La batalla de Agrapûr, también conocida por la batalla de la Ofensa (por parte de
los elfos de Osterreid) o la batalla de la Caída sin Fin (por parte de los humanos de
Ôs), fue el enfrentamiento naval entre las flotas de Osterreid y Ôs por el control de un
pequeño territorio en la costa de la Gran Federación. Una oportunidad comercial para
unos y una cuestión de orgullo racial o político para otro desencadenó otra absurda
guerra en la que cientos de soldados y marineros encontraron la muerte para que, en este
caso, unos pocos comerciantes llenaran sus bolsillos, pero no adelantemos
acontecimientos... La caída de la dinastía de Osterreid había dejado a la clase
gobernante en una especie de apatía y el protectorado de Agrapûr estaba casi abandonado
por la metrópoli. Si no fuera por la existencia de algunos elfos, nadie hubiera pensado
que era un protectorado de Osterreid. Sin embargo, este abandono fue como un faro que
llamó la atención a los siempre atentos comerciantes de Ôs. La Gran Federación era un
mercado digno de una aventura comercial y el protectorado solucionaba los primeros y
difíciles pasos de asentar una colonia en el territorio. Algunos comerciantes, sin
encomendarse a ninguna autoridad, empezaron a viajar a la capital del protectorado. Los
elfos que allí residían vieron con buenos ojos la posibilidad de prosperidad que aquello
representaba, pero los elfos de Osterreid lo vieron como una inexcusable intromisión en
sus asuntos. Enviaron varias galeras de combate y algunos barcos mercantes resultaron
hundidos.
Todo aquello a Ôs le pareció indignante (hay que confesar que en aquella época
corrían aires liberales por la capital humana y se pensaba que el comercio era libre y no
estaba sujeto a fronteras políticas [NdL: un eufemismo para justificar que se
entrometieran allí donde pudieran sacar beneficio]) y exigió una compensación
económica por las pérdidas sufridas. Naturalmente, Osterreid devolvió el mensaje con
muchas carcajadas.
El siguiente paso de Ôs fue publicar un bando en el que se invitaba a los colonos que
lo desearan a una expedición al Protectorado de Agrapûr. La intención de Ôs era, al
menos públicamente, colonizar el territorio y exigir derechos sobre él. La
posibilidad de aventuras y de tierras gratis animó a muchos a apuntarse a la expedición.
Osterreid anunció que mandaría a sus galeras de guerra a interceptar el convoy y que
hundiría todos los cargueros con los colonos dentro. Ôs replicó diciendo que el convoy
iría protegido y que cualquier nave enemiga sería destruida sin contemplaciones.
Ambas naciones mandaron sus flotas a Agrapûr. Los elfos llegaron primero y se
establecieron en un arco circular frente a la costa. Eran 16 galeazas de guerra con doble
puente y doble banco de remos y en cada una de ellas, entre soldados y galeotes viajaban
unas 100 personas. También disponían de 4 enormes saetas por nave. La flota de Ôs llego
un día después, con el alba. Viajaban en tres columnas. Las dos exteriores estaban
formadas por 7 galeras con un banco de remos, una vela cuadrada y un puente en popa, con
dos catapultas pesadas en proa y una dotación de soldados/remeros de unas 75 personas. En
el centro viajaban 10 urcas de fondo plano y doble mástil. Su línea de flotación era
muy baja, por lo que se presumía que iban cargadas de colonos y pertrechos. las naves
elfas tenían unos enormes espolones en proa, armas de las que carecían las embarcaciones
humanas.
La flota elfa lanzó las primeras andanadas de prueba (sin éxito) y avanzó en línea
contra las tres columnas humana. La idea del almirante elfo, Framil, era rodear espolear
las vanguardias de las tres columnas con el centro de su formación que las otras naves
giraran para flanquear al enemigo y que así, rodeado por tres lados, acabar con todas las
embarcaciones. Sus instrucciones eran que ningún maldito esquife pisara la costa de
Agrapûr.
La estrategia del almirante humano, Sir Valentio, fue mucho más ingeniosa. Lanzó
algunas andanadas de sus catapultas a larga distancia. Su alcance era mayor que el de las
armas elfas, pero no causaron mucho daño. Permitió que se acercarán un poco más y
entonces sus 10 urcas empezaron a evacuar miles de toneladas de grano que llevaban como
lastre en sus bodegas. La verdad es que nunca había habido intención de arriesgar la
vida de inocentes colonos que, a bordo de otros cinco arcos esperaban tras el horizonte el
resultado de la batalla. El maíz caía por los costados de los barcos como un lluvia de
oro, pero, a la vez, aligeraba los pesados urcas de su peso y les hacía ganar altura,
quedando por encima de las entonces pesadas galeazas. Mientras ganaban altura maniobraron
para formar en doble línea, una complicada maniobra que los capitanes mercantes de las 10
naves realizaron a la perfección (parecía ensayada y de hecho lo había sido). Las alas
de la flota humana, más veloces que las galeazas, giraron para mantenerse a distancia de
los flancos elfos. A distancia de sus catapultas, pero lejos de las saetas elfas.
Las urcas pasaron por encima del centro de la formación elfa y mientras lo hacían,
dejaron caer bidones llenos de brea en llamas. Una urca explotó en el aire debido a un
accidente con el inflamable líquido, pero las otras nueve consiguieron incendiar 7
galeazas enemigas. la formación elfa se rompió y cada galeaza intentó huir de la
amenaza aérea como pudo. No sabían, no tenían forma de saberlo, que las urcas habían
gastado ya todos sus trucos, pero la desorganización fue aprovechada por las
galeras humanas para aproximarse a sus enemigas y abordarlas (sin dejar de
dispararlas con las catapultas mientras se aproximaban a ellas por los laterales o la
espalda.
Algunos capitanes elfos reaccionaron y 3 galeras humanas se fueron a pique cuando los
espolones elfos las reventaron casi por la mitad. Otras dos galeras humanas perecieron
víctima de los combate de abordaje y del incendio que se extendió a ambos barco y una
segunda urca cayó abatida cuando una galeaza la asaeteo con más de 10 enormes virotes.
El resultado de la batalla, sin embargo fue abrumador. De las 16 galeras de guerra de
Osterreid (posiblemente uno de los barcos más poderosos del momento), 14 se hundieron en
el abismo del Vacío arrastrando con ellas a su tripulación a los encadenados remeros;
las otras dos se rindieron al Almirante Sir Valenti y pasaron a formar parte de la Armada
de Agrapûr (sólo contaba con esas dos galeras). De la flota humana, 5 de las 14 galeras
habían desaparecido y 2 de las 10 urcas también.
El convoy con los colonos arribó en Agrapûr pocos días después. La batalla naval
que les abrió camino fue una poderosa victoria militar gracias al ingenio del almirante
Valenti quien, curiosamente, nunca pisó Agrapûr.
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