DESDE EL SÓTANO
Nº: 81 . 3ª época. Año III
Los Arwan Por: Rubén Ramos
 

Los Arwan

La raza de los arwan se considera por los habitantes de Pangea más cercana al mundo de los espíritus que como los seres de carne y hueso que realmente son. Parte de esta percepción proviene en parte de su capacidad única para surcar los cielos del mundo, y por otro lado la intrínseca rareza que supone encontrarse con alguno fuera de su entorno habitual. Ambas se combinan para conformar esa magia que rodea a la raza alada. Pero, como veremos a continuación, sus vidas no difieren en exceso de las del resto de habitantes de Pangea.

Número y distribución

Lo primero que define a los arwan, es la palabra "escasos". Su cómputo total no supera siquiera al de los dwandir ya que ronda cerca de los seis mil, y se concentran principalmente en las Cordilleras Blancas y en las Montañas Grises, si bien esta última contiene un número muy inferior que el que se encuentra en las primeras.

Se reúnen en grupos tribales que no superan la treintena de miembros asentados en mesetas, altiplanos y formaciones similares que se encuentren a una altura suficiente para poder aprovechar de manera óptima las corrientes de aire. Procuran estar lo suficientemente alejadas para no interrumpirse en sus quehaceres diarios y no luchar por los recursos a su disposición, lo que significa que entre un asentamiento y otro puede distar una distancia de al menos una jornada.

Composición tribal

Las tribus arwan tienen una sorprendente regularidad en cuanto a la reiteración del patrón de ocupaciones dentro del entramado de la pequeña comunidad a la que pertenecen.

En la cúspide se produce un doble liderazgo. Por un lado el líder de la tribu que es siempre el más anciano de todos los presentes y que debido a su más que probable imposibilidad para volar nunca más, ejerce las funciones que podríamos definir como administrativas. Por otra parte la Shawak y sus acólitos (nunca más de cuatro), se ocupan de la salud espiritual de su gente.

Bajo ellos, se encuentran los cazadores y adiestradores que ejercen además de las actividades que les corresponden, las de guerreros. A pesar de contar con arwan dedicados a la guerra como tal, el pequeño número de miembros de las tribus y su necesidad de gente hábil en varias especializaciones, muchas veces las labores de defensa y bélicas las desempeñan los anteriormente indicados. Bajo estos, están los recolectores, tarea desempeñada principalmente por las mujeres, y los más jóvenes. Entre medias se encuentran aquellos que muestran alguna habilidad como el trabajo de pieles o el uso de instrumentos que se dedican a tareas como recolección o caza, pero además proveen a su tribu de utensilios o amenizan sus celebraciones.

Territorio

La elección más habitual entre los arwan son las elevaciones montañosas de gran altitud que culminan en una meseta o mesa. En dichas mesas, existe un ecosistema, por lo general, propio, con sus propios animales y fauna, que debido al aislamiento reinante han evolucionado de manera diferente al resto del continente. Así, las especies de plantas carnívoras, insectos, reptiles, pequeños roedores y pájaros que los habitan no tienen su equivalente en las llanuras. En estas planicies es donde los arwan si hacen uso de tiendas hechas de pieles de cabras, o el aprovechamiento de grutas u oquedades para sobrevivir a las bajas temperaturas.

En el resto de los casos, la elección de terreno viene impuesta por la distribución poblacional, ya que por norma general, aquellas tribus que habitan en laderas o regiones de nieves perpetuas son las más "pobres".

Relaciones

Los arwan son un pueblo retraído, y amante de su intimidad y modo de vida. Las únicas relaciones asiduas que tiene con otras razas, ya sea amistosas (entendiendo esto por actividades de carácter comercial o defensivo) o beligerantes, son con los dwaldur que moran en las montañas en las que habitan. Las relaciones distan mucho de ser cordiales o habituales, pero si son lo suficientemente abundantes como para hablar de una relación más estrecha que la acostumbrada con el resto de razas.

Miscelánea

Existe la figura de un poderoso guerrero, que representa la cúspide de la raza arwan, el cual reaparece en momentos de necesidad o en momentos de grave conflicto para los arwan. En realidad este luchador es un escogido entre las tribus al celebrar la reunión trianual del pueblo arwan, en la cual escogen, entre los guerreros presentados por las diversas tribus, al mejor de ellos a través de un sistema de luchas en la que el vencedor es erigido como "Guerrero del pueblo del cielo", y tiene un poder similar al de los líderes tribales, en el cual ejerce funciones no sólo de carácter bélico, si no de juez al dirimir en conflictos de muy diversa índole.

Para llevar a cabo su cometido, se le entrega una armadura de cuero de calidad superior, así como la "lanza del cielo" y se le entregan tres de los mejores halcones. A su vez, puede elegir entre tres y cinco ayudantes que le asisten en sus múltiples y variadas tareas.

En los enormes bosques del norte, que lindan con el Bosque del Invierno eterno, y las extensas Estepas, habita entre las ramas de los colosales secuoyas un pueblo arwan de pelo y alas negras (un hecho extremadamente raro, ya que los arwan tienen unas alas blancas o de colores claros, y el pelo, rubio o blanco) como la noche, conocido por los aisdwan como el Pueblo Cuervo. Su eterna lucha con el Wukran, y contra el invierno ha creado una relación bastante estrecha con los mendwan de la zona y es bastante habitual verles compartir hogueras y canciones así como pieles y pepitas de hierro.

En la Selva de los espíritus, en una de las mayores mesas que existe en la faz de Pangea, de la cual desciende la cascada conocida como Risa de la Taga, vive una tribu arwan de broncínea piel y alas plateadas, que se dice son los guardianes que evitan que el Cielo se desplome sobre la tierra. Su férreo aislamiento refuerza esa idea y esa aura de misticismo.

« Pág. anterior Subir Pág. siguiente »
Versión imprimible DeS. © Ediciones Sombra