Fanáticos dwaldur
En una sociedad compleja, los grupos sociales comienzan a organizarse en sistemas en los cuales la jerarquía y los privilegios (o la carencia de ellos) conforman un entramado de difícil comprensión pero que de alguna manera, ayuda a esa sociedad a no desmoronarse bajo su propio peso. Del mismo modo la aparición de individuos que se sitúan al margen de estas sociedades es algo inevitable. Es lo que sucede con los llamados "Zelotes" o simplemente fanáticos dwaldur.
Nadie sabe exactamente cuando apareció el primer fanático, pero se han convertido en una minoría con gran peso social en la sociedad dwaldur. En poblados, puestos mineros, y regiones dwaldur más remotas, han llegado incluso a convertirse en la potencia política por antonomasia, relegando a las posturas más moderadas a un papel de marginalidad acusando a estas últimas de no seguir los preceptos religiosos de Tharkas.
La doctrina religiosa y moral de los fanáticos dwaldur se resume en el hecho de que para cumplir los designios de Tharkas, es obligación de todo dwaldur dar eliminar y devorar a cualquier raza inteligente que amenace o represente un riesgo para la pervivencia dwaldur. Este hecho, si bien puede entenderse como un freno para ciertos desmanes es interpretado en realidad muy libremente llegando a considerar la caza activa como "autodefensa".
El ritual de "karbaga" para un fanático es en realidad un ritual doble, el momento de la caza, y el ritual principal en la Ciudadela correspondiente considerándose éste último como la catarsis de un período de purificación, normalmente consistente en la búsqueda y eliminación de posibles enemigos (víctimas). El rito de la caza, dura entre una mano y una mano de manos de jornadas, dependiendo de la necesidad del rito y la petición que se desea elevar a Tarkhas. Consiste en observar algún poblado, o grupo de viajeros, capturarlos, y tras ser ungidos y preparados con abluciones para purificar su carne, ser devorados. En ocasiones, antes de morir.
Los fanáticos más moderados son tolerados ya que sus rituales suelen incluir situaciones más "aceptables" para la sociedad en general, cazando únicamente esclavos, o criminales, liberados previamente. Se distinguen por llevar cortado el lóbulo de la oreja izquierda, que han previamente devorado como rito de iniciación. El verdadero peligro son los zelotes, aquellos que cazan día sí y día también, como único objetivo en la vida terrena. Son marginados por todos, y han de ocultarse, bien en regiones remotas, o en grupos sociales de su mismo grupo. Suelen reconocerse entre ellos, cuando muestran un tatuaje de un brako púrpura al lado de su tatuaje familiar. Son buscados activamente por los guardianes de la Forja, un grupo de guerreros-monje que tratan de evitar que una doctrina tan extrema termine consumiendo a la sociedad dwaldur, miedo nada excesivo, ya que las poblaciones de zelotes, no suelen aguantan más de dos inviernos, consumiéndose habitualmente entre ellos, si no pueden encontrar víctimas, o para demostrar que son los más creyentes, de los creyentes.
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