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viernes, 29 de marzo de 2024


 

Memorias de Guerra

de Bernard Montgomery

portada del libro

Siempre he defendido que los libros de memorias de las figuras más conocidas de la Segunda Guerra Mundial eran una lectura interesante, aunque uno debía leerlos siempre con mucho cuidado. Las de Churchill, las de Guderian, Rommel, Kesserling o la que nos ocupa hoy no dejan de estar escritas desde una óptica muy subjetiva (la propia del autor); es bastante humano ver más los errores ajenos que los propios. Tienen, por otro lado, el valor de un testimonio, en muchos casos en primera persona, de acontecimientos históricos.

Debo confesar, por otro lado, que la figura de Montgomery nunca ha sido una de mis favoritas dentro de todas las posibilidades de la guerra. Sin embargo, sus memorias me han parecido interesantes y por eso he decidido he decidido escribir este artículo.

Primero decir que el libro no os va a sorprender respecto a quién es o como era Montgomery (el hecho de que lo firme como mariscal Bernard Montgomery y no simplemente con su nombre debería ser una pista). Tiene una fascinante capacidad de tener las ideas buenas y de no ser responsable de los problemas. Sin querer entrar en la polémica, el libro es interesante para descubrir hasta que punto este hombre estaba contento consigo mismo. He descubierto un personaje muy devoto (lo que siempre es una cosa que me sorprende en un militar de carrera) y también me ha llamado la atención los detalles personales sobre su vida antes de la guerra: como eran sus padres o su mujer, especialmente en lo que se puede descubrir de cómo era la vida en aquella época. Es algo difícil de encontrar en los libros de temática militar más tradicionales.

La verdadera razón por la que me he decidido a escribir este artículo es, sin embargo, por la parte logística y estratégica que Montgomery cuenta con detalle. Es raro ver las relaciones militares que un oficial en jefe mantiene con su cuartel general o con las personas que le rodean, cuáles son las decisiones estratégicas que hay tras esa estructura de mando o esos detalles que justifican instalar un cuartel general en un sitio o en otro. Considerando que fue responsable de los ejércitos británicos que combatieron en el norte de África, el sur de Italia, Normandía y Arnhem, la cantidad de información logística es abundante. Eso sí, no busques cifras o datos concretos, sus memorias son un poco más abstractas. Cuenta, además, algunas anécdotas que a mí me han sugerido algunas partidas (como aquella vez que se encontró un bote en medio del desierto).

Por otro lado, Montgomery no es amigo de los que no son sus amigos y no le importa decir que tal o cual general bajo sus órdenes era malo y que por eso lo envió de vuelta a Gran Bretaña (sobre todo en la fase que estaba reestructurando el VIII Ejército).

En resumen, un libro que puedes leer si te interesa la parte de las decisiones a nivel de cuartel general, teniendo siempre en cuenta que Montgomery es su autor y los méritos estarían un poco más repartidos. Además, si buscas un relato sobre el desarrollo de las batallas, la verdad es que suele saltárselas justificándose en que ya ha sido contada mejor en otros sitios, sólo habla de los preparativos. Eso sí, cuando piensa que una batalla no se ha contado bien, no pierde tiempo en decirlo.

El libro es un poco caro (29 euros, 620 páginas en cartoné), pero con la política actual de las editoriales de mantener los libros sólo unos meses y considerando que salió en Octubre de 2010, no me extrañaría que pudierais encontrarlo en las estanterías de saldos en breve.

 

 

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«Hitler ha perdido el autobús.»

Chamberlain