DESDE EL SÓTANO
Nº: 145 . 3ª época. Año III
Adhesivo de Cedro Por: Olef, hijo de Oleg
 

Adhesivo de cedro

Los tikkis aseguran que son los descubridores de las propiedades de este adhesivo que elaboran a partir de la corteza del cedro. Sin embargo, no sería la primera vez que se apropian del descubrimiento de otras especies y para muchos mendwan, el adhesivo de cedro es un descubrimiento realizado por sus propios chamanes. Aunque si preguntas a los más ancianos, te dirán que el adhesivo ya se utilizaba mucho antes de sus padres, y de los padres de sus padres y que es probable que fuera de las gentes que vivieron en Pangea, antes que las especies actuales.

El adhesivo es una pasta de color negro que endurece en contacto con el aire, pero que se reblandece con el calor. Un día caluroso en verano puede arruinar cualquier objeto elaborado con el pegamento, pero mientras no estés cerca del desierto del Escorpión o terrenos similares, no debería haber problema. El adhesivo tiene muchos usos, principalmente con las armas y con los adornos. En el primer caso se utiliza para fijar las puntas de piedra de las lanzas al asta. A diferencia de otros métodos, como el atado con tendones o cuerdas, el adhesivo permite fijar piedras más pequeñas (ligeras y arrojables) y hace más sencillo clavarlas en la piel de los animales en el cuerpo a cuerpo. Las heridas son menores, pero utilizadas con precisión pueden alcanzar el corazón de una presa y matarla de un solo golpe.

En los adornos se utiliza para fijar cuentas, conchas y demás abalorios a tiras de cuero o cuerdas. Se pueden también fijar cosas a las paredes de piedra de los grakines y de las cuevas, pero es raro utilizarlo de esta manera por culpa de los fuegos que pueden hacerse en el interior.

El adhesivo de cedro es inflamable y ese quizás es su principal inconveniente.

Para preparar el adhesivo, los chamanes hacen uso de sus conocimientos de Herbalismo. Buscan un cedro vigoroso, raspan la corteza exterior y luego esperan a que la resina del cedro brote. En ese momento cortan tiras finas de la corteza del árbol. Los chamanes más prudentes curan el árbol con algún ungüento cicatrizante, pero los menos considerados vuelven a colocar la corteza sobre la pegajosa resina. Ya en el grakin, y sin dejar pasar mucho tiempo, el chaman prepara dos huevos de reptil y los vacía practicándoles un agujero. En uno coloca las tiras de corteza y le hace un agujero muy pequeño en el otro extremo que coloca sobre el segundo huevo. Tapa ambos huevos con barro y a su alrededor crea un fuego que a su vez cubre con piedras planas dejando solo una abertura en la parte superior. El fuego así preparado hará las veces de horno y el barro y la cáscara de huevo evitará que las cortezas ardan. Sin embargo, el interior del huevo, la madera se seca, se ennegrece y pulveriza mezclándose con la resina. Esta, muy líquida goteará sobre el segundo huevo. Cuando el fuego termina (o cuando el chamán considera que ha llegado el momento, retirará los huevos y verterá el contenido del segundo en algún recipiente que dejará sobre las brasas para que no se cristalice. Las armas o los adornos se harán mientras la sustancia negra está aún viscosa. Al enfriar quedará dura como el ámbar.

Existe una variante que se utiliza entre los dwaldur que se hace con corteza de pino en vez de cedro, pero es menos adhesiva, cosa que los habitantes de las montañas solucionan añadiendo cera de abeja antes de calentar la corteza.

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