DESDE EL SÓTANO
Nº: 216 . 3ª época. Año III
El Armero Por: Daemonideus
 

El Armero

Origen

No está clara la procedencia de Abasi, aquel al que apodan «El Armero». Algunos rumores sugieren que pudo haber nacido en el Congo, o en Nigeria. La Interpol le ha seguido la pista casi desde el principio de su carrera, pero él siempre se ha mantenido un paso por delante. Sus primeras andanzas fueron en una milicia de un señor de la guerra de Angola, los Fantasmas de Malik. Después pasó por diversas milicias por todo el continente africano. Lo que le ha hecho destacar del resto de guerrilleros es su habilidad con la mecánica y la armamentística. Los grupos en los que ha estado han despuntado por la calidad de sus pertrechos, lo que hizo saltar las alarmas de las autoridades locales.

Con el paso del tiempo, su fama como armero fue creciendo hasta llegar al punto de internacionalizarse. La mafia compitió con las multinacionales armamentísticas por reclutarlo a su lado, aunque todo el esfuerzo fue en vano, dado que Abasi estaba comprometido con la idea de liberar África de las potencias colonialistas que la esquilmaban, especialmente de los chinos, por quien profesa un profundo odio por todas las masacres encubiertas que han llevado a cabo en su ansia de extraer los preciosos recursos.

La vida trató bien a Abasi hasta que un grupo del MSE chino intentó una extracción contra su persona en el aeropuerto de Nairobi, del que escapó por lo que se podría definir una intervención divina, pero que le costó la vida su esposa e hija no nata. Furioso, investigó con su red de contactos y descubrió una amarga verdad: había sido traicionado y vendido por sus propios aliados a cambio de una desorbitada suma de dinero. Ya no podía permanecer a salvo en África, sus antiguos camaradas no dudarían en venderle. Otras agencias como la CIA o el MI6 quedaban descartadas dado que también le habían puesto precio a su cabeza.

Al final optó por abandonar su tierra y emigrar a Sicilia con la esperanza de que la Camorra estuviese interesada en sus servicios. Su estancia en la isla no cumplió sus expectativas. Al ser una figura tan notoria, la organización criminal no quería tener relación con él, manteniéndose apartados. Apurado económicamente, aprovechó su don para la mecánica y trabajo de forma ilegal en un taller clandestino cambiando bastidores de coches robados, hasta que el MSE volvió a aparecer, provocando un «accidente» que destruyó el lugar. Por desgracia para los operativos chinos, ese taller era propiedad de Don Víctor. El asunto hizo que él decidiese ocuparse personalmente del mismo, eliminando a los saboteadores de una forma bastante expeditiva e indemnizando a las familias de los fallecidos. Fue por esto por lo que ambos se conocieron. El Don ya había oído hablar de un mecánico excepcional que operaba en su plantilla, pero, para su sorpresa, se encontró con un armero veterano con formación militar.

En una maniobra muy calculada, un sicario de la Camorra asesino a Abasi por la pérdida del taller y todos los periódicos se hicieron eco del asunto. Mientras, el difunto volaba a salvo en el avión privado de Don Víctor rumbo a Cunia.

Desde entonces, Abasi está muerto, y queda solo «El Armero».

El Armero en las partidas

Normalmente este PNJ no suele relacionarse con nadie ajeno a la organización de Don Víctor. Es posible contactar con él por mediación de algún jefe de la cúpula, pero desde luego, supondría que los personajes les deberían un favor muy importante. El Armero tratará con mucha desconfianza a cualquiera que no conozca, llegando a la paranoia en casos extremos. Siempre asumirá que son agentes chinos encubiertos hasta que reciba pruebas de lo contrario (tiene un trauma con ello desde el incidente de Nairobi).

Abasi es capaz de tunear cualquier arma o vehículo mejorando sus estadísticas. Considera que para cualquier prueba de armería o mecánica tiene una base de 28. También, como veterano guerrillero es competente con el uso de todo tipo de armamento, desde cuchillos hasta fusiles de asalto y lanzagranadas. Sus habilidades de armas son de 24.

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