Cuentan las historias que hace tiempo, mucho tiempo, los magos eran tan poderosos
que eran capaces de manipular las energías mágicas de los magiones sin repercusiones en
el tejido arcano. El control que poseían sobre los conjuros eran tales que hoy en día,
por muy fijamente que un mago observara los filamentos arcanos, seria incapaz de señalar
si se ha producido una variación mágica en el tejido que le rodea. Esas mismas
historias cuentan que a consecuencia de las Guerras de los Portales, o quizás gracias a
ellas, aquellos poderosísimos magos desaparecieron completamente, asesinados por los
sublevados, huidos a causa de las continuas persecuciones o ocultos entre el resto de
comunes mortales.
Yo no lo creo. No me creo ninguna de las tres estúpidas y burdas historias.
Me presento. Soy Astalón, mago. Si, lo sé, lo veo en tu cara. Me odias y me temes. Y
como tu, me odia mucha gente normal y corriente, que cree que estoy corrompiendo y
destruyendo todo lo que hay a nuestro alrededor.
Pues te voy a decir una cosa. Puedes seguir odiándome, porque quizás tengas razón. Y
desde luego, puedes seguir odiándome porque realmente, tu odio es lo que menos me
preocupa en estos momentos. Desde que comencé mi vida como mago, nunca he tenido miedo.
Hasta ayer.
Ayer descubrí el error que cometí hace cuarenta años cuando lance mi primer hechizo,
y necesito contártelo. Necesito contártelo para que te des cuenta de que el odio que le
tenéis los comunes a los magos no es suficiente. Porque vuestro odio no refleja más que
una mínima parte del odio que deberíais de sentir por todos los manipuladores de la
magia como yo. Porque somos capaces de destruir el mundo.
Veo por tu mirada sorpresa e incredulidad.
Quizás si me explico un poco más... ¿Sabes como es la magia? Imaginate una
telaraña. Si yo estiro de uno de los hilos de un lado, se produce un movimiento al otro
lado. ¿Tu atrofiada y burda mente alcanza al menos a entender eso? Bien. Utilizando esa
similitud, la magia es muy parecida. Para lanzar un conjuro lo que hacemos los magos es
tirar de una multitud de hilos que tu no ves y que están a tu alrededor, formando una
telaraña muy densa, casi tan densa como un velo transparente.
Y continuando con la misma similitud... ¿qué es lo que pasa en el resto de la
telaraña cuando estiramos de uno de sus hilos sin cuidado? La telaraña se mueve, vibra,
tiembla. Y en ocasiones, esa vibración hace que la araña aparezca buscando su presa.
El otro día descubrí que con la magia pasa exactamente lo mismo.
Algunos sabios creen que el uso de la magia siempre ha sido igual, solo que los
antiguos tenían tanta habilidad, control y pericia, que eran capaces de realizar sus
conjuros sin alterar el velo. Otros, que fue a consecuencia de la Guerra de los Portales
lo que provoco que la magia fuera sensible a su manipulación y creara métodos de
autodefensa como el Velo y las criaturas relacionadas con él. La cuestión es que
actualmente cada vez más magos se están dando cuenta de que no solo tienen que luchar
con el odio de los seres de Eriloe, sino también con el mismo uso de la magia.
Cuando un mago realiza un hechizo necesita manipular el tejido que forman los magiones
entre sí. Sin esta manipulación, los conjuros y efectos mágicos no consiguen ningún
resultado. Esto hace que, potencialmente, cada vez que un mago realiza un conjuro altera
la estructura de los magiones situados a su alrededor y, por lo tanto, llama la atención
ante cualquier ser capaz de observar el estado del tejido arcano.
Los magos ya sabían eso. Sin embargo, la necesidad de estar consciente y activamente
observando el estado del tejido arcano para notar cuando se producía una manipulación
permitía que la mayoría de los conjuros pasaran desapercibidos hasta que ya era
demasiado tarde para sus objetivos. Además, como la potencia del conjuro era proporcional
a la agitación que el lanzamiento del mismo provocaba en el tejido, y los magos no eran
capaces de lanzar conjuros muy poderosos, la vibración pasaba desapercibida la mayor
parte de las veces.
Durante un largo periodo de tiempo los magos estuvieron demasiado ocupados huyendo de
todo el mundo como para preocuparse de la investigación de conjuros poderosos. Pero los
tiempos cambian, los odios acaban diluyéndose en rencor, antipatía, miedo y desprecio, y
lo que antes era una persecución sin cuartel pasó a ser una animadversión profunda. Eso
ocurrió con el odio a los magos. Dejaron de perseguirles activamente, y mientras los
arcanos estuvieran escondidos y no se mostraran abiertamente, no sufrían en sus carnes la
persecución de la plebe. Y claro... tuvieron tiempo de investigar.
Volvieron a aprender, pues sus antecesores los Sabios no les dejaron el secreto de
cómo hacerlo, a lanzar conjuros poderosos, a costa de duras pruebas y, en muchos casos,
víctimas de sus propios hechizos. Magos que comenzaban a ser poderosos murieron
probándose a sí mismos, intentando alcanzar más y más poder. Y los que sobrevivieron
fueron poco a poco superando los límites conocidos.
Los magos que han superado esos límites, que han continuado investigando a costa de su
salud o su vida, siendo perseguidos y odiados y que, al final, han logrado alcanzar el
poder suficiente como para realizar prodigios asombrosos con el tejido arcando que se
creían olvidados, acaban tropezando tarde o temprano con las consecuencias de manipular
el Velo.
Este Velo, similar a un tejido formado por el conjunto de hilos arcanos (o magiones)
que recorren la existencia de Eriloe, es una separación, una frontera entre la realidad
que los seres vivos conocen y otro sitio. Este lugar, al que no se le conoce por otro
nombre mas que el de el otro lado del Velo, es un lugar oscuro, peligroso y,
sobretodo, mortal. Cuando un mago realiza hechizos muy poderosos agita el tejido arcano de
la misma forma que una mosca agita una telaraña cuando cae en sus redes, y de igual
forma, el Velo llama a sus cazadores del otro lado. Cuando estos cazadores,
conocidos como Celadores, aparecen ante un mago debido a la apertura del Velo se lanzan
hacia él con ansia, desesperadamente, e intentan sustraerle toda magia y toda vida. Si en
ese ataque desesperado ven que no son capaces de acabar con el mago, intentaran atraparle
y llevarle al otro lado del Velo. Si lo consiguen, el mago está perdido. No existe nadie
que haya desaparecido al otro lado y haya logrado volver.
Se desconoce si esos seres del otro lado, los Celadores, han sido creados por la magia
para impedir que los magos vuelvan a alcanzar niveles tan poderosos y peligrosos como los
alcanzados antes de la Guerra de los Portales, si se han generado ante el sentimiento
colectivo antimagia que existe desde entonces, si los ha creado algún archimago muy
poderoso para evitar que nadie sea capaz de acercarse a sus dominios situados al otro lado
del Velo, o si simplemente se trata de la respuesta de otro plano ante una suculenta y
exquisita fuente continua de magia. La cuestión es que hoy en día, cualquier mago que se
atreva a agitar el Velo de forma ostentosa corre el peligro de desaparecer para siempre.
Por suerte, parece ser que estas criaturas únicamente atacan a aquellos que perturban
la tranquilidad del Velo, mediante un ataque rápido poco después de producirse la
perturbación. Cuando este ataque se produce, aquellos que son capaces de ver el Velo
dicen que se produce como una especie de rasgado entre los magiones, como si un cuchillo
los fuera cortando, y a través del desgarrón aparece el Celador, haciéndose visible de
igual manera que cualquier otro ser ajeno al plano que haya sido llamado. Entonces el
Celador ataca lanzándose directamente al creador de la perturbación, ignorando cualquier
otro ser que se encuentre en la zona.
Nueva regla: Manipulación del Velo
Cada vez que un mago lanza un conjuro de nivel 6 o superior, existe una posibilidad de
(nivel de conjuro) en 1d20 de que aparezca un Celador en busca de una presa a consecuencia
de las vibraciones del conjuro lanzado. El Celador aparecerá en 1d4+2 asaltos, por lo que
es posible que los conjuradores ya no se encuentren en la zona en el que lanzaron el
conjuro.
Esto no impedirá al Celador que los encuentre en 1d6 asaltos adicionales, buscando el
camino mas corto hasta el conjurador. Aunque el Celador vaya directamente hacia el
conjurador, no significa que lo haga a ciegas. Si tiene que enfrentarse a alguien para
llegar hasta el Celador, lo hará, aunque tan pronto como pueda se zafará del combate
para continuar hacia su objetivo.
Si en algún momento el Celador fuera capturado, desaparecerá del plano primario
trasladándose al Velo en un asalto. Sin embargo, ha olido a su presa, así que tan pronto
como esta vuelva a lanzar un conjuro de nivel 6 o superior, el Celador volverá a aparecer
en 1d4+2 asaltos, independientemente de que aparezca otro Celador.
Nueva regla: Utilizar la magia cerca de un desgarro del Velo
Debido al desgarro producido por la aparición del Celador, los magiones están rotos,
y su comportamiento en ese estado es muy errático. Cualquier conjuro lanzado en una zona
próxima al desgarro tiene altas posibilidades de no funcionar. Si un lanzador de conjuros
de cualquier tipo se mantiene dentro de un radio de 60 pies de un desgarro y lanza un
conjuro antes de que este se arregle, deberá pasar una prueba de Saber (Arcano) con una
dificultad de 15 + nivel del conjuro para que este tenga efecto.
Cerca de un desgarro del Velo la probabilidad de que aparezca un Celador, aunque el
conjuro no tenga efecto, es algo mayor, siendo de (nivel del conjuro + 2) en 1d20.
Mientras se produce el ataque del Celador al mago, los magiones desgarrados del Velo
comienzan a repararse, como insuflados con vida propia que buscaran sus mismos extremos.
Al poco de realizarse la aparición del Celador no existe ninguna prueba del camino que ha
tomado para aparecer.
Nueva regla: Desgarros en el Velo
Cuando el Velo se desgarra a causa de la aparición de un Celador, tarda 1d20+10
asaltos en cerrarse completamente. Durante todo este periodo de tiempo, cualquier conjuro
lanzado en su cercanía tiene posibilidades de perderse. Ver Utilizar la magia cerca
de un desgarro del Velo descrito mas arriba.
Si el Celador consigue aferrarse al conjurador o absorber toda su energía mágica,
tanto el Celador como el conjurador son atraídos por el Velo, desapareciendo para
siempre. Si el Celador muere a consecuencia de los ataques recibidos, desaparece poco
después por la misma atracción del Velo. Tanto en uno como en otro caso, al poco tiempo
ya no queda ningún rastro del Celador en el plano primario.
Pero los Celadores no son las únicas criaturas que persiguen a los conjuradores.
Recientemente se ha visto otro tipo de criaturas recorriendo Eriloe, que suelen pasar
desapercibidas debido a su gran semejanza con animales y bestias comunes. Estas criaturas,
por alguna extraña y desconocida capacidad, son capaces de detectar las alteraciones del
tejido arcano, y recorren grandes distancias buscando lanzadores de conjuros de los que
alimentarse. Estas criaturas, conocidas como Chupadores, atacan a los conjuradores
buscando lo mismo que los Celadores, solo que no aparecen del otro lado del Velo. Aunque
son unas criaturas relativamente recientes, su numero esta creciendo paulatinamente, y
cada vez son menos tímidas a la hora de aparecer en lugares de mucha actividad. Hay
sospechas de que estas criaturas son animales o bestias mágicas corrientes de Eriloe,
poseidas por un Celador hambriento en busca de presas.
Nueva Dote
"APERTURA DEL VELO" [METAMÁGICA]
Eres capaz de utilizar el Velo para lanzar conjuros.
Beneficio: Eres capaz de lanzar conjuros de nivel 6 o superior.
Prerrequisitos: Es necesario disponer de un Foco del Velo para poder
utilizar esta dote.
Normal: Sin la dote eres incapaz de lanzar conjuros de nivel 6 o
superior. Eres capaz de aprenderlos, memorizarlos, pedirlos a tu dios, etc., pero no
tienes la habilidad necesaria para lanzarlos. En el momento en el que adquieres la dote
puedes lanzarlos, al ritmo de un nuevo conjuro por día y nivel de conjuro.
Especial: Esta dote es necesaria para todas aquellas clases que en algún
momento puedan lanzar conjuros de nivel 6 o superiores.
Ejemplo: Astalón, un poderoso mago de nivel 14, se dio cuenta, a pesar de que llevaba
años estudiando, de que no avanzaba en el conocimiento de la magia. Decidió cambiar el
enfoque de sus estudios, y en lugar de aprender y practicar una y otra vez los conjuros
que deseaba lanzar, debía conocer y aprender todo lo que pudiera sobre el Velo.
Al alcanzar el nivel 15, con la Dote Adicional disponible para magos, y habiendo
conseguido un Foco del Velo, se cogió la dote "Apertura del Velo", aprendiendo
todo lo que podía sobre la manipulación del Velo para realizar grandes hazañas
mágicas. Tenía razón. Una vez logro comprender el manejo de los magiones, a los seis
días era capaz de lanzar el relámpago zigzagueante. Otros seis días después,
logró lanzar con éxito doble engañoso. Siete días más tarde, puerta en fase.
Ocho días después sufrió el primer ataque de un Celador pocos instantes después de
lograr lanzar muro prismático.
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