DESDE EL SÓTANO
Nº: 175 . 3ª época. Año III
Orvallo Por: El Rolero Misterioso
 

Orvallo

La Orvallo es un carguero de la clase Camel que se dedica a transportar productos de primera necesidad a algunos de los enclaves independientes del sector, lugares demasiado pequeños o aislados como para que las grandes compañías comerciales les presten servicio (no les sale rentable). El propietario original de la nave falleció hace ya una década, pero la Orvallo ha seguido pasando de mano en mano sin que nadie se haya ocupado de poner al día los papeles. La tripulación funciona de forma asamblearia, aunque por costumbre escogen un capitán antes de cada viaje, elegido por votación entre todos los presentes. No hay ni que decir que la mayoría de la tripulación son librepensadores, gentes de pensamiento alternativo y raritos en general...

Cualquiera puede solicitar subir a la nave en cualquier momento; solo debe ser aceptado por el voto unánime de la asamblea de a bordo y comprometerse a trabajar en lo que se les pida. Igualmente, cualquier tripulante es libre de abandonar la nave cuando lo desee. Funcionan como una especie de comuna, tomando casi todas las decisiones en asamblea (así que, en realidad, resulta sorprendente que no se hayan arruinado todavía). Por cierto, casi toda la tripulación tiene la costumbre de trabajar LITERALMENTE desnuda; ya dijimos que los solnudistas son un poco raritos.

Idea de aventura: los PJ han quedado varados y sin dinero en un lugar de mala muerte, como una colonia remota o una estación espacial de paso (el equivalente espacial de ser abandonados en una gasolinera). Finalmente logran subir a bordo de la Orvallo pensando que se dirige a cierto lugar al que necesitan llegar y que el viaje les va a salir gratis. Sin embargo, a mitad de viaje, suben y bajan de la nave nuevos pasajeros/tripulantes, alguien propone llevar a cabo una nueva votación y el puerto de destino cambia. Los PJ pronto descubrirán que la nave nunca termina de alcanzar ninguno de los destinos que se marcan en las asambleas, y que ellos cada vez se alejan más del lugar a donde pretendían ir. La única forma de asumir el control de la nave es recabar el apoyo de una mayoría de los tripulantes, algo que lograrán con una sutil mezcla de promesas, amenazas y/o descarada manipulación; la cuestión es obtener una mayoría suficiente que les permita establecer el curso hacia donde desean.

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