Al contrario de lo que mucha gente del interior piensa el alcance
de la vista en el Vacío dista mucho de ser ilimitado. Bancos de niebla, nubes bajas,
tormentas, pequeñas islas e incluso algún enorme animal flotante esconde de la vista del
aeronauta los peligros del Vacío. Y si has servido en la armada de Corus, más que a la
tormentas de la estación de Lluvio, más que a las manadas de dast, más incluso que a
los terroríficos Caídos, de todos estos peligros al que más temes es a la aparición de
los Targs de Melusen.
Melusen fue un tipo singular. Quizá lo apropiado sería decir que es,
pero hace tiempo que se retiró y nadie sabe a ciencia cierta si está vivo o no. Según
cuenta su tripulación, comenzó su andanza como aeronauta en Ôs, al servicio de los
intereses comerciales de la ciudad. A pesar de que se enroló muy joven y sin casi
formación, aprendió rápidamente, destacando por su inusitada carisma que le permitía
granjearse la amistad de los hombres con facilidad. Pronto ascendió a contramaestre y
podría haber hecho una carrera fulgurante en la armada comercial si no fuera por dos
hechos notables, la creciente envidia de su capitán, que veía peligrar su puesto, y el
inicio de las hostilidades del Emperador contra la ciudad. Gracias a los manejos de su
capitán, cuyo nombre no ha trascendido, acabó con sus huesos en la armada de guerra de
Ôs. Allí disfrutó del látigo y del banco de remos, de las interminables guardias y del
aterrador grito de los hombres al caer al Vacío. Aún así consiguió salir adelante y
ser un buen soldado. Sin embargo cuando acabó la guerra se encontró con el destino de
muchos veteranos. Las ladinas maniobras de Utahi Shym desprestigiaron las facetas más
sucias de la guerra, relegando a los veteranos al olvido. Nadie quería contratarlos y
muchos se vieron abocados a la mendicidad. Aquello fue la gota que colmó el vaso y,
finalmente, Melusen decidió pasarse al otro lado de la ley. Con los escasos
ahorros que tenía consiguió viajar hasta Puntavacio, donde se enroló en un barco
pirata. Su talento innato para dirigir a los hombres unido a su formación militar
propiciaron un nuevo ascenso entre sus iguales. Pero esta vez nadie le puso la zancadilla
así que consiguió el destino soñado de cualquier pirata, hacerse con su propio barco.
Sin embargo, a pesar de la amargura de su vida, Melusen en el fondo era un hombre noble, y
las barbaries y atrocidades cometidas con los piratas no le dejaban conciliar el sueño.
Más de una vez estuvo apunto de retirase, pero la perspectiva de volver a Ôs donde le
esperaba o una vida en la indigencia o una muerte en la horca le obligaban a seguir
adelante con su existencia de violencia y rapiña.
Sin embargo un día el destino decidió echarle una mano al fin. Un
agente de la República de Pilrûhm estaba buscando una tripulación que quisiese seguir
la muy noble profesión de corsario. La por entonces reciente reconquista de Corus del
Protectorado de Interiver había sido vista con preocupación desde Pilrûhm y la
república necesitaba hombres del Vacío para apoyar a la insurgencia del Protectorado
cortando las líneas de suministro de Corus. Una empresa noble, no exenta de riquezas, en
la que un hombre audaz podía labrarse un honroso porvenir. Melusen se embarco en tan
disparatada tarea, llevándose a la mayoría de sus hombres gracias a su magnetismo
personal. Así nacieron los Targs de Melusen, que llevaron acabo multitud de hazañas
contra la flota mercante corusiana. Su navío, el Espolón del Targ, fue temido en toda la
costa Levante. Durante esta época dorada Melusen se empapó del código de caballería
propio en sus patrones, convirtiéndose en el ideal cortés y bienintencionado que tantas
novelas de aventuras ha llenado.
No obstante aquello no podía durar para siempre. Finalmente los
rebeldes de Interiver fueron aplastados y la propia República de Pilrûhm vio peligrar su
integridad, viéndose obligada a retirar su apoyo al Protectorado. La vida de los Targs de
Melusen se convirtió más en la rutina de una dotación militar que en el trepidante ir y
venir de los corsarios. Melusen, ya acosado por la edad y con más riquezas de las que
necesitaba, vio flaquear su ánimo y la atemperadora influencia sobre sus hombres
declinó. Pronto su segundo de a bordo, Rolan Mediaoreja, un mediano que estaba con él
desde sus años en Puntavacío, le pidió atacar un navío comerciante ôsiano que iba con
destino al Protectorado de Agrapûr. Melusen se negó, pero percibió la decepción de sus
tripulantes.
Queriendo evitar un motín o verse obligado a hacer algo que su código
personal le impedía llevar a cabo, Melusen se retiró. Negándose a formar parte de una
orden de caballería, a las que consideraba demasiado rígidas, cogió sus pertenencias y
simplemente desapareció. Algunos dicen que volvió a Ôs, donde vive como un acomodado
comerciante de especias. Otros dicen que se retiró a alguna isla perdida y los más
fantasiosos que encontró una de las perdidas ciudadelas voladoras del Emperador y que con
ella surca el Vacío, oculto a la vista de todos por una extraña niebla que siempre le
acompaña. Sea como fuere Rolan Mediaoreja tomo el mando de los Targs, aunque conservando
por respeto el nombre de su antiguo patrón. Rolan ha introducido cambios notables entre
los Targs de Melusen. Ahora el número de medianos en la tripulación ha aumentado y, a
pesar de las reticencias de la tripulación, ha instalado dos palos gemelos bajo el casco
del barco para aumentar su velamen, al estilo de los barcos piratas de Puntavacio. Ahora
no tienen reparos en atacar cualquier navío, aunque ignora los barcos de Pilrûhm como
muestra de respeto a sus antiguos patrones. Su base principal sigue estando en esta
república, aunque de vez en cuando se dejan caer por Puntavacio donde llevan a cabo sus
celebraciones más desenfrenadas. Es precisamente en este puerto donde está
apadrinando otro barco, el Hiende Nubes, un navío mediano de muy dudosa
reputación. La idea de Rolan es usar a este barco para los trabajos más sucios de los
Targs, sin que la reputación del Espolón, y por tanto de Melusen, se vea salpicada.
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