"Cuenta la leyenda que Kalev, hijo de Laeriana y Sholom, nació al atardecer de
una noche de luna nueva. Y la misma leyenda cuenta que noches después, durante la primera
luna llena, una estirge herida cruzó los cielos por encima del lugar donde Laeriana
amamantaba a su hijo. Una gota de sangre cayó al pecho de la madre, y sin que esta se
diera cuenta, acabó entre los labios de Kalev. A la mañana siguiente, su madre, que no
se percató de lo sucedido, fue a darle otra vez el pecho. Al acercarse a la cuna, un
grito surgió de su garganta, y la locura que le acompaño hasta su muerte semanas
después fue desgarrada y aterradora. Nadie descubrió que es lo que vio. Esa es la
historia de Kalev. Nunca fue mago, clérigo, ni conjurador de cualquier otro tipo. Nunca
demostró tener ninguna aptitud especial hacia el Velo, su control, su conocimiento o su
límite. Tan solo, una gota de sangre de una estirge y una locura mortal en los ojos de su
madre.
Hoy, de Kalev lo único que queda es lo que tengo en esa mochila. ¿El qué? Un brazo.
Reseco, mustio, envuelto en unas hojas de parra más secas aun, que lo mantienen más o
menos en condiciones. Parece el simple brazo de un cadáver muerto hace años, y sin
embargo, es uno de los poderosos Focos del Velo. ¿Qué? No me mires horrorizado. Tú has
sido el que me has preguntado como he sido capaz de lanzar ese poderoso conjuro. Ahora ya
lo sabes. Por cierto... deberíamos irnos. No puede tardar mucho hasta que aparezca un
Celador husmeando por aquí, y no se si podría enfrentarme a algo así después de lo que
acabo de hacer."
Los Focos del Velo son elementos mágicos existentes en Eriloe que permiten a un
conjurador conocedor de conjuros de nivel 6 o superior adquirir la dote que les permite
lanzarlos. Eso significa que el mago podrá lanzar dichos conjuros siempre y cuando
disponga del Foco del Velo a su alcance, pero no implica que un conjurador con el Foco del
Velo deje de ser objetivo de los Celadores o de los Chupadores desde el momento en el que
consiga un Foco. Al contrario, debido a su mayor capacidad para controlar las fuerzas
mágicas del Velo, los conjuradores suelen confiarse, creyéndose más seguros gracias a
su incremento de poder. No tardan en darse cuenta de lo equivocados que están, quizá
incluso para siempre.
La existencia de los Focos del Velo es conocida únicamente por unos cuantos, y la
cantidad de Focos del Velo repartidos por Eriloe es tan exigua que encontrar y poseer uno
puede significar una persecución sin descanso por aquellos que los buscan por una razón
u otra. Conjuradores poderosos, cazadores de magos, coleccionistas de objetos mágicos...
todos ellos, y otros buscadores especializados, realizan planes, investigan, traicionan y
complotan para encontrar y poseer uno de estos Focos. La razón de esta búsqueda es
sencilla. Con uno de los Focos entre sus manos, un conjurador es capaz de realizar los
más poderosos conjuros, siempre y cuando sea del nivel necesario. Sin embargo, si un
conjurador de niveles elevados no es poseedor de ningún Foco, es incapaz de manejar los
magiones con la destreza suficiente como para realizar los precisos y poderosos
movimientos del Velo que requieren los conjuros de nivel 6 o superior.
Los conjuradores que han tenido la posibilidad de observar un Foco en funcionamiento
cuentan que no es muy distinto del movimiento que hace una tejedora bien entrenada con las
varillas mientras teje una prenda de ropa. Con movimientos cortos y precisos, los
conjuradores que manejan un Foco van juntando las hebras del Velo formando una especie de
tejido que, con la mano libre, utilizan para provocar los efectos que buscan en su
entorno. Segundos después de dicho efecto, el Velo va recuperando lentamente su forma
original.
Los focos, además, son imposibles de crear. Un conjurador que alcanza el nivel
necesario para lanzar conjuros de nivel 6 o superior ha de embarcarse en una autentica
aventura de investigación, en pos de alguna leyenda, historia, o leve indicio que le
indique la existencia de un Foco del Velo. Desgraciadamente, los pocos Focos que existen
suelen encontrarse en zonas tan inhóspitas, o en manos tan peligrosas que muchos de los
conjuradores que se han embarcado en la búsqueda de un Foco han acabado muertos antes de
encontrarlo... o justo al hacerlo.
Otra cosa que despista un poco a los conjuradores es la apariencia del Foco. Un Foco
del Velo no tiene porque ser un objeto con unas cualidades excepcionales que le distingan.
De hecho, la mayoría de los Focos del Velo son excepcionales simplemente por ser Focos
del Velo, y no por las características extraordinarias que tengan. Aunque mucha gente
recuerde las historias de Akinlae "El Poderoso" y su espada "La
Galante", poderosa entre las mas grandes y de la cual se dice que nunca dejó que
hirieran a su portador, y la capa del mago Guicerón, que poseía casi tantos poderes como
los que era capaz de lanzar el conjurador, la mayoría de los Focos que han existido eran
reconocidos únicamente por los conjuradores y por aquellos capaces de ver el Velo. Y se
sospecha que en realidad, en estos dos casos mencionados, antes de ser objetos mágicos
tan poderosos ya habían sido catalogados como Focos.
De hecho, una de las cosas que han de tener en cuenta los conjuradores es que un Foco,
a pesar de permitir un control de la mágica inmenso, no tiene "per se" una
capacidad mágica innata que le permita evitar todo daño. No seria la primera vez que un
mago confiado pierde un Foco encontrado en un objeto madera creyendo que por serlo, es
incandescente o indestructible. Y es que, en realidad, la única característica que posee
el Foco es la de manejar, atraer o dispersar los magiones al moverse. Y es precisamente
esa característica la que le permite ser detectado por aquellos capaces de ver el Velo.
La existencia de los Focos no puede ser creada por un mago, un conjurador, un artesano
o cualquier otro habilidoso manipulador de la materia. Muchos lo han intentado, y los
fallos han sido tan estrepitosos como peligrosos. No existe un modo físico que sirva para
crear los Focos del Velo. Un estudioso, alguien que se pase la vida persiguiendo leyendas,
rumores y cuentos de niños acabara llegando a la misma conclusión que se dice aquí,
así que para que perder el tiempo. Los Focos son creados por la propia realidad, que
interacciona con el Velo en situaciones muy específicas, creando uno de estos
maravillosos objetos. No depende de los materiales que intervengan en el proceso, ni de su
proporción. No depende de la magia que acompañe el proceso, ni del estado de los
magiones, y muchos de los que han estudiado el fenómeno en profundidad comentan que solo
hay una cosa que une la creación, o aparición, de los Focos del Velo. Y es la historia.
Todos los Focos comparten una existencia que comienza por una situación extraña.
Normalmente no suele ser épica, pero si que suele ser misteriosa, maravillosa o mágica.
La gota de sangre de una estirge aparecida quien sabe de donde... El viento con aroma a
canela que llena la herrería en el último martillazo que el herrero propina a la
espada... El cielo verde esmeralda que trae la lluvia al olmo cortado para leña... Las
lagrimas de la viuda que llora a su hijo licántropo fraticida... Pero en todos los casos,
algo extraño esta sucediendo.
Quien sabe si todos los Focos tienen algún fin, y algún día, cuando menos nos lo
esperemos, ese fin se revele al mundo.
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