Número: 42.     4ª época.     Año XXI     ISSN: 1989-6289

42 > Reglas > Especies > Los kauri (Exo). Por: Sergio Jurado

 

Los kauri

Introducción

Siguiendo la estela de sus parientes verrianos, los kauri se cuentan entre las especies inteligentes con peor reputación de toda la galaxia. Universalmente considerados peligrosos y repugnantes debido a su armamento natural y sus desagradables costumbres gastronómicas, los kauri siempre han tenido el dudoso "honor" de ocupar los puestos de cabeza en el ranking de especies más impopulares de la R.F.P. El carácter agresivo del kauri tipo y su propensión a marginarse en sus propios guetos urbanos no hace mucho por mejorar dicha imagen. Su letal aguijón venenoso tampoco.

Según los xenólogos de la Universidad de Vettera, los kauri son descendientes directos de unos animales artrópodos del planeta Nagasaa (sistema Caparile III, sector Cahir). Algunos expertos han postulado la idea de que posiblemente sean una de las razas más antiguas de toda la galaxia, ya que se cree que descienden directamente de un tipo de primitivos euriptéridos o escorpiones marinos gigantes que hace más de cien millones de años poblaron los océanos de Nagasaa. Los xenólogos conjeturan que a lo largo de su evolución de especie marina a terrestre disminuyeron su tamaño, logrando invaginar sus branquias y desarrollar pulmones.

Los kauri son una especie de costumbres poco vistosas. Estén donde estén, suelen pasar las horas diurnas descansando en algún oscuro rincón, ya que son de hábitos fuertemente nocturnos. No tienen verdaderos problemas para tolerar la luz intensa, aunque exponerse a la misma les provoca desorientación y una desagradable sobrecarga sensorial, así que cuando se ven obligados a salir durante el día acostumbran a llevar máscaras, antiparras de cristales ahumados y otras protecciones solares similares. Por este mismo motivo les desagrada vivir en las, para ellos, excesivamente luminosas construcciones tan típicas de las especies racionales diurnas.

Como hemos dicho, debido a su predilección por los lugares oscuros los kauri suelen rehuir las viviendas edificadas por otras especies, tendiendo a agruparse en sus propias barriadas: abigarradas construcciones de paredes arenosas a las que mucha gente llama desdeñosamente "nidos". Sus edificios, construidos sin apenas orificios por donde pueda penetrar luz del exterior o correr el aire, casi sin iluminación y de diseño laberíntico, resultan insoportablemente claustrofóbicos para casi todas las demás especies racionales (excepto posiblemente para los verrianos). Por todo esto, en una población o barrio kauri usualmente solamente habitan individuos kauri. Esta tendencia a vivir en sus propios barrios es uno de los principales motivos por los que son considerados una raza hosca y aislacionista.

Historia reciente

En el año 2632 C., en plena 1ª guerra Humano-Verriana, un carguero corporativo que cubría una ruta de corto alcance en el sector Verio se topó con una sonda de exploración no tripulada. La sonda en cuestión, un diseño alienígena desconocido y sin capacidad subespacial, contenía información acerca de su punto de partida: un lugar llamado Nagasaa, tercer planeta del sistema actualmente denominado Caparile III, en el sector Cahir. Tras descifrar la información de la sonda, el presidente de la compañía armadora del mercante decidió enviar a Nagasaa a una tripulación compuesta por exploradores independientes remunerados, léase mercenarios, esperando de este modo obtener para su empresa un primer contacto con una nueva especie con la que establecer lazos comerciales, tal vez incluso en exclusiva.

Lo que allí se encontraron los enviados de la corporación fue una civilización alienígena bastante avanzada, aunque todavía sin los conocimientos teóricos necesarios para construir naves con capacidad de salto. Los kauri, una raza arácnida, se hallaban en las primeras etapas del salto a las estrellas, habiendo logrado ya colonizar con éxito todos los planetas de su sistema solar. En el momento del contacto, los kauri llevaban un par de cientos de años enviando sondas sublumínicas en busca de planetas habitables cercanos a su estrella, hasta ese momento con escaso éxito. Sin embargo, a causa de su aspecto insectoide y su propia ignorancia, los asalariados de la compañía confundieron a los kauri con una colonia secreta verriana. Aun peor, en su apresurada salida del sistema, la nave de los exploradores a sueldo protagonizó un encontronazo con un convoy comercial kauri, durante el cual destruyeron tres naves mercantes civiles antes de saltar al subespacio. Por supuesto, los responsables de la corporación pusieron inmediatamente en alerta a las autoridades militares de la R.F.P.

Ipso facto, la Armada envió a Caparile III a sus propios grupos de exploración: los celebérrimos grupos exo. Afortunadamente, los exploradores enviados a evaluar la magnitud de la amenaza que suponía la supuesta colonia verriana descubrieron el error anteriormente cometido, aunque se vieron obligados a huir expeditivamente del sistema después de que su nave fuera descubierta y cañoneada por patrulleras fuertemente armadas. Y es que tras el enfrentamiento con los mercenarios corporativos, la flota militar kauri se hallaba en estado de máxima alerta.

El descubrimiento de una nueva raza excesivamente evocadora de los verrianos en posesión de una tecnología relativamente avanzada espoleó el, relativamente razonable, temor entre los jerarcas militares humanos de que los kauri pudieran tomar partido por sus enemigos. Con el fin de evitarlo, se decretó someter a cuarentena a todo el sistema Caparile III y sus habitantes mediante una fórmula similar a la interdicción que, aún hoy, sigue pesando sobre los NheTi:Narä.

Se prohibió todo contacto con los kauri y se silenció a los civiles implicados en el asunto, pero ya era demasiado tarde para contener la noticia del descubrimiento, que ya había corrido como la pólvora entre la gentuza del mundillo criminal del brazo Baaras. Así pese al interdicto oficial, durante el siguiente siglo todo tipo de contrabandistas, traficantes marbagán, piratas y muchos otros indeseables trabaron eventualmente contacto con los kauri, haciéndoles llegar tecnología y noticias del exterior a cambio de refugio, materias primas y suministros. De hecho, durante el tiempo que duró la cuarentena unos pocos kauri incluso se arriesgaron a viajar fuera de su sistema, ya fuera en misión encomendada por el Consejo Púrpura (el gobierno de los kauri) o de manera independiente. Y esto pese a que si eran descubiertos por las autoridades republicanas se arriesgaban a ser acusados de espionaje y ejecutados, por un tribunal militar.

Fue también a través de estas primeras expediciones ilícitas fuera de su sistema como los kauri trabaron contacto con Frente Libre, la organización al frente de la cual se encontraba Jon Kler, en ese momento todavía encarcelado por crímenes contra el estado. Cuando dos décadas más tarde Kler, convertido ya en presidente de Oeon, anunció la secesión de su planeta de la República, los líderes kauri se aprestaron a ofrecer su apoyo a su causa a cambio de que el gobierno de Oeon levantase la cuarentena sobre Nagasaa. Corría el año 2825 C.

Jon Kler aceptó la oferta de los kauri, aun a sabiendas de que el único motivo tras el interés del Consejo Púrpura por apoyar su causa era obtener el levantamiento del interdicto, y no una genuina convicción en el espíritu revolucionario con el que se estaba forjando el naciente Imperio. En el momento de su incorporación a Oeon, los kauri de Nagasaa estaban gobernados por lo que un catedrático de la facultad de Ciencias Exopolíticas de la Universidad de Vettera denominó "Criptocracía". El gobierno kauri reposaba en el denominado Consejo Púrpura, un "consejo de competentes" aparentemente no muy diferente a los iwati sheller, con la salvedad de que la identidad de los miembros del Consejo Púrpura era (y es) secreta para los demás kauri. Es decir, que por demencial que pueda parecer para la mentalidad de otras especies racionales de naturaleza más individualista, hasta ese momento todos los kauri obedecían ciegamente los decretos de un grupo de oligarcas cuya identidad no conocían, y al que solamente se entraba a formar parte mediante invitación expresa.

Tras su incorporación oficial a la gran comunidad galáctica, los kauri comenzaron a comerciar y explorar los sistemas más cercanos a su sol. Sin embargo, su demora en dar el salto a las estrellas ya les había pasado factura: otra especie oriunda de un mundo cercano, los kelanos, se les habían adelantado explorando, colonizando y poniendo en explotación los planetas más productivos, lucrativos y codiciados de Cahir. Esta situación, que normalmente el beligerante Consejo Púrpura no habría dudado en zanjar con una oportuna guerra, resultó ser un callejón sin salida diplomático, ya que los kelanos también formaban parte del Imperio de Oeon. En virtud de los tratados de adhesión al Imperio y mutua defensa, los kauri no podían intentar anexionarse por la fuerza los planetas de los kelanos sin tener que enfrentarse contra el resto de Oeon. Finalmente, los kauri tuvieron de resignarse a fundar un puñado de enclaves de escaso rendimiento económico y nula importancia estratégica. Esta situación se ha mantenido hasta la actualidad, ya que hoy en día los kauri oeonianos apenas mantienen presencia destacable fuera de su planeta natal, lo que desde siempre ha limitado sustancialmente su crecimiento demográfico.

Sin embargo, lo que nadie sospechaba era que cuando el Consejo Púrpura decidió que Nagasaa debía unirse al Imperio de Oeon, estaba decretando su propio final.


Los kelanos

Los kelanos son una raza con aspecto de reptil, evolucionados a partir de un animal marino del orden de los Quelonios. Son más grandes y fuertes que la mayoría de las demás especies de la galaxia, ya que suelen alcanzar los dos metros y medio de altura. Su piel es gruesa y áspera, con un carapacho vestigial que envuelve el pecho y la espalda. Sus ojos son negros y carecen de párpados, mientras que de su frente surgen cinco protuberancias óseas dispuestas en forma de corona.

Al igual que los verrianos, en los kelanos la transexualidad es un rasgo genético hereditario. Sin embargo, a diferencia de éstos (que solamente experimentan la metamorfosis en una única ocasión y siempre bajo circunstancias muy especiales) los kelanos son una especie de género alternante, pudiendo llegar a cambiar de sexo varias veces durante su vida, al ritmo de complejos biociclos determinados por su acervo genético.

A pesar de que no son una raza belicosa, los kelanos siempre van armados con el Istalve, un arma de asta con cuchillas situadas a ambos extremos. El Istalve es tanto un arma como un símbolo del honor de su portador (puedes ver un dibujo de un kelano en la página 128 del TCM).


Junto con la libre interacción con otras especies galácticas y el libre tráfico de mercancías también llegó el libre intercambio de ideas con los demás ciudadanos de Oeon. Con ellos, llegaron a Nagasaa ideas revolucionarias que calaron hondo en algunos individuos kauri, quienes pronto se convencieron de que su tradicional sistema de gobierno era una monstruosidad que debía ser abolida y sustituida por un sistema asambleario popular, similar al del resto del Imperio. El Consejo Púrpura, acostumbrado a que sus decisiones y actos fueran incuestionables para los kauri, no supo identificar la amenaza y mucho menos reaccionar a tiempo para neutralizarla. A lo largo de las siguientes décadas, el número de disidentes políticos fue aumentando sin que se pudiera contener el creciente movimiento subversivo. Pronto, los agresivos kauri dejaron atrás la mera oposición ideológica al Consejo para dar paso a la abierta insumisión civil y, posteriormente, al enfrentamiento armado.

Las tensiones fueron en aumento y, finalmente, en el año 2950 C. estalló la guerra civil cuando se produjo un pronunciamiento por parte de los comandantes de varias guarniciones, quienes se alzaron en armas contra lo que denominaban "gobierno totalitario" del Consejo Púrpura. La lucha se extendió rápidamente a todos los núcleos de población del sistema, y se libraron sangrientos combates a lo largo y ancho de todo Caparile III entre los "púrpuras", leales al Consejo, y los "grises", el nombre que se dio a los rebeldes por ser éste el color de las escarapelas que portaban para identificarse en el fragor de la batalla.

La guerra civil kauri se prolongó durante casi cuatro años sin que ninguno de los dos bandos lograra imponerse. Durante la misma, el Comité Central de Oeon no solamente se negó a responder a las exigencias del Consejo Púrpura de que le fuera prestado apoyo militar contra los sublevados (aduciendo que se trataba de un conflicto civil estrictamente kauri en el que no debían intervenir), sino que no hizo nada por evitar (y probablemente fomentó solapadamente) que revolucionarios oeonianos procedentes de otros planetas del Imperio acudieran por millares a luchar a Nagasaa, formando batallones de voluntarios que finalmente decantaron la guerra a favor de los "grises".

Durante los meses posteriores al final de la guerra, millones de "púrpuras" fueron encarcelados, interrogados o ejecutados ilegalmente por tribunales militares, que intentaban descubrir y ejecutar a los miembros del Consejo Púrpura cuya identidad aún no habían podido descubrir. Finalmente, acosado por miles de denuncias sobre crímenes de guerra realizadas por parte de Paz Galáctica y otras organizaciones defensoras de los derechos de los seres racionales, el Comité Central del Imperio presionó a los líderes de la facción gris, ahora reconocida como legítimo gobierno de Nagasaa, para que liberaran a aquellos prisioneros que no estuvieran dispuestos a reinsertarse pacíficamente en la sociedad kauri.

Durante el siguiente lustro muchos púrpuras partieron al exilio, la mayoría hacia la R.F.P., cuyo gobierno, en un extraño alarde de generosidad y tolerancia (o tal vez tratando de enmendar la injusticia cometida por cien años de injusto interdicto), se ofreció a acogerles en calidad de refugiados políticos.

Bandera oficial de Nagasaa

Bandera oficial de Nagasaa.

En la actualidad, los kauri de la R.F.P. siguen siendo liderados por el misterioso y reconstruido Consejo Púrpura, al que los revolucionarios no lograron exterminar por completo. La mayoría de los kauri refeperos residen en los sectores Althus Mareh y Extrema, en donde se concentran la mayoría de los nidos de esta raza. Tanto los púrpuras como los grises llevan siglos sosteniendo una soterrada y sangrienta lucha en la que el espionaje, el juego sucio y el asesinato selectivo juegan un papel decisivo. De hecho, hace apenas cuatro años que los púrpuras intentaron obtener el apoyo de un influyente lobby político, con el objetivo de que sus miembros forzaran una votación del Senado que autorizara al Consejo Púrpura a emprender una intervención militar en Nagasaa. Finalmente el intento no fructificó, pero la mera tentativa sirvió para alertar al Comité Planetario nagasaair, que decidió incrementar exponencialmente su ya de por sí abultado presupuesto militar. Durante el siguiente año, Nagasaa adquirió numerosas naves de pequeño y mediano tamaño que hicieron de su flotilla planetaria una de las más poderosas del extinto Oeon.

Durante los últimos dos años, las transformaciones centralistas acaecidas en el sistema de gobierno de la Alianza Oeoniana han convencido a los líderes grises de que Vicente Bucklaimer ha traicionado los ideales de sus antepasados. El Comité Planetario de Nagasaa, cuyos miembros se consideran a sí mismos los guardianes de la Revolución, ha tomado la decisión de secesionarse de la débil Alianza, tanto para preservar intacta la libertad e independencia de su planeta como para, en un futuro no demasiado lejano, expandirse por los cercanos planetas kelanos, sus tradicionales rivales.

A principios del 3463 C., la flotilla que los grises construyeron para afrontar una eventual guerra contra los púrpura, y que debía servir como punta de lanza de la Alianza Oeoniana en el sector Cahir, se enfrenta ahora contra las fuerzas enviadas por el Comité Supremo. Las cuales, desde hace tres meses sitian Nagasaa en un intento de aplastar la insurgencia planetaria.

Morfología

El pequeño (solamente alcanzan los 120 cm. de altura) pero extremadamente fuerte cuerpo de los kauri consta de tres partes claramente diferenciadas: un cefalotórax, que incluye la cabeza y las extremidades superiores; un ancho abdomen en donde se ubica la abertura genital ventral y las estructuras sensoriales que les sirven para detectar vibraciones en el aire; y por último una estrecha cola terminada en aguijón, en donde se aloja una glándula venenosa.

Los kauri, al igual que los verrianos, carecen de esqueleto interno. En su lugar presentan un exoesqueleto tan rígido que, una vez endurecido, no puede aumentar más su tamaño. Esto implica que hasta alcanzar su completo desarrollo tienen que pasar una serie de sucesivas mudas. Todos los kauri sufren entre ocho y doce mudas a lo largo de su crecimiento, un proceso sumamente doloroso, en ocasiones mortal, que debilita considerablemente al kauri. De hecho, durante unos días su nuevo exoesqueleto no estará fortalecido del todo, por lo que será incapaz de moverse hasta que su cuerpo haya recuperado su consistencia habitual.

Algunos de los rasgos físicos más distintivos de los kauri son:

- Los pedipalpos, también conocidos como pinzas. Son apéndices situados en las articulaciones superiores, utilizados originalmente en la caza, el apareamiento y el combate. A pesar de su aspecto tosco poseen gran movilidad y están provistos de numerosos receptores sensoriales.

- El telson, último segmento de la cola que contiene las glándulas del veneno y el aguijón, consistente éste en una espina hueca en forma de aguja situada en el extremo. Poseen un par de conductos que llevan la ponzoña desde las glándulas del interior del telson hasta la abertura en el extremo del aguijón.

- Los quelíceros son los apéndices de aspecto terrible que se encuentran a ambos lados de la boca. Actualmente se utilizan en la alimentación (para sujetar la comida mientras la predigieren) y, antes de que se inventara el pulidor eléctrico, también en el aseo personal.

- Los tergitos son las placas que proporcionan su armadura natural a los kauri. Su ornamentación es variada, ya que pueden tener carenas y sagitales. Y el resto puede presentar gránulos, puntuación o áreas lisas.

- Resistencia a la radiación y al fuego. Los kauri son seres de gran resistencia a condiciones físicas adversas, pudiendo sobrevivir a radiaciones en un porcentaje treinta veces superior al que mataría a un humano. Igualmente pueden soportar el efecto del fuego, ya que rehidratan su cuerpo con gran facilidad.

Emblema del Consejo Púrpura, el gobierno kauri en el exilio

Emblema del Consejo Púrpura, el gobierno kauri en el exilio.

El veneno

El veneno de los kauri es un cocktail compuesto por unas ochenta toxinas diferentes, y aunque no todas ellas son venenosas para todas las especies (por ejemplo, solamente cuatro docenas de las mismas actúan sobre los mamíferos), sí que le permiten afectar con él a casi cualquier especie conocida. La rapidez de estas toxinas para actuar en el organismo al que atacan se debe a que viajan por el torrente sanguíneo con mucha velocidad, hasta que llegan a sus objetivos. En palabras del prestigioso cosmotoxicólogo Bernardo Luvana: "El veneno kauri es similar a un disparo de escopeta, en donde varias toxinas diferentes se dirigen raudas por el torrente sanguíneo hacia los diferentes órganos que le sirven de blanco y los dañan, muchas veces irreversiblemente". Los órganos afectados por el veneno son principalmente sistema respiratorio, corazón y páncreas. Los primeros síntomas tras el pinchazo inicial son mareos, sudoración excesiva, taquicardia y fuertes calambres abdominales, tras los cuales el sistema respiratorio de sus víctimas se colapsa, provocando la muerte por asfixia. [El veneno kauri es considerado un agente sofocante del tipo III (v. p.107 del TCM)].

Una vez que un kauri ha usado una dosis de su veneno (de las cuales posee tantas como su atributo de Cuerpo), necesita del orden de una semana para reponerla. Si durante ese tiempo atacan a alguien, el veneno que logren inyectarle probablemente no será suficiente para matarlo. Esta es la razón por la que existen casos de gente que ha tenido la suerte de haber sido aguijoneados por un kauri y no ha presentado síntomas de envenenamiento.

En la R.F.P. los kauri adultos están obligados por ley a inutilizarse quirúrgicamente las glándulas secretoras de la ponzoña, o bien a tomar regularmente una medicación que inhibe su capacidad de crear estas toxinas. El incumplimiento de estas normas puede acarrearles fuertes sanciones o, dependiendo de las circunstancias, incluso penas de prisión. Existe un antídoto denominado "Compuesto ANV-2404" que anula los peores efectos del veneno, si bien hay que administrarlo inmediatamente después del emponzoñamiento. Se rumorea que hace un siglo los científicos militares de Oeon desarrollaron un suero inyectable que, si es administrado con antelación a la picadura, inmuniza completamente ante sus efectos. Este punto nunca ha sido confirmado o negado de manera oficial por las autoridades.


El Compuesto ANV-2404

El ANV-2404 es el único antitóxico para el veneno kauri de conocimiento general entre el personal médico. Solamente es efectivo si es administrado inmediatamente después de la picadura. Se presenta en forma de un suero trasparente que debe ser inyectado en el torrente sanguíneo para que llegue cuanto antes a los órganos afectados. Actúa reduciendo la potencia de la ponzoña, de manera que ésta pasa a ser considerada un agente sofocante del tipo I (v. p.107 del TCM)]. En casi todos los planetas de Oeon y la R.F.P. el ANV-2404 puede adquirirse en farmacias sin receta médica, aunque es bastante probable que en los planetas en donde los kauri no formen una parte significativa de la población no dispongan de stock inmediatamente. Su coste por dosis en el mercado civil es de 25 estándares.


Alimentación

La alimentación de los kauri, algo sin excesiva relevancia aparente, resulta sin embargo ser tan importante que incluso ha modelado la historia de la especie en su conjunto. Los kauri son una raza estrictamente carnívora, cuya dieta natural en su planeta de origen consistió durante miles de años en animales de todo tipo a los que daban caza, debilitándolos con su veneno, antes de proceder a devorarlos vivos. Durante miles de años los kauri fueron una especie compuesta por bandas itinerantes de cazadores compuestas por unas pocas docenas de individuos. Las guerras a pequeña escala por los mejores terrenos de caza eran continuas y extremadamente violentas, seguidas por periodos de tregua durante los que las tribus enfrentadas se veían obligadas a relacionarse entre sí, ya fuera para concertar emparejamientos, repartirse a los retoños resultantes de tales uniones o delimitar los límites de los respectivos territorios de caza. Con el paso del tiempo estos contactos esporádicos dieron paso a verdaderas confederaciones de tribus, y éstas a su vez a la creación de reinos que siglos más tarde serían progresivamente sustituidos por auténticos estados que terminaron cayeron bajo la influencia del Consejo Púrpura. En última instancia, el Consejo logró unificar casi todo el planeta bajo su autoridad, lo que permitió coordinar los recursos y esfuerzos en una única dirección.

Hace ya muchos siglos que los kauri dejaron de ser una especie estrictamente cazadora para pasar a convertirse en ganaderos, la única manera de poder mantener el constante crecimiento de población. El hecho de que los kauri oeonianos solamente posean un enclave planetario de importancia unido a su dieta estrictamente carnívora (que resulta mucho menos rentable económicamente que una vegetariana), son dos factores que continúan limitando seriamente sus posibilidades de desarrollo demográfico. Resulta realmente irónico que los kauri púrpuras, exiliados durante siglos en la R.F.P., hayan sido liberados de la traba que supone estar limitados a un único planeta, por lo que se han multiplicado hasta llegar a superar a la población de Nagasaa.

Por otro lado, el tema de la alimentación es una de las facetas de la peculiar idiosincrasia kauri que peor reputación les ha deparado. Y no es de extrañar, ya que usualmente los kauri disfrutan consumiendo (sus detractores dicen devorando) su comida cuando ésta se encuentra aún viva. En la antigüedad subyugaban a sus presas mediante el efecto paralizante de su veneno, aunque en la actualidad es habitual que empleen sustancias artificiales para narcotizar a la comida antes de ser servida en la mesa. Una vez que la misma está muerta o incapacitada, los kauri emplean los quelíceros de su mandíbula para desgarrar sus tejidos, a la vez que vierten por la boca un acre fluido estomacal para que sus enzimas digestivas empiecen a macerar el alimento. En realidad, se trata simplemente de comenzar el proceso de digestión de la comida fuera del cuerpo. Una vez predigerido, el kauri ingiere el caldillo semilíquido resultante. Sobra decir que para los miembros de otras razas no resulta precisamente agradable ver comer a un kauri.

Emparejamiento, reproducción e infancia

El concepto de matrimonio o del mero emparejamiento permanente resultan incomprensibles para los kauri. Cuando los varones sienten que les domina el impulso sexual, salen en busca de una hembra receptiva. Cuando la encuentran, inician un violento ritual de cortejo en el que intentan demostrar a su pareja lo fuerte y buen compañero sexual que pueden ser. Si el cortejo es del agrado de la hembra, ambos se dirigirán juntos a un apareadero, un espacio público reservado a tal efecto que existe en todas las comunidades kauri, en donde podrán copular con tranquilidad. Al contrario que otras especies, los kauri no tienen ningún tipo de tabú respecto al sexo y no les incomoda realizarlo en público, así que el retirarse a un lugar íntimo no se trata de una cuestión de pudor sino de no entorpecer el tráfico.

Una vez en el apareadero, varón y hembra se sitúan frente a frente, elevan los abdómenes al aire y se mueven en círculos, tanteándose. Entonces, el varón toma a la hembra por las extremidades superiores y comienza a tirar de ella hacia delante y atrás mientras ella se resiste, luchando mientras se excitan y sus órganos internos se preparan para la fecundación. En algún momento, el varón eyacula, depositando en un recipiente situado en el suelo una ampolla gelatinosa rellena de esperma. Después intenta tirar de la hembra para que el área genital de ésta se sitúe sobre la misma. El forcejeo termina cuando el varón se rinde y desiste de su intento o domeña a la hembra. Si finalmente lo logra, ésta deja de luchar y se "sienta" sobre la ampolla. Al producirse una ligera presión sobre la ampolla se provoca la liberación de la masa espermática, que es asimilada lentamente por los órganos sexuales de la hembra. La fecundación, si es que finalmente llega a producirse, no ocurre en ese mismo instante sino que puede tener lugar horas o incluso días después. Aunque la fertilización es interna, el varón carece de pene, por lo que depende por completo de la citada ampolla para la transferencia del esperma. Después de la fecundación, los fetos se desarrollan dentro de los conductos genitales de la hembra, que hacen de ovario y útero al mismo tiempo.

No existe el concepto de familia entre los kauri, y es únicamente la hembra quien se ocupa, aunque no por mucho tiempo, del cuidado de sus retoños. El número de hijos por parto varía, aunque por lo general va de dos a cuatro. La gestación de los kauri es bastante lenta, ya que aunque solamente dura unos siete meses, cuando nacen todavía no están completamente desarrollados y aún son prácticamente embriones de consistencia gelatinosa. Cuando la madre nota que el momento del parto se aproxima acude al criadero, un lugar reservado a servir de lugar de maternidad que existe en todas las comunidades kauri.

Al nacer, los kauri solamente miden unos diez centímetros y sus movimientos son lentos, ya que sus cuerpos apenas poseen consistencia. Inmediatamente se suben encima del lomo de su madre, al que se adhieren mediante unos cojinetes adhesivos situados en su abdomen. Permanecerán allí hasta la primera muda, que tiene lugar alrededor de cuarenta días después del parto. Desde que nacen, sus organismos están saturados de una sustancia de la cual se alimentarán poco a poco hasta que su exoesqueleto se endurezca y completen su primera muda. Será entonces cuando comiencen a caminar y a cazar junto a su madre, creciendo de tamaño muy rápidamente. Se independizan de su madre poco después del primer año de vida, momento en que la madre regresa al criadero y, cumplida su labor, los abandona para que sean criados por la comunidad.

El criadero es el inmenso hogar de acogida en el cual nacen, se crían y educan todos los kauri de la comunidad. El complejo está formado por una maternidad, así como de aulas, dormitorios, zonas deportivas, talleres, etc. Se mantiene a los jóvenes separados por edad, sexo y orientación profesional, teniendo cada "promoción" su propia zona delimitada y adaptada a sus necesidades concretas. Los kauri maduran muy rápidamente, así que cuando cumplen los seis años de edad salen al mundo habiendo aprendido un oficio o preparados para ir a la universidad, en función de sus calificaciones y las dotes que hayan ido demostrando durante la formación.

A partir de su graduación en el criadero se les considera adultos y miembros de pleno derecho de la comunidad, aunque no alcanzarán la madurez sexual hasta que hayan cumplido los ocho años de edad. Los kauri crecen hasta bien entrada su vida, y en total mudarán entre ocho y doce veces hasta alcanzar su tamaño definitivo. Su esperanza de vida media es de unos treinta años. Si surge la necesidad de hacerlo, puede usarse la tabla de envejecimiento de los verrianos (aparecida en la Compler: año dos).

Psicología

Los kauri son seres de abruptos contrastes, ferozmente independientes y al mismo tiempo férreamente integrados en su comunidad. A pesar de que habitualmente viven agrupados en enormes inmuebles considerados "nidos" comunales, cada individuo dispone también de un refugio privado en donde reside: un sanctasantórum inviolable al que es considerado un gran honor ser invitado. Nunca se molestan en convivir con otro kauri, ya que ante todo son seres tremendamente celosos de su intimidad a los que el concepto de familia les resulta incomprensible. Incluso las parejas kauri que se han emparejado numerosas veces y han tenido abundante descendencia común continúan viviendo separados, y no se consideran emparentados entre sí.

En contraste, su lealtad hacia aquellos a los que brindan su amistad y al conjunto de la comunidad a la que pertenezcan (y por ende a sus líderes) suele ser absolutamente férrea. Esto resulta especialmente cierto en el caso de los kauri púrpuras y su casi ciega devoción hacia el Consejo Púrpura, el incuestionable órgano de gobierno que dirige a los kauri exiliados en la R.F.P. Es en parte por este motivo que los púrpuras consideran a sus congéneres oeonianos una aberración, ya que los grises debieron vencer su tradicional idiosincrasia racial para rebelarse en contra de su ancestral sistema de gobierno, lo que choca frontalmente con el modo de pensar del típico ciudadano kauri.

A pesar de los siglos trascurridos desde que dominaron la ganadería, los kauri todavía conservan mentalidad de cazadores. A menudo perciben el mundo en términos de "depredadores y presas", los que cazan y los que son cazados, los fuertes y los débiles. Esta perspectiva se mantiene sea cual sea el ámbito de la vida al que se dediquen: los negocios, el juego o la guerra. Esta aproximación agresiva a los problemas de la vida diaria les ha dado una (merecida) fama de ser una especie belicosa e irascible, lo que unido a su acusado sentido de la lealtad les ha proporcionado una excelente reputación como mercenarios fiables y dispuestos a aceptar trabajos peligrosos... por un buen precio, claro. De hecho, es sabido que existe una compañía mercenaria llamada "El Aguijón Negro", formada íntegramente por militares kauri, que actualmente se encuentra al servicio del gobierno de La Marca. Los kauri aprecian especialmente el pirospray, los lanzallamas y otras armas basadas en el fuego, debido al efecto desmoralizante que causan en el enemigo y al menor daño que éste les causa en caso de sufrir un accidente.


El pirospray

El pirospray, una creación de la Megasigmar Inc. (que también fabrica el lanzallamas Inferno), es la encarnación de lo que la publicidad de la compañía denomina "llevar la ofensiva en la autodefensa". Se trata de un típico spray de defensa personal pero a diferencia de otros productos similares, el pirospray no está pensado con la intención de causar "daño no letal" a su objetivo. Se trata básicamente de un lanzallamas en miniatura, capaz de realizar un único "disparo" antes de resultar inútil (se trata de un arma disuasoria más que otra cosa). Su mayor ventaja es su reducido tamaño y composición, que lo hace prácticamente invisible para la mayoría de los detectores de armas convencionales. No hay ni que decir que este arma no suele ser legal en los planetas de legislación más restrictiva al respecto.

Arma Daño Mod Balas CdF Alcance Ret. Coste Peso

Pirospray I* +1 1 1 1/2/3/4/5 N 15 0.1

* Existe un 50% de posibilidades (resultado impar en el dado exo) de que un objetivo alcanzado por este arma continúe ardiendo durante un segundo asalto, recibiendo 1d10 adicional de daño.


Religión

Los kauri reverencian el clásico concepto religioso del "gran padre creador", una noción que se da muy frecuentemente entre las especies y culturas de la galaxia. Según la cosmología kauri, el gran padre creó el universo en su original y perfecta forma, así como a todos los que lo habitan. Tras concluir su obra y exhausto por el esfuerzo se tendió a descansar, no sin antes encomendar a los seres que había creado la tarea de vigilar su obra durante el tiempo que durase su letargo. Una vez el gran padre se hubo dormido, los seres a los que había encomendado cuidar del universo comenzaron a debatir acerca de cómo debían llevar a cabo dicha labor. Al no conseguir alcanzar un acuerdo, comenzaron a discutir y a pelearse entre sí, hasta que la lucha lo llenó todo y ya nadie se acordó de cumplir la tarea que le había sido encomendada. Para los kauri, los seres de la galaxia han olvidado la tarea que les encargó el gran padre, y es por ese motivo que el Caos impera en el universo.

Según la doctrina kauri, el gran padre continúa dormido, y ése es el único motivo por el cual existen el desorden, la injusticia y la imperfección en la galaxia. Así pues, los kauri creen que las razas inteligentes tienen la obligación moral de cuidar y proteger la creación del gran padre hasta que éste despierte y pueda hacerse cargo de su obra. Los kauri carecen de religión organizada; para ellos, el culto al gran padre es un acto individual y personal que debe ser realizado en la intimidad del propio hogar mediante la meditación, la reflexión sobre los propios errores y la repetición de los llamados "sonidos de poder".


"Sonidos de poder"

Los "sonidos de poder" de los kauri son instrumentos meditativos del yo. Medios a través de los cuales los kauri tratan de disciplinar su mente y dominar sus impulsivos temperamentos. Consisten en series armónicas de sonidos que los kauri provocan de manera repetitiva mediante el golpeteo de sus pinzas contra un instrumento de percusión de gran tamaño parecido a un xilófono, fabricado enteramente en madera de un árbol autóctono de Nagasaa y que puede llegar a oírse a gran distancia.

Cada Sonido de poder está dotado de una energía propia que actúa en la totalidad del ser que lo recita: desde la parte superficial de la mente al inconsciente profundo, pasando por cada una de las células del organismo. Los sonidos de poder deben interpretarse dos veces al día, al levantarse y antes de acostarse, al menos durante unos minutos. En estos momentos no es extraño que las barriadas kauri resuenen con el melódico sonido de docenas de practicantes de este arte tocando al unísono.

No existen sacerdotes del Gran Padre, aunque sí los llamados "armonizados", aquellos kauri considerados el paradigma de la virtud por haber dominado los "sonidos de poder", quienes son respetados por la comunidad por su destreza, aunque no gozan de prerrogativas especiales.