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viernes, 29 de marzo de 2024


 

VARGAN

El aire era frío aquella mañana, pero ayudaba a mantenerse con un mínimo batir de alas. El invierno llegaba por fin, y era su manera de avisar al mundo. Vargan y sus compañeros habían salido pronto aquella mañana. Al primer sonido de los animales, cuando despunta el alba, todos y cada uno de los guerreros de la tribu se pusieron en pie, tomaron sus jabalinas y se apresuraron a reunirse con los demás en el centro de la aldea. Cuando todos estuvieron dispuestos, y el jefe de la tribu dio la orden, partieron. Sin embargo, lo que en otras circunstancias sería un motivo de alegría, pues normalmente sólo se convocaban a todos los guerreros en ocasiones especiales, como el Día de la Gran Caza, ( momento en el cual se reúnen todos los hombres y mujeres en una gran cacería, y en la que posteriormente se celebran un gran festín, que dura varios días), la verdad es que el verano quedaba lejos, y era época de recogimiento....y de tareas más dolorosas.

Tres nudillos más tarde, se divisaba ya la Mesa de Arja. Vargan, al igual que el resto de sus congéneres, conocía la leyenda de memoria, transmitida por los ancianos y la chamán de la tribu desde tiempos inmemoriables. El lugar consistía en poco más que enorme columna de piedra que se elevaba hasta el cielo, cientos de varas, y cuya cima era plana, una planicie árida e inhóspita en la que sólo unos pocos y resistentes arbustos podían resistir el persistente frío y los vientos aullantes. Según la leyenda, allí se había parado a descansar Arja, en uno de sus incontables viajes entre los territorios que componen las zonas de asentamientos de los Arwan. Y, sigue diciendo la leyenda, allí el trueno le habló, y le contó el secreto para controlarlo. Aunque a cambio tuvo que pagar un precio: Sólo las Arwan podrían ser chamanes. Si no se cumpliese, el infractor y sus cómplices, deberían ser castigados severamente, ofrecidos como sacrificio al mismo espíritu que le dio ese poder a Arja.

Y eso era precisamente lo que iba a suceder. Vargan se preguntó que tal estaría el prisionero. Unas punzadas de dolor subieron por su pecho, hasta su garganta, y casi le hacen brotar las lágrimas.

-¿Ocurre algo?- le preguntó en ese instante Wanda, la Shawak de la tribu.- Oh, no es nada- se apresuró a contestar.- El aire es aquí mas frío, y el viento entra en los ojos... eso es todo.- Wanda le miró, primero con suspicacia, luego, observando sus ojos azules, y viendo lo que había en ellos, esa terrible certeza de lo que tenia que suceder, esa suspicacia fue siendo sustituida poco a poco por comprensión.-Lo sé. Sin embargo, este viento es un regalo de los espíritus de la Naturaleza. Tonifican el cuerpo, y purifican el alma... y el silencio suele ser reconfortante.- Contestó ella. Vargan asintió, hizo ademán de querer hablar con la Shawak de algo, titubeó, y finalmente, partió tras los demás compañeros, que se habían adelantado hacia su objetivo. Cuando llegó a su altura, estaban haciendo un círculo alrededor del cautivo. Éste se encontraba, como hacía otros días, atado con cuerdas tikki sobre una piedra negra, llena de manchas aún mas oscuras. Es curioso, pensó Vargan, esa piedra negra es la única piedra negra de los alrededores, todo lo demás es de ese apagado color anaranjado... es extraño que no sepamos la historia de esa piedra...

Y era cierto. Nadie sabía, o según las Shawak de la tribu, se había perdido en el tiempo su leyenda. Quizás hay cosas que ni siquiera el más sabio de los sabios conoce. De todos modos no importaba. Su atención era ahora para el prisionero: Presentaba un aspecto desastroso, desaliñado. Desnudo, temblaba aterido por el frío y el hambre, puesto que hacía cuatro días que no probaba bocado, ni era cubierto con pieles, como era la Ley. Miró hacia Vargan, y este retiró la mirada avergonzado. No podía soportar esa mirada de súplica. El jefe de la tribu, "Águila Blanca"y Wanda, se adelantaron, hasta ponerse frente al prisionero. El líder alzó los brazos:

-Garon, has sido encontrado culpable de uno de los crímenes más abominables y abyectos que una Arwan puede hacer:Ir en contra de los dictados de los Espíritus. Has practicado y ejercido el don de la magia y la curandería, como si fueses el Shawak de la tribu, sabiendo que con ello ponías en peligro, a tu alma, a tu familia, a tu tribu, y a todos los Arwan. Por todo ello, se te condena a reparar la ofensa a los Espíritus con tu vida.

Garon emitió un sollozo.-Yo...yo solo...sólo quería ser útil a la comunidad. No quería dañar a nadie. Lo hacía con la mejor de las intenciones...yo...- Sin embargo, nadie le escuchaba. La Ley decía que una vez cometido el Crimen, nadie debía de hablar con el infractor, para mantenerse puros. Sólo Vargan escuchaba, fingiendo no hacerlo. "Águila Blanca"se adelantó hacia él. Le tendió el cuchillo de piedra.- Ten. Tuya es la tarea. Procura hacerlo bien, y que nadie más de la familia de ese pobre desgraciado sufra. Es lo único que se puede hacer por el ya.- Vargan tomó el cuchillo. Sacó un pequeño cuenco del zurrón. Acercándose al Garon, el cual sollozaba, le agarró por el pelo, y le levantó la cabeza. Bajo el, sobre la piedra negra, depositó el cuenco. Acercó el cuchillo a su garganta. Garon empezó a gritar y forcejear –Por favor nooooo.....NOOOOOOOOOOOOOO.......tú sabes que es una imposición injusta, yo sólo quería ayudar, ¿porqué no me dejan ayudarles?....no...por favor...no- poco a poco fue apagándose, aceptando su derrota, la certeza de su propia muerte. Sin embargo, en un último instante, miró con los ojos empañados en lágrimas hacia Vargan y susurró- Por favor....hermano...- Vargan no pudo reprimir un sollozo.-Lo siento- dijo en un tono de voz apenas audible-lo siento de veras. Eres tú o toda nuestra familia- En eses instante, la mano que sostenía el cuchillo, pasó con celeridad de un lado a otro de la garganta. Garon emitió un gorgoteo. Y después, la sangre comenzó a llenar el cuenco.

 

 

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«Todos los grandes comandantes son prima donnas y así es como deben ser tratados.»

General Patton