrió el camino y la que hizo que me atreviera a sacar aquella primera edición de Comandos de Guerra apenas un mes después de su Aquelarre. Gracias, maestro.
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