Es posible que ahora alguno lo haya olvidado, pero los ejércitos del emperador iban
protegidos por colosales islas flotantes. En aquellos días se suponía que las islas
flotaban en virtud de alguna magia arcana, olvidada y odiada en Eriloe, pero pocos de los
que la visitaban volvían para contarlo. Fue al final de nuestra aventura sobre los
barcos desaparecidos, antes de que el Emperador fuera conocido mundialmente, cuando tuve
la oportunidad de conocer una de estas aberraciones. No sólo la visité, sino que mis
compañeros y yo la combatimos y estuvimos a punto de destruirla.
La isla tenía dos niveles, aunque no dos plantas. Su altura podía ser la de más de
10 hombres por nivel y su diámetro, tenía una planta circular, permitiría a más de 50
personas darse la mano con los brazos extendidos.
El nivel superior albergaba un pequeño castillo, construido sobre la isla, con seis
torreones y una muralla de planta hexagonal. Sobre cada torreón había una pesada arma de
asedio (o bien una catapulta o una arcuballista) y los muros estaban defendido por
arqueros. En el interior se distribuían varios barracones de tropas, establos y un gran
comedor con una cocina de piedra. Calculo que en la ciudad podría haber unas 1.000
personas. En el centro de toda la estructura había una especie de templo (eso creímos en
un principio). Tenía planta circular y diez columnas repartidas equidistantemente unas de
otras. El interior era de mármol blanco con una estrella de diez puntas dibujada en
mármol negro. En cada punta se colocaba un seguidor del emperador y recitaba una especie
de salmo. Inicialmente creímos que estos "sacerdotes" eran los encargados de
mantener la estructura en el aire, pero tras matar a varios de ellos sin ningún efecto,
descubrimos que estábamos equivocados. Hoy creo que aquel edificio era, en realidad, el
timón de la ciudad y que los devotos lo que hacían era convocar vientos para empujar la
ciudad en la dirección que deseaban.
El segundo nivel estaba en el interior de la roca y era un enorme puerto en el que
entraban unos 10 barcos de guerra. Eran barcos ligeros, cargados de armas y completamente
negros. Durante algún tiempo sembraron el terror en los territorios conquistados por el
emperador por que nadie comprendía como podía volar por encima del nivel del Vacío. Hoy
sabemos la respuesta, pero aún sigue habiendo gente que no la cree (ver nota). Junto al
puerto había algunos almacenes y alojamientos para las tripulaciones. Dos escaleras
comunicaban el puerto con el interior del castillo del nivel superior, pero,
aparentemente, las unidades aeronavales y los aerosoldados no tenían relación entre
ellos y cada uno permanecía en su nivel.
El resto del nivel estaba completamente horadado (la isla era casi hueca) y relleno con
troncos de tillium. Estos estaban cortados de tal forma que rellenaban completamente el
hueco sin dejar apenas resquicios entre unas maderas y otras. La idea de tal precisión
era impedir que cualquier llama ocasional (o a propósito, que nosotros lo intentamos)
prendiera. La falta de aire en estas bóveda de sustentación minimizaban el riesgo de
incendios. Los accesos a cada una de las bóvedas estaban o bien sellados con kilos de
piedras o con gruesas puertas metálicas. Si pudimos acceder a una de ellas fue gracias a
un afortunado impacto que derribó parte de la roca exterior y nos permitió descubrir
este secreto. Demasiado tarde para que pudiéramos aprovecharlo.
El Emperador fabricó cinco de esas ciudades y, que sepamos, sólo una de ellas fue
destruida en la guerra. Y aunque no se las ha vuelto a ver... ¿cuantas pueden haber
construido en estos años de falsa paz?
Nota: El secreto de la flotabilidad de la ciudad y de las naves negras del
emperador es el tillium negro, que sólo crece en el gran altiplano de las tierras del
Emperador, donde éste tiene su capital. Aunque ignoramos la razón, parece que es capaz
de flotar más alto que el resto de las especies de tillium. Cómo lo descubrimos es otra
historia que contaré otro día.
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