Frank Halder,
el general en desacuerdo con Hitler
Franz Ritter Halder nació Wurzburg en 1884 en el seno de una familia militar. Su padre, Max Halder, también fue general del ejército. A los 18 años, en Munich, ingresó en el 3er Regimiento Real de Artillería bávaro. Y en la escuela militar de dicha ciudad alcanzó el grado de segundo teniente en 1904. Tras graduarse en la escuela militar, asistió a la Escuela de Artillería (entre 1906 y 1907). Tras unos años de servicio, asistió al Colegio de Oficiales entre 1911 y 1914 donde obtuvo el grado de teniente.
Al principio de la Primera Guerra Mundial, Halder fue oficial de artillería en el cuartel general del III Cuerpo de Ejército bávaro, pero a mediados de 1915 fue ascendido a capitán y enviado como parte del Estado Mayor de la 6ª División de Infantería bávara. Dos años después fue transferido al Cuartel General del 2º Ejército y más tarde, en 1918, al 4º Ejército. Más tarde, y en rápida sucesión, pasaría por el cuartel general de una división de caballería bávara, el cuartel general del comandante en jefe del frente oriental, el del XV Cuerpo de reserva y el Grupo de Ejércitos del Príncipe Rodolfo de Baviera.
El final de la guerra no acabó con la carrera militar de Halder. Sirvió en el Reichwehr (el ejército reducido que se permitió conservar a los alemanes tras el Tratado de Paz). Hasta 1920 en la rama de entrenamiento del Ministerio de Guerra y a partir de entonces como instructor de prácticas en Munich, en el Wehrkreis (distrito militar) VII. En 1924 es ascendido a Mayor y en 1926 se convierte en Director de Entrenamiento de oficiales del distrito. En 1929 es ascendido a Teniente Coronel y pasa a formar parte del equipo del Jefe de Entrenamiento en el Ministerio de Guerra. En Diciembre de 1931 le vuelven a ascender, esta vez a Coronel, y se convierte en oficial en jefe del distrito VI (Münster, Westfalia). Una de las principales preocupaciones de su distrito era una eventual invasión polaca de Prusia y en su puesto realizó varios estudios sobre el ejército polaco y sobre las mejores medidas para defender esa provincia alemana. Ascendido a Mayor General en Octubre de 1934, se convirtió en el comandante de la 7ª División de Infantería, de nuevo en Munich.
Halder se había ganado cierto prestigio como oficial y sobre todo como estratega (gracias a sus trabajos de la defensa de Prusia). Eso hizo que el nuevo gobierno nazi se fijara en él y lo ascendiera en Agosto de 1936 a Teniente General y lo convirtiera en Director de la Oficina de Maniobras (una especie de centro de planificación militar). Poco después le haría responsable de la rama de entrenamiento del Cuartel General del Ejército, lo que hizo que se trasladara a Berlín. Desde allí programó muchas maniobras de entrenamiento, las mayores y más importantes en Alemania desde el final de la Primera Guerra Mundial.
En Febrero de 1938, Halder asciende a General de Artillería. El general Keitel, que por aquella época estaba intentando estructurar la dirección del ejército con personal afín a él, le ofreció formar parte del Cuartel General (responsabilizándose de operación, abastecimiento y entrenamiento). Sin embargo, Halder mantenía una agria relación con el general von Reichenau que era el Jefe del Estado Mayor del ejército y declinó el nombramiento. Poco después, en Septiembre de ese mismo año, el general von Brauchitsch se convertiría en el Comandante en Jefe del Ejército y Halder, entonces, aceptó formar parte del Estado Mayor. El general Keitel conoció las capacidades de Halder como planificador militar y esa fue la responsabilidad que tuvo en el Cuartel General. Poco después, Halder presentaba a Hitler un plan para la invasión de Checoslovaquia consistente en una pinza que envolvería a las tropas checoslovacas. Sin embargo, Hitler prefirió un plan menos novedoso de ataque directo hacia Praga defendido por Reichenau (ahora más enemigo de Halder que antes). Sin embargo, a pesar de que Halder había hecho preparativos militares para invadir Checoslovaquia, no estaba de acuerdo con la decisión política de hacerlo y comentó este hecho con alguno de sus colegas llegando a hablar, incluso, de destituir a Hitler1.
1.- En sus memorias, Halder afirma que llegó a dar la orden de detenerle, pero que la anuló al enterarse que el Primer Ministro inglés iba a visitar Alemania. Algunos historiadores dudan de la veracidad de esta afirmación porque en la fecha en la que supuestamente iban a detenerle, 14 de septiembre, Hitler no estaba en Berlín. Es posible, sin embargo, que Halder fuera a dar la orden sin saber que Hitler no estaba en la ciudad. Halder afirma en dichas memorias que si Inglaterra y Francia no hubieran cedido en Munich, el Golpe de Estado se habría realizado para evitar el ataque a Checoslovaquia y la Segunda Guerra Mundial nunca hubiera comenzado. En otras palabras, culpa a Inglaterra y Francia de no dejarles detener la guerra.
Durante los primeros meses de 1939, Halder se encargó de la planificación de la invasión de Polonia. Posiblemente pensara que no era una decisión política correcta (no hay referencia a ello), pero hizo su trabajo y no intentó detener a Hitler antes de la guerra2. Polonia fue atacada siguiendo las directrices de Halder y conquistada en pocas semanas. La maniobra de doble pinza que ya había diseñado para Checoslovaquia, fue muy similar a la usada en Polonia. Tras sus contactos con las altas cúpulas nazis, principalmente Himmler, Halder empezó a tener dudas sobre las "medidas" que pretendían adoptarse en Polonia tras la conquista. Además, Hitler quería que se atacara Francia inmediatamente después de la caída de Polonia. Halder, junto a otros oficiales, intentaron que Brauchitsch presionara a Hitler para que no llevara más allá la guerra, pero el Jefe del Estado Mayor, tras una reunión con Hitler en Noviembre, vio que era imposible convencer al jefe nazi. Este intento de la cúpula militar del ejército alemán para detener la guerra recibió el nombre de "Conspiración Zossen" ya que era el nombre de la localidad donde estaba el Cuartel General. No hubo represalias (en realidad no fue una conspiración) y no todos los participantes en ella pensaban que no era correcta la guerra, algunos, tras la experiencia de la Primera Guerra Mundial, creían que no era posible ganarla y que era mejor detenerse cuando había tiempo para ello.
2.- Halder afirma que nunca creyó que Francia e Inglaterra fueran a la guerra por Polonia.
Inicialmente, Halder no creía que el ataque a Francia pudiera tener éxito, pero luego fue uno de los mayores defensores del ataque a través de las Árdenas (y el envolvimiento de las tropas Aliadas contra el Canal de la Mancha) y participó en los preparativos para el ataque en el frente occidental. Sin embargo, Halder no estuvo de acuerdo con la decisión de invadir Noruega. Tampoco estuvo de acuerdo con la decisión de no atacar el embolsamiento de Dunkerque y permitir que los británicos escaparan. Su oposición se basaba en cuestiones militares, pero empezaron a agrietar la confianza de los dirigentes nazis. Hay que recordar que Halder no pertenecía al partido nazi (algo poco popular en ese momento).
Tras Francia, Halder ascendió Generaloberst (Coronel General) y empezó a preparar los planes de la invasión del Reino Unido. Halder consideraba que era posible la invasión si atacaban en un amplio frente a los británicos, pero su planificación le granjeó enemistades con los altos mandos de la Armada que pensaban que su plan destruiría a toda la flota alemana. En diciembre de 1940, le pusieran a preparar los planes de invasión de la Unión Soviética (Barbarroja). Halder consideró que el ataque a la Unión Soviética era viable, pero, como reconoció en sus memorias, su información sobre el Ejercito Rojo era muy deficiente. Una vez iniciada la campaña, Hitler y el Estado Mayor (entre los que se encontraba Halder) se fueron enfrentando cada vez más sobre las decisiones estratégicas y operacionales de la campaña. Hitler quería atacar Kiev y Leningrado, mientras que el Alto Mando consideraba importante atacar Moscú. Estas disensiones provocaron que von Brauchitsch renunciara a su puesto como jefe del Estado Mayor y que Hitler asumiera directamente dicha responsabilidad. Aquello hizo que entre Hitler y Halder ya no hubiera nadie haciendo de colchón y su relación fue empeorando cada vez más. Su oposición a la decisión de Hitler de atacar en 1942 hacia el Cáucaso y Stalingrado fue la gota que colmó el vaso de la paciencia del jefe nazi. Halder se opuso abiertamente a esa decisión argumentando que se estaba infravalorando la capacidad del ejército soviético. Cuando las tropas de Paulus alcanzaron la ciudad de Stalingrado, Halder advirtió que una maniobra envolvente por los flancos de la ciudad era una amenaza que no debía ser desdeñada. La respuesta de Hitler fue que Halder había perdido el "espíritu militar" y lo mandó a la reserva donde permaneció, alejado de cualquier responsabilidad militar, hasta Julio de 1944 en el que la Gestapo lo arrestó como uno de los participantes en el intento de asesinato de Hitler. En realidad, Halder no participó en ese intento de golpe de estado y sus captores tampoco debían tenerlo muy claro porque en vez de fusilarlo (como a otros), lo enviaron a un campo de prisioneros (primero al de Flossenbürg y luego al de Dachau). Le expulsaron oficialmente del ejército en Enero de 1945 y fue liberado por tropas estadounidenses del campo de prisioneros en Abril de 1945, pero no le detuvieron (no sabían quien era). Halder se entregaría a las autoridades estadounidenses el 4 de Mayo de 1945 en Austria. Pasaría dos años más en un campo de prisioneros de guerra.
Tras ser juzgado en Nuremberg, donde se le achacó conocer el genocidio judío y no hacer nada para evitarlo, se convirtió en los años 50 en asesor del Departamento de Historia Militar de los Estados Unidos. Escribió un libro: "Hitler als Feldherr" en 1949 en el que ataca duramente casi todas las decisiones de Hitler como jefe militar. Tras su muerte en 1972 en Bavaria, se publicaron sus diarios (1976). La figura de Halder es un poco controvertida. Hay quienes piensan que supo ver el negro futuro hacia el que se dirigía Alemania desde el principio, pero no tuvo los medios ni la oportunidad de evitarlo. Otros piensan que su oposición interna a Hitler procedía de un sentimiento de superioridad y que consideraba que los que no eran militares profesionales, no podían entender la guerra. J. F. Keneddy le otorgó la Medalla de la Libertad en 1961, uno de los méritos civiles estadounidenses más altos.
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