La batalla del Eö tuvo lugar entre el año 1495 y 1946 y significó la primera
derrota del autodenominado Emperador, pero el origen de dicho conflicto es anterior. Primera
época: la traición
Los habitantes del Eö, y ellos lo saben, no tenían ningún derecho ni autoridad sobre
las tierras que ocupaban. Un buen día, los señores de Xalîn y Falîn decidieron que si
querían que sus islas prosperaran necesitaban campos de cultivo en las tierras
continentales y por ello animaron a todos los colonos que se pusieron en su camino a
"comprar" terrenos en dichas tierras. Naturalmente, nadie se molestó en
preguntar a los orcos y demás criaturas que ya vivían en la zona, qué les parecía la
invasión de granjeros y ganaderos. Inicialmente los trataron bien. No tenían problema en
que algunas familias se asentaran en las tierras cercanas al Vacío, en el fondo ellos
eran más del interior. Sin embargo, se empezaron a disgustar cuando el número empezó a
crecer y crecer. Los caminos fueron cortados con vallas de ganado, algunos bosques
sagrados fueron talados sin ningún miramiento y la civilización, en general, se adueñó
de los fértiles campos de la orilla sur del Eö.
Es cierto que el primer ataque lo realizó la banda de orcos de Machacacolonos, pero no
es menos cierto que la quebradas donde estaban enterrados sus antepasados habían sido
destruidas para conseguir piedras para los cimientos de las casas. Machacacolonos se tomó
muy mal que un monolito de piedra que marcaba el lugar donde su padre había sido
enterrado quedara convertido en losas por las que pasaban todos los días centenares de
humanos. Todos los habitantes del pueblo fueron exterminados y las casas demolidas piedra
a piedra.
Machacacolonos se ganó su sobrenombre y logró acabar con varios asentamientos, pero
los grandes señores de Xalîn y Falîn no estaban dispuestos a dejar escapar sus recién
adquiridas posesiones. Armaron un ejército, lo trasladaron al protectorado y persiguieron
al orco y su banda durante muchos años. Pero no fueron años ociosos de tonta
persecución. También se dedicaron a fortificar las aldeas y a erigir torreones de
defensa en la orilla sur del río Eö.
Finalmente, todo el territorio estaba controlado por los torreones y Machacacolonos no
podía acercarse al protectorado sin ser avistado, lo que ponía en marcha un sistema de
avisos y hacía que el grueso de las tropas acudiera al lugar.
En uno de esos ataques, Machacacolonos encontró la muerte y con ella se disolvió su
banda. Los orcos y los trasgos no llegaron a pacificarse, pero dejaron tranquilo el
protectorado algunos años. Cierto que seguía habiendo algunas incursiones, que
generalmente eran detenidas a la vuelta, antes de cruzar el río, y que las tierras al
norte de este se convirtieron en un reclamo para los aventureros, cazarrecompesas y gente
de mal asiento en general.
Segunda época: la falsa paz
Durante varios años, los ciudadanos del protectorado prosperaron. No olvidaron el
peligro de sus vecinos, pero prosperaron. la diferencia con una colonia pacífica es que
las casas se construían de piedra y alrededor de las aldeas se levantaban empalizadas de
arena y madera. Viajar por los caminos tenía cierto peligro, pero sólo era grave si te
acercabas a los torreones de defensa que seguían en activo.
¿Cuántos orcos y trasgos murieron en aquella época de falsa paz? Bastantes. Sin
embargo, hubo algunos que se adaptaron a la situación y empezaron a comerciar con los
pueblos más cercanos al río. Aquello despertó el interés de las señores de Falîn y
Xalîn y pronto establecieron una cada vez más creciente red comercial con los pueblos
del norte. Fue gracias a esa red como los habitantes del protectorado oyeron hablar por
primera vez del Emperador.
Tercera época: ¡Llega el emperador!
En realidad deberíamos llamarla la batalla del Eö. El primer signo, aunque en aquel
momento pasó desapercibido, fue la completa desaparición de las criaturas no humanas. La
época de falsa paz había permitido que algunos orcos se asentaran en las ciudades del
protectorado. No tenían grandes propiedades y, en general, trabajaban como mercenarios o
guardas de las caravanas, pero vivían en el protectorado. Todos ellos desaparecieron. No
fue repentino, sino de forma gradual, todos fueron encontrando trabajo en caravanas que
partían hacia el interior y nunca más volvía, pero nadie se dio cuenta.
El segundo signo, que no pasó desapercibido, fue la desaparición de las caravanas de
comerciantes. De repente, a principios de 1495, los caravaneros desaparecieron. Los pocos
que fueron encontrados y pudieron dar alguna explicación dijeron que se había abierto un
gran mercado en el norte y que el Protectorado ya no era rentable.
¿En el norte? Aquello intrigó a los comerciantes falixalineses y mandaron espías,
pero ninguno volvió o si volvía, hablaba de extraños prodigios, de una hermandad de
ciudadanos y de la figura del Emperador. En aquel momento, tampoco supimos ver la amenaza.
Sin aviso, sin esperarlo, todas las torres de defensa del río Eö fueron atacadas por
un ejército enorme. No todas sucumbieron en aquel primer día de combate, pero sí la
mayoría, abriendo enormes brechas en la defensa del protectorado por las que se colaron
multitud de bandas merodeadoras. Pero entre este ataque y el anterior de Machacacolonos
había ciertas diferencias. Los atacantes no buscaban conquistar, sólo destruir; iban
acompañados de una especie de sacerdotes y antes de matar a los prisioneros les
permitían convertirse al Nuevo Mundo (nombre que ahora recibían los territorios del
norte), aunque eso no les salvaba de la ejecución; no eran ataques sin sentido, sino que
estaban coordinados y buscaban expulsar a los humanos del Eö.
Por parte de los defensores, también había diferencias. Las ciudades estaban
fortificadas, casi todas ellas contaba con milicia propia y la presencia del ejército era
muy numerosa. Utilizando las ciudades como puntos fuertes (y reforzándolos si era
preciso), las tropas de Xalîn y Falîn se dedicaron a acosar a los enemigos. Los atacaban
para luego retirarse a la seguridad de las ciudades. Los atacantes, más torpes en las
enseñanzas de la guerra, no sabían cómo afrontar un asedio.
Eso, y la cabezona resistencia de uno de los torreones del río que, posiblemente,
desbarató el plan de invasión concebido por el Alto Mando del Emperador hicieron que
durante 1495 la batalla no se decantara por ningún bando. Los orcos y trasgos controlaban
los caminos, pero los guerreros humanos controlaban los puntos fuertes. Ni uno ni otro
podían organizar un ataque coordinado y la campaña se convirtió en una serie de
escaramuzas sin mucho sentido estratégico.
Esta fue una época en la que Eö se convirtió en un foco de atención de todos
aquellos que quisieran prosperar en el arte de la guerra.
Cuarta época: Se rompe la ilusión
El protectorado del Eö recurrió a sus vecinos humanos para que le ayudarán a
proteger esas tierras de la amenaza del Emperador. Estamos ya en el 1496 y su presencia y
su amenaza son públicamente conocidas. Aún así, el Eö no consigue el apoyo oficial de
ninguna nación, pero si consigue llamar la atención de muchos grupos de aventureros
dispuestos a ganarse un nombre en un territorio hostil. Se calcula que a mediados de este
año, el número de "aventureros" en Eö era igual o superior al número de
guerreros.
Aquello no marcó la diferencia. Sin posibilidades de hacer grandes enfrentamientos,
las batallas se reducían a pequeños encuentros y pequeñas victorias o derrotas.
Sin embargo, el Emperador aún guardaba un as en la manga e irrumpe en el Eö con un
ejército de humanos, muchos de los cuales eran aventureros que habían sido enviados al
norte a investigar y que nunca más volvieron. Viajaban con armas de asedio y con un gran
general, Lord Lluvia que, una a una, fue acabando con todas las pequeñas defensas
aisladas de los colonos.
La situación era insostenible. Todos los intentos de diezmar el ejército de Lluvia a
campo abierto terminaron en fracaso y los colonos huían al ver acercarse sus grandes
ballestas de asedio. Al final del año, sólo cuatro puntos del Eö permanecían en manos
de los colonos. Dos eran puerto de Vacío y estaban fuertemente defendidas, el tercero era
una ciudad, en medio de los dos que contaba también con unas formidables defensas y la
cuarta era el mítico torreón 13 en la orilla sur del río que sin ayuda, sin contacto
con el exterior y casi sin refuerzos (NdL: ninguno excepto nosotros), llevaba dos
años aguantando todos los ataques.
Era cuestión de tiempo que los cuatro puntos cayeran, pero entonces sucedió algo
inesperado. Lord Lluvia abandonó el campo de batalla para volver a la capital de Mundo
Nuevo y con él se levó a gran parte de su ejército. El resto, tuvo suficiente con
mantener las posiciones ganadas, pero no se podía plantear iniciar el asedio definitivo.
Aquí acabó oficialmente la guerra del Eö. El emperador afianzó sus posiciones y
durante años los combates se redujeron a poco más que intercambio de insultos desde las
almenas. Fue ésta, también, una época propicia para los aventureros temerarios que
llevaban mensajes y mercancías de una ciudad a otra.
NdL: La desaparición del Emperador, años más tarde, permitió la recuperación
del territorio perdido. Actualmente, el protectorado del Eö ocupa el mismo territorio que
en 1495. En el torreón 13 hay una piedra tallada que recuerda a los gloriosos defensores
y se lleva varios años hablando de la necesidad de construir un muro que una todos los
torreones del río y dé mayor seguridad al territorio, pero la obra es demasiado
faraónica para que alguien se anime a iniciarla y el Emperador parece ahora tan lejano...
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