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EL ALMACÉN

EL GIRODISCO GNÓMICO

Desde que el primer aeronavío surco el Vacío a los eriloitas les ha preocupado una cuestión: como orientarse en un mundo sin ningún elemento de referencia. Los primeros navegantes realizaban su travesías costeando tierra firme, usando su memoria y buen juicio para hacerse una idea de por donde iban. Pero a menudo la navegación costera era peligrosa. Piratas, dast y, según las leyendas, enormes monstruos voladores acechaban en las cercanías, amén de que una fuerte tormenta podía arrojar el navío a la costa. Por si fuera poco muchas rutas eran más sencillas de recorrer a Vacío abierto, ahorrando tiempo y, por tanto, dinero.

No esta claro como se resolvieron estos problemas en el pasado. Algunos dicen que entonces la gente se guiaba por las estrellas y el sol y que con eso era suficiente. Otros que poseían un conocimiento ahora perdido y unos pocos, los más fantasiosos, que usaban ingenios mágicos.

Muchos anales se perdieron durante la Guerra de los Portales y es difícil responder a esa pregunta. No obstante, acudiendo a escritos recientes, de la época de Eric Samoeno, vemos que la flota imperial usaba la navegación costera y la observación de las estrellas. También empleaban un artilugio de originario de la República de Cuivien, el sextante, pero de ese ingenio ya hablaremos en otra ocasión. En cualquier caso todos estos sistemas eran inútiles en un día nublado, en los que no se podía observar ni el sol ni las estrellas. Tenemos que avanzar aún más en la historia, hasta el 1443, año en el que un ingeniero naval gnomo, Absul Muey, observa a un grupo de niños jugando con una peonza. Antes de contar los detalles del descubrimiento debemos primero pararnos en tratar de entender la situación que se vivía en la Tierra de los Gnomos. Hacía relativamente poco tiempo que los gnomos habían conseguido sacudirse los últimos vestigios de la dominación del Imperio de Osterreid. Eran una nación boyante, deseosa de abandonar el aislamiento al que se veían confiados en su isla y ansiosos por navegar a través del Vacío. Sin embargo desde la isla no se veía costa alguna, por lo que cualquier navío que quisiese entrar o salir de ella debía gozar o bien de la pericia de un navegante experto (cosa de la que los gnomos carecían) o bien de algún artilugio que les permitiese orientarse en medio de la nada.

Volvamos ahora a nuestro inventor, Absul Muey y sigamos con sus ojos el juego de los niños. Uno de los trucos más difíciles consistía en colocarse una peonza en la mano y seguir bailándola mientras se inclina la mano en varias direcciones. Absul observó como, a pesar de los movimientos de la mano, la peonza seguía apuntando siempre en la misma dirección, hacía arriba. Rápidamente pensó que si podía reproducir ese efecto en un eje que apuntase siempre al Este, a donde salía el sol, tendría aquello que necesitaba su raza.

Tras esta inspiración el gremio de ingenieros y carpinteros navales se dedicó en cuerpo y alma a intentar hacer realizad la visión de Muey. Muchos abandonaron el proyecto y solo unos pocos siguieron con él, hasta que, tras tres años de investigaciones, Absul, y sus colegas Marlya Nulm y Phenus Vyrn consiguieron fabricar el primer ‘disco de dirección fija’, más comúnmente conocido como girodisco o giroscopio.

El girodisco es un mecanismo bastante complejo y la explicación de su funcionamiento llenaría páginas y páginas de pergamino. Baste decir que el girodisco consiste en un disco de metal que gira en el plano horizontal mientras sus puntas están enganchadas a un grupo de circunferencias de metal que aseguran que pueda girar libremente. El conjunto se halla protegido en una caja de metal de la que sale un vástago unido al eje del disco. Dentro de este vástago hay un sistema de correas que unen el eje con pequeño molinillo de viento en la parte superior. La acción del viento sobre este molinillo genera el movimiento que mantiene el disco en giro constante. El molinillo también tiene una aguja que indica la dirección en la que está señalando el eje. Obviamente el ingenio tiene una multitud de sistemas auxiliares que ayudan a compensar los efectos de los cabeceos del navío, de la fuerza del viento y otras perturbaciones que podrían desalinear el disco. El girodisco normalmente se ubica en el castillo de popa, al lado del timón de gobierno. Cuando se desata una tormenta se cubre con una capucha que reduce la velocidad del viento para que este no dañe el molinillo. El procedimiento normal de uso exige una calibración constante, usualmente cada mañana al salir el sol. También cuenta con un sistema auxiliar para suministrarle manualmente el movimiento necesario para que el disco siga girando, pero no se suele emplear ya que desalinea el eje. Los capitanes previsores emplean este sistema justo antes del calibrado. De todas formas un girodisco puede estar funcionando sin aporte externo de movimiento hasta una hora, pasada la cual el disco pierde su inercia y se frena.

El girodisco no es preciso al 100%, pero tiene la suficiente efectividad como para permitir a los gnomos la navegación segura desde y hacia su isla. Este invento está considerado un secreto militar y por tanto no puede ser comprado. En el mercado negro podría alcanzar un valor de hasta 10.000 po, pero debido a lo delicado de su construcción exige un mantenimiento constante. Uno robado no duraría más de tres meses sin estropearse, y eso suponiendo que el usuario estuviese bien instruido en su uso. No obstante todo parece indicar que tras la guerra con el Emperador ha habido filtraciones y algunos barcos de Cuivien y, según se rumorea, de Ôs, tienen sus propios giradiscos, aunque esto se intenta mantener también en secreto.

A efectos de juego un girodisco, combinado con una carta de navegación decente, otorga un modificador de capacidad de +5 a las tiradas de Intuir la Dirección (Supervivencia o Saber (naturaleza) para la 3.5) cuando se intenta fijar el rumbo de un navío. Este modificador se apila con otros instrumentos que ayuden a la navegación, como un sextante o una corredera, pero no con aquellos que provengan de sistemas que permitan saber la dirección de avance, como brújulas mágicas o conjuros similares.

 

 
 

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