DESDE EL SÓTANO
Nº: 146 . 3ª época. Año III
Palos de lluvia Por: Olef, hijo de Oleg
 

Palo de lluvia

Aunque para algunas fuentes no es más que un instrumento musical, para los habitantes de Pangea es una poderosa herramienta de los chamanes, que la utilizan para controlar el tiempo de preparados y danzas rituales. Tienen varios palos de lluvia de diferentes grosores y longitudes. Por lo general, es un aprendiz avanzado quién se encarga de los palos de lluvia y los va dando vueltas mientras el chamán realiza el ungüento o la ceremonia.

Los palos de lluvia se realizan, habitualmente, en bambú. El chamán los vacía con cuidado y suaviza el interior moviendo piedras de río por el interior. Cuando estas han acabado con cualquier protuberancia molesta, el chamán clava pequeñas agujas de hueso por el exterior y hacia el interior del bambú, sin atravesarlo, pero haciendo que la punta llegue al otro extremo. La disposición de las agujas parece aleatoria, pero existe un patrón en función del efecto que el chamán quiera conseguir. El palo se rellena con semillas o con piedras y una piedra transparente que al machacarse se convierte en un fino polvo blanco. Tras comprobar que no hay obstrucciones y que las semillas hacen el recorrido en el tiempo correcto, el chamán tapona los extremos del bambú con un trozo de madera sellado con cera de abeja u otro ungüento similar.

No es necesario decorar los palos de lluvia por el exterior, pero los chamanes, conocedores de lo valioso que puede ser una puesta en escena, los decoran con adornos relacionados con el uso que van a tener; decoran los extremos con abalorios y plumas para que se muevan o brillen con el movimiento del instrumento.

En Aguaclara, en la sala común, existe un enorme palo de lluvia de más de dos varas de alto y dos puños de diámetro. Según cuentan los rumores, Ursus lo utiliza para medir el tiempo que los peticionarios pueden hablar. Acabado ese tiempo, toma una decisión

Los palos de lluvia reciben su nombre por el sonido que hacen. Las semillas, al caer y tropezar con los huesos, simulan el sonido de las gotas de una tormenta sobre las hojarasca. Aunque es un fetiche de los chamanes, algunos también se utilizan en canciones o ceremonias cantadas.

« Pág. anterior Subir Pág. siguiente »
Versión imprimible DeS. © Ediciones Sombra