DESDE EL SÓTANO
Nº: 212 . 3ª época. Año III
Plaza de la ONU Por: Jacobo Peña Conversa
 

Plaza de la ONU

La Plaza de la ONU es una de las que fueron renombradas en los años sesenta para darle un tinte de mayor modernidad al callejero de Cunia, cómo pasó con la cercana Plaza de las Américas y como estaba pasando en algunos lugares de España en ese intento de atraer el turismo internacional.

Ambas plazas se encuentran ubicadas en el territorio de la banda de Los Latinos pero mientras que la de las Américas sirve como punto de reunión exclusivo de esta banda y sus simpatizantes, la Plaza de la ONU se ha hecho servir para un propósito más específico.

Desde que muriera tiroteado Don Carlos, el padrino de Los Latinos, el párroco de la iglesia de Victoria Mártir y consejero personal de la familia Molina, el padre Abraham, decidió usar esta plaza como punto de encuentro neutral, tanto para ayudar a resolver discusiones internas en la banda como para cerrar tratos con proveedores u otras organizaciones. Al estilo de la plaza de San Judas (20882 Ver), pero en este caso solo para Los Latinos.

En una primera impresión, uno podría pensar que el padre Abraham eligió esta plaza por su pacificador nombre. Sin embargo, esto es solo anecdótico. Una mirada más atenta desvelaría que la plaza tiene múltiples salidas e incluso una zona arbolada que dificultan en general las emboscadas. Además tiene una rápida salida a una zona de mar adecuada para las lanchas motoras. Cerca de allí hay además un parking y estaciones de cercanías y metro. En resumen, es fácil llegar y marcharse por métodos discretos, así como desaparecer en caso de peligro.

Pero el principal motivo por el que esta plaza es considerada por todos los latinos como un lugar en el que no montar follón y en el que los ánimos se templan es el restaurante de Doña Blanca. Esta ecuatoriana, que en su país ejercía de sanadora y limpiadora de malas energías, abrió hace unos años su restaurante de comida latinoamericana en general. Aunque su especialidad es el ceviche, sirve comidas típicas de varios países hispanoamericanos, como arepas, tacos, sopa paraguaya, sándwich de bondiola, anticuchos o vaca frita.

Todos los miembros de la banda de los latinos aprecian la comida de doña Blanca, que consideran excelente y devoran compasión siempre que pueden. En cualquiera de esas reuniones de paz o de acuerdo con otras organizaciones es fácil ver a los participantes en ellas con los envases de aluminio de doña blanca picoteando mientras escuchan o debaten. Nada hay más sagrado para ellos que esos platillos y temen que cualquier bala perdida que pudiera impactar en el negocio de la ecuatoriana arruinase el disfrute.

Pero esto no sería Cunia si no hubiera un secreto turbio detrás del éxito de la comida de Blanca. Secreto conocido solo por el padre Abraham es el hecho de que la comida del restaurante va siempre aderezada con una salsa de cannabis que la cocinera se encarga de disimular con especias, picante o limón. El cura hace la vista gorda a esta artimaña para que la paz se mantenga en las reuniones y, por qué lo vamos a ocultar, prueba un poco de ceviche "aderezado" de tanto en tanto.

[F]«Small square», Elliot Brown (2014). Licencia Atribución-Compartir igual 2.0

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