Nº: 232 . 3ª época. Año VI
Editorial: Editorial Por: Juan Carlos Herreros Lucas
 
 
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Editorial

Hoy, 1 de agosto, a media tarde, las campanas de la ciudad de Varsovia (y de otras partes de Polonia) repicarán durante un minuto y los ciudadanos de la ciudad, algunos al menos, detendrán su trabajo o su paseo y guardarán silencio mientras el tañido de los campanarios se extingue.

Se cumplen 80 años del Alzamiento de Varsovia (1 de agosto de 1944) y aunque es fácil confundirlo con el Alzamiento del gueto de Varsovia (incluso algunos prestigiosos directores de cine), la verdad es que son dos momentos trágicos diferentes y por diferentes motivos. En 1944, las tropas soviéticas habían llegado a las puertas de la ciudad, estaban al otro lado del Vístula y los polacos sintieron que la guerra se acababa. El gobierno en el exilio y el Armia Krajowa (ejército interior) no querían que les «liberaran» los soviéticos (entre otras cosas, eran los mismos soviéticos que les habían invadido en 1939). Querían liberar Varsovia y presentar la liberación como un hecho consumado a los soviéticos (incluso enfrentarse a ellos si era necesario). Era una locura de plan que requería que se dieran algunas circunstancias (como un apoyo firme de los Aliados Occidentales que nunca ocurrió); era un plan fruto de la desesperación y de la esperanza de que si salía bien, el futuro del país sería mejor.

No funcionó, pero todas aquellas personas, aun sabiendo de las escasas posibilidades, lo intentaron. Por ellos suenan las campanas esta tarde y desde esta humilde editorial, dedico estas líneas a su memoria y a la de todos aquellos que tienen esperanza ante lo imposible.

#yojuegoarol

 
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