DESDE EL SÓTANO
Nº: 163 . 3ª época. Año III
Libélulas aioll Por: Rubén Ramos
 

Libélulas

Tecnología aioll

En su carrera imparable para suplir las carencias tecnológicas que acarrea su aislamiento los aioll están creando todo tipo de artilugios biotecnológicos para suplir esas necesidades.

En el área de seguridad las libélulas cumplen la función que en otros lugares ocupan los drones de vigilancia.

Su origen proviene de unos insectos paleópteros que habitan en muchos de los sistemas dentro de la Unión. Su origen es desconocido pero se sabe que su expansión se ha debido a la especial resistencia del animal en condiciones adversas, lo que le permitió sobrevivir al viaje subespacial y extenderse a través de las líneas de comercio.

Su tamaño, de unos 20 centímetros de largo, es ideal para poder colarse por los huecos más estrechos. Su cuerpo alargado y delgado es flexible en extremo y les ayuda a reptar y contorsionarse para llegar a los lugares más inesperados.

Los aioll las han modificado para que sus ojos multifacetados se conviertan en cámaras 360º que recogen sonido y audio, enviándoselos a la «colmena». En realidad, esa colmena es una batería orgánica que a través de feromonas específicas creadas por los aioll compelen a estos animalillos a volver cada doce horas.

La colmena ayuda a convertir el trabajo en algo totalmente autónomo, pero en ocasiones es un quebradero de cabeza dónde instalarla sin que se note. Es importante, ya que la imposibilidad de poder descansar en la colmena y alimentarse provocaría la muerte de la libélula en unas pocas horas.

Los aioll han desarrollado también un espray antilibélulas. Como principio utiliza las mismas feromonas que atraen a las libélulas a la colmena. En este caso, ahuyentándolas. El rociado ha de hacerse cada seis horas en la zona para que sea efectivo.

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