1x04 - Travesía mortal

Uno se imagina que cruzar el Atlántico en Agosto no puede presentar muchos problemas, pero el convoy que lleva a los miembros de la Sangrienta Siete y al resto de la 1ª división estadounidense, se desvía al norte para esquivar las patrullas de submarinos de los nazis. Hace un frío del demonio y los días pasan despacio entre la niebla, el vaho de las respiraciones y el hormigueo de los dedos a punto de congelarse. Ni siquiera una buena partida de cartas puede animar a los muchachos.

Todo cambia a mitad de la travesía cuando los barcos que les acompañan apagan sus luces, los marineros trasmiten sus órdenes entre susurros y la tensión parece envolverlos a todos como un postre de gelatina. Silencio, silencio en los helados mares del Atlántico norte.

La Sangrienta Siete, que aún no ha aprendido a cumplir las órdenes, se dedica a vagabundear en silencio por todo el carguero. Es en uno de esos paseos cuando, a través de un pozo de ventilación, escuchan la inconfundible estática de una radio al presionar el botón de comunicación. Alguien susurra, pero su mensaje no se entiende. Muy rápido, en un tono muy bajo o, piensa el sargento, en un idioma extraño. De repente, la noche ártica se ilumina con la explosión de uno de los barcos cercanos. Hace tanto frío que los gritos y lamentos de los quemados llegan hasta ellos. Algunos se lanzan al agua para salvarse del fuego, pero el helado océano hace que se hundan rápidamente.

¡Orden de dispersión del convoy! Todos los barcos empiezan a zigzaguear intentando que los submarinos alemanes no puedan darles alcance y parten hacia destinos desconocidos. La niebla no tarda en envolverles, aunque los ruidos de una batalla que no ven no desaparecen. Una estela pasa por su costado de babor. ¡Un submarino trata de darles alcance! Y un espía, piensan los de la Sangrienta Siete, está guiándole...