DESDE EL SÓTANO
Nº: 147 . 3ª época. Año III
El caso del hombre muerto invadiendo Polonia Por: Estella Fernández
 

El caso del hombre muerto invadiendo Polonia

Una mujer, entrada en los 40 años, pero aún confundible con una de 30, se presentará en la oficina de los PJ armada de un vestido de impresión, unas largas piernas y un bolso de Gucci. Pedirá hablar con el responsable (ella dirá director) y tras entrar en su despacho, al que mirará con algo de repulsión, explicará su caso sentándose en el borde de la silla, como si temiera que algo de aquella mediocridad pudiera pegársele al cuerpo. Le parecerá insultante si todos los personajes se cuelan en el despacho a escuchar la historia, pero no se opondrá formalmente, solo les mirará con cara decepcionada, como si estuvieran confirmándola todas las bajezas del ser humano.

Les dirá que se va a ir unos días a Courchevel (lo pronuncia "corchovél alargando exageradamente la e final; les mirará con aire apenado al desconocer que diablos es Courchevel. Nota: se trata de una estación de esquí muy exclusiva en los Alpes franceses que hacen frontera con Italia). Cree que su marido, un importante editor de la ciudad, tiene una aventura y quieren que aprovechen estos días en los que ella no va a estar para vigilarle, descubrir con quién está liado y obtener pruebas de ello.

Quiere que empiecen mañana por la mañana, porque ella se va esta tarde, y no, su marido puede estar engañándola, pero no es tonto, esperará a que ella se haya ido y esté seguro de que no va a volver. "A veces, los helicópteros a Corchevél no pueden aterrizar por exceso de nieve". Les dejará unas llaves de su casa y la contraseña de la alarma por si tienen que instalar algún aparato de escucha o grabar imágenes. Espero que cuando ella vuelva, dentro de una semana, estén todos quitados y que no hayan manchado nada.

Si el jefe de la agencia le dice que no se suelen encargar de este tipo de casos (lo que es bastante posible), le dirá: pienso pagarles su tarifa que, sin duda, es muy abundante y prefiero contratar a gente seria que luego no vaya a revender las imágenes al papel couché (ella lo pronuncia como coché alargando la e innecesariamente). Puede ser muy persuasiva, incluso llorará si es necesario.

Primeras pesquisas

Si tus investigadores son algo concienzudos, realizarán algunas investigaciones previas antes de la mañana del día siguiente. En cualquier caso, la siguiente información la encontrarán si se molestan en buscarla.

Arianne Sugret

La esposa engañada que les ha contratado para la investigación. Cuando se casó con el señor Huerta (el marido), su boda tuvo cierta repercusión mediática. Arianne y Carlos se conocieron en una competición de tiro olímpico. Ella participaba y él estaba como observador en el club donde se desarrollaba la competición. Coincidieron en el bar, luego quedaron para tomar unas copas y se enamoraron. Ella tenía ventitantos años y él le doblaba la edad. Se casaron por amor, dijeron, pero la prensa amarilla no fue tan benévola. Arianne Sugret ha sido bastante discreta desde entonces y se la ha visto pocas veces en portada de revistas. Eso sí, las pocas veces ha sido en fiestas de alto copete con políticos y algún que otro miembro de la realeza (ahora caído en desgracia por asuntillos de llevarse el dinero de los demás).

Nota: las fotos de la prensa de Arianne Sugret coinciden con la chica que les ha contratado. ¿No me digas que a tus personajes no se les ocurrió comprobarlo?

Carlos Huerta

Dueño al 50% de la editorial Luz. Durante muchos años fue considerado una especie de soltero de oro hasta el punto que se llegó a especular con su homosexualidad. Nada se probó y todos los rumores quedaron aparcados cuando se casó con Arianne. Su editorial está especializada en libros de calidad, de autores excepcionales. En el mundillo editorial se dice que si te edita la Luz ya has entrado en la sala de la fama de la Literatura. Luz no edita muchos libros ni grandes tiradas. Sus verdaderos ingresos proceden de la propiedad de los derechos de muchos escritores famosos: españoles y extranjeros, que les reportan muchos beneficios en forma de royalties. Es en este campo en el que Carlos Huerta destaca. Es capaz de ver el diamante en bruto en un autor incipiente y conseguir los derechos por toda su obra antes de que ese autor se haga famoso. Bajo su protección, consigue triunfar y llegar a lo más alto de las listas de ventas.

Las propiedades

Huerta solo tiene dos propiedades conocidas: su casa y su oficina. La primera está en el barrio de Mochachica (bastante exclusivo) y se supone que la han obtenido de la mujer que les ha contratado. La oficina está en el barrio Gótico, en la última planta de un edificio de oficinas. Ningún cartel ni anuncio muestra su ubicación desde la calle, pero es fácil encontrar su dirección en la guía o en internet. No se esconden.

Primer Día

Cuando se espía a un posible marido infiel, el procedimiento habitual es seguirle para descubrir con quién se reúne y si tiene algún nido de amor. La mujer sospecha que lo hace en su propia casa (por eso les ha dado las llaves), pero no está de mas ser concienzudos. La cuestión es que Carlos Huerta ya ha muerto (¡eh, la partida se llama el caso del hombre muerto...!) por lo que no aparecerá ni en su casa ni en la oficina, pero los jugadores probablemente tarden varias horas en darse cuenta. Comentamos a continuación las cosas que podrán descubrir en estas horas de investigación.

Casa de Huerta

No hay servicio en la vivienda. Es posible que los Huerta no lo tengan interno o le hayan dado algunos días libres. Si la mujer les dio las llaves, es porque sabía que no iban a tener problemas para entrar.

Un coche de seguridad de la urbanización pasa cada 45 minutos. Si les ve allí parados en su segunda ronda, se parará y les preguntarán que están haciendo. Los agentes de seguridad de la urbanización no tienen autoridad ni para identificarles ni para echarles de allí, pero, a veces, creen que la tienen y la situación puede ponerse algo violenta. En cualquier caso, el coche quedará marcado y no le volverán a dejar pasar por la puerta de la urbanización (donde hay una valla y otros compañeros de seguridad mal encarados).

Si entran en la casa, descubrirán bastante lujo y mucha dedicación en su limpieza. La opción de que han dado unos días libres al servicio gana puntos. Les llamará la atención los dos estilos de decoración que están en abierta pugna. Por un lado, hay detalles exóticos de lugares lejanos: una geoda, una cerámica, un jarrón chino, etc. Son recuerdos caros de viajes aún más caros. La otra parte de la pugna decorativa es más tosca. Hay engranajes, hélices y otros artefactos de hierro viejos en insospechados rincones. En la entrada hay una plancha de metal con un agujero producido, aparentemente, por algo muy caliente. La plancha está medio oxidada y tienen algunos tonos verdosos y pardos que se han perdido con el tiempo.

Nota: es una plancha de blindaje de un Panzer IV, pero tus personajes solo lo adivinarán después.

Otra cosa que descubrirán en la casa es que hay dos dormitorios principales. Uno, el más grande, tiene un enorme vestidor con ropa femenina. El otro, más pequeño, solo tiene ropa masculina. El primero tiene una cama con dosel, cortinas a dobles en el balcón con un enorme cabecero a juego con la tapa entelada de la persiana. Las lámparas de las mesillas y la del techo son de cristal de Murano (un cristal carísimo de Venecia). El dormitorio pequeño tiene muebles buenos y hechos a medida, pero palidecen en comparación con el femenino. Hay un secreter con un ordenador portátil (es necesaria una clave para encenderlo) y varios borradores de novelas apilados. En una de las paredes hay un enorme mapamundi.

Nota: si algún jugador hace una buena TA de Descubrir, se dará cuenta que el mapa no es actual sino de 1939 (si sus conocimientos de Historia son buenos).

Se supone que los personajes no tienen ningún motivo para hacer una investigación a fondo en la casa, pero si lo hicieran, puedes hacer que encuentren algunas pistas mencionadas en la segunda parte de esta historia. En especial, pueden encontrar en el escritorio de la habitación facturas de agua y electricidad de un piso en el barrio Latino. La mujer no les había hablado de él, quizás lo desconocía. Y también podrán encontrar un sobre en el mismo lugar con una petición de divorcio del marido a ella. No está firmada.

La oficina del Sr. Huerta

Llamen por teléfono o se presenten en la oficina con cualquier excusa, se toparán con la eficiente Emilia Grande. Se trata de la secretaria y recepcionista de la editorial que se encarga, entre otras cosas, de evitar que ingeniosos escritores se cuelen a ver a sus jefes. Es muy amable, muy simpática y es ese tipo de personas que siempre te caen bien hasta que estás en el ascensor y te preguntas: ¿Cómo diablos lo ha hecho?

En la oficina trabajan varias personas, además de Carlos y Emilia está Elías Novo, el otro socio de la editorial Luz, y un variado grupo de correctores, lectores y becarios (cinco en total) que hacen el trabajo duro de separar toda la paja del grano para la editorial.

Elías Novo

Es un hombre muy ocupado que lleva sobre sus hombros todo el peso de la editorial, la parte administrativa. Huerta es el creativo, pero Novo es el pragmático, el que redacta los contratos, el que atiende a los agentes literarios, el que se lleva a los escritores a conocer la ciudad. Novo no tiene horarios, ni familia y siempre, siempre, está trabajando, incluso cuando baja al bar de Tomy a tomarse una cerveza y un montado para almorzar, una rutina que repite todos los días.

Quizás sea el único momento en el que le podrán abordar sin ser violentos o imaginativos.

El señor Novo no es amable. Es un viejo ogro (unos 55 años) que hace tiempo perdió su buen humor, quizás debido a algún lance de la vida. El mundo es mediocre (y él lo sabe) y la mediocridad apesta. Novo también vive en la urbanización Mochachica, cerca de los señores Huerta y su actitud arisca tiene un motivo: la empresa se está quedando sin dinero. El señor Huerta está gastando mucho más de lo que debe, pero la verdadera causa es que el mercado editorial está perdiendo el glamour que tenía antes. Las ediciones de lujo de la editorial Luz cada vez venden menos y los libros de otras editoriales de sus autores también. Ahora todos prefieren los cachivaches esos electrónicos y dejan muy poco beneficio. A ver si el gobierno los pone pronto con un 4% de IVA y las editoriales se pueden quedar con el 17% de diferencia.

Emilia Grande

Esta mujer no es solo grande de apellido. Deberían hacer una copia de seguridad de su cerebro por si alguna vez le pasara algo. Es agenda, gerente, compradora de regalos, administrativa, organizadora de equipo, directora de personal y, sobre todo, buena persona. No, no está enamorada del Sr. Huerta ni es su pareja a escondidas, aunque le divertirá si le preguntan, no hay nada de ello. Eso sí, si alguien habla mal de Huerta en su presencia, le arrancará los ojos, incluso a la snob de su mujer que no hace mas que gastar dinero en tonterías.

Si son sinceros con Emilia (o si aparentan serlo) y se ganan su confianza y la convencen de su preocupación por el señor Huerta, les confesará que ella también está preocupada. Que cada vez que su mujer se marcha de viaje, él desaparece unos días y vuelve sonriente y tranquilo. No, no creo que la esté engañando porque el señor Huerta es un bendito y nunca le haría eso a una mujer, pero algo hay. No hay duda. Si se comprometen a averiguarlo y le prometen que le contarán solo a ella lo que averigüen, les hablará de la existencia del "otro" piso. Ella nunca ha estado, pero le hizo una copia de unas llaves y las metió en un sobre junto a una dirección. ¡Pues claro que se acuerda de la dirección! ¡Es su trabajo! Y no, no saben a quién se mandó el sobre, el señor Huerta se encargó de escribir la dirección y dárselo al mensajero.

Los ayudantes

No es esta una buena época para trabajar en una editorial. Las jornadas son interminables, el salario escaso y no hay ninguna felicitación o palmadita en la espalda al final de un trabajo. Menos mal que siempre les queda la cerveza después del trabajo en el pub al lado de la editorial. La mayoría espera conseguir que su novela (o novelas) acaben publicadas en alguna editorial. Saben que Huerta tiene mucha mano con otras editoriales y si el recomienda a un autor, su publicación está asegurada. Sin embargo, hay que trabajar mucho, ser bueno y tener suerte. Por eso aguantan allí, por si llegara ese día de suerte. Mientras pasan los días leyendo basura. ¿Sabes la cantidad de basura literaria que puede llegar a una editorial?

Emilia Grande es su madre. Y si alguien insinúa algo malo de ella (como si está liada con Huerta), la charla terminará. Por lo demás, si les pagan una ronda, los becarios contarán con pelos y señales todo lo que saben:

- que la editorial tiene problemas de liquidez (han escuchado los gritos de Novo).

- que la mujer de Huerta no le cae bien a nadie.

- que la que maneja realmente la editorial, el día a día, es Emilia Grande.

- que Huerta tiene un piso de "soltero" en el barrio Latino. Lo saben porque un par de ellos le ayudaron a montar unas estanterías de Ikea y les pagó 200 euros a cada uno para que guardaran el secreto. Claro que saben dónde está, pero les costará algo más que una ronda de cervezas.

El piso de soltero del señor Huerta

Los personajes acabarán descubriendo la existencia del piso y lo visitarán. Se trata de un segundo piso sin ascensor en una finca vieja en el barrio Latino. Es el típico piso bohemio de estudiante con un portal estrecho, una escalera vieja y sombría debido a las luces fundidas de los descansillos. Cuando subes, la mirilla de una de las puertas de la primera planta se abre y si miras, se cierra con enfado.

El piso tiene dos habitaciones (solo una de ellas es un dormitorio y en la otra hay borriquetas y tableros de diferentes tamaños. Hay una pequeña cocina, parece un pasillo con algunos armarios. Y hay un salón con una enorme mesa de madera en su centro y está rodeado de estanterías con cajas de diversos tamaños y colores. Sobre la mesa hay un mapa de Europa hexagonado, con fichas de cartón de diversos colores y el cuerpo de Carlos Huerta encima. Su nariz apunta a Varsovia y algunas unidades panzer se han pegado a su barbilla. Tiene un feo agujero (calibre pequeño en apariencia) en la espalda y no se ve agujero de salida. La bala le alcanzó el corazón y murió en pocos segundos.

Nota: si tus jugadores no son muy wargameros, no les expliques que están viendo un mapa de World in Flames y el inicio de una partida. Es un juego para dos jugadores, mínimo. Y sí, el piso de soltero es un piso que se ha comprado para jugar wargames (en casa no le dejan). ¡A que le envidiaríais si no fuera por el agujero de la espalda!

La aparición del muerto

Naturalmente, la aparición del cadáver da una nueva dimensión al caso. Los personajes, si son listos, no tocarán nada y llamarán inmediatamente a la policía. Si no lo hacen, esta aparecerá a los pocos minutos tras una llamada anónima denunciando el crimen.

Nota: la llamada la ha realizado el compañero de partida del difunto. Un joven universitario que conoció a Huerta en unas jornadas de wargames celebradas en Almería (de nombre Antebellum, muy famosas) y que le comentó que estaba montando un piso para poder jugar partidas de larga duración en Cunia. Se hicieron amigos de inmediato. Él es la primera persona que vio a Huerta muerto, pero se fue de la casa asustado, muy asustado. Se quedó cerca, sin saber que hacer, aturdido, pero cuando vio a los personajes entrar en el portal, pensó que eran los asesinos que volvían a llevarse el cuerpo (o que le buscaban a él) y por eso llamó a la policía.

La policía relacionará a los PJ con el crimen, ya sea porque les pilla en el piso, porque tiene fotos de la cámara de seguridad entrando en la vivienda (el número dado por la señora Huerta no borra las grabaciones realizadas antes de desconectarla) o bien porque los agentes de seguridad les avisarán que vieron un coche sospechoso en las cercanías cuya matrícula coincide con el de la agencia de los PJ.

La policía de Cunia tiene varias virtudes y una de ellas es saber cuando tiene la sartén por el mango para que otros le hagan el trabajo gratis. Un muerto, unos detectives implicados, tienen suficiente para pasárselo al juez y que este les investigue, pero, siempre hay un pero, quizás los PJ quieran disponer de 24 horas para deshacer el entuerto y traerle al culpable envuelto en papel de regalo.

Investigando el caso.

Como seguramente aceptarán la sugerencia policial, ¿quién puede resistirse a desentrañar un caso en el que pueden quitarte la licencia de detective por mala praxis?, he aquí lo que podrán descubrir de los principales sospechosos, la policía y el forense:

Forense

El forense confirmará que Huerta murió de madrugada, posiblemente más cerca de la mañana que de la noche, de un disparo con un calibre pequeño (el famoso .22), pero el área de dispersión de la pólvora parece como si hubiera sido disparado con un arma de mayor calibre . Raro, pero no imposible. Le dispararon a unos 3 metros (aproximadamente desde la puerta) y es un tiro muy preciso realizado por alguien con entrenamiento.

Nota: si preguntan a alguien especialista en armas (o si ellos mismos lo son) sabrán que hay kit comerciales que permiten disparar armas de 9 mm con calibres de 22 corto. ¿Y por qué haría alguien eso? No en todos los lugares te permiten disparar balas de 9 mm.

La policía

La policía les ayudará en todo momento. Aunque les hayan dejado el marrón, son los primeros interesados en que la cosa se resuelva. Entre la información que les pueden contar está:

- El señor Huerta tenía licencia para tener una reproducción de una pistola en su casa. Se trata de un caso raro de licencias que se concede a coleccionistas (hay que pedir muchos favores).

- El testamento el Señor Huerta beneficia a su esposa (que se queda con una pensión vitalicia a cargo de la editorial) y al señor Novo (que se queda con toda la editorial). El piso del barrio Latino se cede a un club de juegos de la universidad: un tal Alas de Dragón.

Arianne Sugret

Arianne Sugret tenía mucho que ganar con la muerte de Huerta.

No está en Courchevel. Allí ni la esperan ni la conocen. Esto lo podrán averiguar con una simple llamada. Además, si piden ayuda a su amigo policía, sabrá que no ha comprado ningún billete de tren o autobús (dada la seguridad en estos medios de transporte no pueden afirmar que no se haya ido) ni ha cogido ningún avión (esto sí es seguro).

Está en casa de su madre, escondida, llorando y temerosa porque se le va a acabar su nivel de vida. Arianne ha visto la solicitud de divorcio en el escritorio de su marido (buscaba pruebas de infidelidad; sus celos sí eran reales) y se ha refugiado en el único sitio donde la entienden. Los personajes podrán obtener esta dirección si curiosean un poco en internet o si preguntan en cualquier periódico que se dedique a la prensa rosa.

La madre asegurará que su hija ha estado allí todo el tiempo, pero miente, la pasada noche no durmió allí y llegó a la casa de sus padres a media mañana (los criados lo confirmarán). Si la pillan en la mentira, dirán que estaba desesperada y salió por la noche a tomar algo. Acabó en la cama con un tipo en un hotel del que no conoce su nombre. Dará el nombre del bar en el que estuvo (los personajes lo reconocerán como un bar donde las mujeres maduras van a ligar con chicos más jóvenes). Naturalmente, la madre se escandalizara de todo esto.

Descubrirán, si le preguntan, que Huerta le regaló una reproducción de un Colt M1911 (un arma de la Segunda Guerra Mundial) con un rarísimo silenciador también de la época y modificada para disparar un calibre .22. Arianne recordará el regalo, pero también recordará que se lo devolvió. No quería armas en casa, de ningún tipo.

Elías Novo

Los problemas económicos de la editorial Luz no son culpa de Huerta (ni de su mujer). En realidad, Elías ha estado realizando inversiones desafortunadas en caballos, equipos de fútbol y cosas así. Los agujeros de las cuentas son el resultado de pagar sus deudas. Los personajes se pueden enterar de ello en el banco (los movimientos de dinero los domingos son muy sospechosos), a través de algún conocido (¿algunos de tus PJ tendrá contactos en los bajos fondos?) o preguntando en la cafetería donde suele almorzar. El camarero les contará (tras algo de persuasión) que el señor Novo sólo mira en el diario las páginas de las carreras en el canódromo y en el hipódromo. Son muchos años de camarero para no saber lo que eso significa.

Elías Novo estuvo toda la noche y parte de la mañana en un garito de apuestas clandestino donde se apuesta por las carreras en Estados Unidos y China. Nadie en el lugar corroborará su coartada. Y, de hecho, cuando vayan a ver el garito con la policía (se supone que la primera vez habrán ido solos), el garito se habrá convertido en una zapatería.

Elías recordará el arma que le regaló a Arianne. Huerta estuvo varios días muy disgustado por el tema y porque ella no supiera apreciar la importancia del regalo. Le gustaría tenerla en casa, pero ella no le dejó. Durante un tiempo la tuvo en el despacho, pero luego desapareció y no preguntó por ella.

Emilia grande

Es cierto, estaba locamente enamorada de Huerta y sabía que se iba a divorciar de la arpía de su mujer. ¿Quién creen que preparó los papeles del divorcio hace cinco meses? Pero era un blando y no se decidía y estaba cansada de esperarle. Y ahora se había comprado ese pisito de soltero. ¿Para qué? ¿Para verse con alguna amiguita?

Los personajes se podrán enterar de todo esto si abordan a Emilia fuera de la oficina donde se siente segura. Visitarla en su casa es una opción (donde descubrirán una foto de Huerta y ella sonriente en un viaje a la feria de libros de Frankfort; fue un viaje muy bonito, dirá entre sollozos).

No tiene coartada para la noche ni la mañana de autos. Vive sola y llegó a trabajar a las 8:30 como todos los días. Algún becario podrá confirmarlo porque suelen llegar antes.

Claro que recordará el arma de Arianne. ¡Esa presuntuosa pomposa se la devolvió con todo lo que les había costado, a los dos, conseguirla! No era una reproducción. Era un arma auténtica de la Segunda Guerra Mundial y el señor Huerta le había rebajado el calibre para que esa estúpida zorra pudiera dispararla sin romperse las uñas. Todo lo que el señor Huerta hacía por ella y ella le tiraba a la cara. Huerta la tuvo en el despacho un tiempo, pero cuando se compró el otro piso, dejó de verla. Supuso que se la había llevado allí.

El otro jugador

Si no hubiera llamado por teléfono, nadie sabría de su existencia y nadie podría haberle relacionado con el crimen, pero la llamada, desde su móvil no es tan oculta como él creía. La policía solo necesitó hacer una llamada para saber la identidad del propietario del teléfono. Saber donde estaba y dar con él (o pasarle la información a los PJ) fue muy sencillo.

Otra forma que tienen de descubrirle, si han hablado con Emilia Grande, es recordar que el sobre (con la dirección y las llaves del piso de wargameros) fue enviado con un mensajero. Hablando con la mensajería y diciendo que hay un asesinato por medio (y que es una investigación policial) les dirán donde fue enviado ese sobre.

Finalmente, si saben del testamento y han localizado el club de juegos de la universidad, cualquier miembro les dirá que Huerta se relacionaba con un tal Alejandro Vargas y les dirán donde encontrarle.

Sin embargo, Alejandro Vargas es, posiblemente, la única persona que no tenga móvil para el asesinato. Conocía a Huerta y juntos habían jugado ya un par de partidas. Era un rival bastante bueno, pero clásico, carecía de imaginación para hilvanar estrategias novedosas. Sin embargo, tenía medios para jugar y eso le daba un gran atractivo para un wargamero. Huerta no quería jugar con más personas, era reservado, pero le dio la llave del piso por si alguna vez quería jugar allí con otras personas. Le pidió que fuera discreto, que usara sus propios juegos (no los de Huerta) y que los vecinos no se quejaran de fiestas ni nada parecido. Alejandro nunca había usado el piso para jugar con otros. No quería fastidiarla.

Por la noche estuvo en su residencia de estudiantes. Algunas personas le vieron en la biblioteca hasta las 23:00, pero luego estuvo en su habitación terminando de ver la última temporada de la Agente Carter. ¿La han visto?

¿Arma? No, nunca le vi un arma el señor Huerta.

Los becarios

Tus personajes pueden pensar que algún becario podría estar resentido con el señor Huerta por el exceso de trabajo o por haber rechazado algún manuscrito. Ninguno dará esa impresión, al revés, todos dirán que Huerta nunca rechazaba un manuscrito, te los corregía tanto que aprendías más con una de sus correcciones que en cinco años en la universidad.

Vieron el arma en alguna ocasión y Huerta les explicó que se trataba de una auténtica reliquia de la Segunda guerra Mundial y que la tenía ahí por un libro que iban a editar en breve. Cuando desapareció, supusieron que Huerta la había devuelto.

El final

Llegados a este punto te estarás preguntando quién asesinó al Señor Huerta. La respuesta es muy sencilla: quién tú quieras. Recuerdas esas series policiacas en las que la investigadora (estoy pensando en Jessica Beatrice Fletcher) reúnen a los sospechosos en una escena final y van desvelando las miserias de cada uno en público hasta desvelar quién es el asesino. El objetivo de esas escenas es sorprender al lector o televidente con el razonamiento final. No es bueno que frustres a tus jugadores sacando el sospechoso más inesperado, pero tampoco se lo pongas muy fácil y que su primera impresión sea la válida. La interpretación de los PNJ será tu herramienta más valiosa en el caso del hombre muerto invadiendo Polonia.

Y el culpable es...

Arianne Sugret

Si Huerta se divorciaba, perdería su nivel de vida, lo perdería todo, pero si moría, podría sobrevivir con ligeras molestias. Contrató a los detectives para confirmar que no tenía intención de matar a su marido, solo de divorciarse y dejó los papeles en su escritorio como una demostración que el amor se había terminado en la pareja.

Le pidió perdón a Huerta por lo del arma y le pidió que se la devolviera (le hizo mucha ilusión al pobre), se enteró de la dirección donde iba a jugar sus estúpidos jueguecitos de niño gracias a las facturas y se hizo una copia de las llaves (el muy estúpido había dejado las copias en el pantalón). Sabía que su viaje de esquí no iba a servir de coartada, así que se buscó una en un bar de ligues. Salió con el gigoló del local y pasado unos minutos le pagó por toda la noche y le dijo que no volviera al bar y que si le preguntaba había estado con él toda la noche (no quería defraudar a unas amigas que le habían obligado a ello). Se fue al piso, espero a que llegara y se sentara en la mesa, le pegó un tiro y se marchó.

Elías Novo

Huerta le había preguntado por las cuentas de la editorial. Si no se hubiera comprado ese estúpido piso para sus juegas nunca se había enterado que no había dinero en el banco. Le pidió que lo devolviera y que si no lo hacia, hablaría con los abogados y le denunciaría. Novo no tenía dinero, ni crédito para pedirlo y matarlo pareció la solución más inteligente pues toda la editorial pasaría a su nombre, vendería ese piso y cubriría las deudas de la editorial.

Conocía el piso, era quién consultaba los movimientos bancarios y había visto las letras, y Carlos le había pedido que guardara el arma cuando se hartó de verla en su despacho (le recordaba el desaire de su mujer). Novo la guardó y decidió utilizarla cuando aquella madrugada se coló en el portal ("propaganda, señora") y esperó en el siguiente tramo de escalera a que él llegara. No dejó que la puerta se cerrara, entró y le disparó. Huerta no se dio la vuelta. Estaba esperando a alguien.

Emilia grande

Carlos le dejó las llaves para preparar el sobre, pero ella aprovechó para copiarlas. Estúpida de ella pensó que era la forma disimulada que tenía de decirle que iban a tener un nido propio. Pocos días después le dio el arma y le pidió que la guardara. Era un regalo para su mujer, pero ahora se lo daba a ella. Huerta era un hombre decente y no quería dar ningún mal paso. Le mandaba señales y ella las había comprendido. Aquella madrugada, sabiendo que su mujer se había marchado y que él no vendría a la oficina, se atrevió a dar el paso. Cogió la pistola para colocarla en el piso, para que él supiera que ella lo sabía y estaba de acuerdo. Fue al barrio Latino, subió las escaleras y abrió con cuidado; lo descubrió allí jugando con fichitas.

Aquel hombre jugaba con sus sentimientos. Si no iba a divorciarse de su mujer y no iba a corresponder a su amor (se lo había declarado en el viaje a Frankfurt), no sería de nadie. Nadie puede ser bueno todo el tiempo y Emilia Grande guardaba mucho rencor en su interior. En un instante, ese rencor se apropió de la pistola, de su mano y disparo. Se sorprendió que aquella cosa no hiciera ruido.

Alejandro Vargas

¡Un piso en el barrio latino! ¡mataría por eso! Y efectivamente. Alejandro Vargas mató a Huerta después de que este le confesara que había dejado el piso a su nombre (en realidad le mintió porque le había dejado el piso a la asociación), pero para la mente de Huerta aquello no era muy diferente.

Tras su horrible acto, arrepentido o quizás impaciente por ocupar su nueva casa, llamó a la policía pensando que la modalidad de llamada oculta le salvaría de cualquier investigación posterior. Hubiera sido mejor llamar desde una cabina, pero ya no quedan cabinas en Cunia.

Petición final

Si se te ocurre otro final o tus personajes te llevan a otra posibilidad, por favor, escríbenos (des@edsombra.com) para que lo añadamos a este artículo (mencionándote, por supuesto) y enriquezcamos el caso del hombre muerto invadiendo Polonia.

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