Autor: Sergio Jurado
Las Nintulãtum («señoras de las mandíbulas») habitan en el lejano oriente si bien, ocasionalmente, algunas manadas de estas criaturas cruzan las montañas y llegan hasta Akkad. Se trata de una bestia híbrida, del tamaño de un asno, con cabeza de caballo, ojos que cambian de color a cada instante, cuello y patas delanteras de león, cuartos traseros de ciervo y una cerviz tremendamente fuerte. Sin embargo, sin duda su característica más llamativa y la que les otorga su nombre son sus desmesuradas fauces, la cuales van desde una oreja hasta la otra y que carecen de piezas dentales individuales: solo tiene un único, fuerte e irrompible hueso que corre de lado a lado. Se dice que jamás cierran los ojos, así como que les resulta del todo imposible girar el cuello y mirar hacia atrás pero nada de esto ha podido ser comprobado. Hasta el momento, todas las Nintulãtum abatidas o capturadas eran hembras y algunos sabios piensan que, o bien algunos individuos cambian de sexo durante el celo para reproducirse o las hembras son capaces de preñarse sin la participación de un macho.
En Akkad son odiadas ya que devoran el ganado y sienten especial debilidad por la carne humana. Son feroces enemigas de los perros, a los cuales atacan pese a que jamás se alimentan de ellos. A tal punto llega su animadversión que una nintulatum siempre intentará matarlos mientras eso no implique un riesgo suicida. Algunos pastores afirman haber visto cómo, cuando las Nintulãtum caían sobre los fieros y fuertes canes que protegen sus rebaños, éstos se quedaban mudos y quietos mientras eran despedazados vivos.
Se sabe que son capaces de imitar el sonido de la voz humana. Incluso se cuenta que, en ocasiones, atraen la atención de sus presas con gritos de socorro, fingiendo ser un animal o una persona en peligro. Algunas de las historias más espeluznantes aseguran que son capaces de llamar a sus víctimas por su nombre, engañándolas para que se internen entre los matorrales, donde les espera la manada; solo los dioses saben cuántos niños son devorados cada año gracias a esta cruel artimaña. Cuando escasea la caza también se alimentan de carroña y se sabe que, a veces, han intentado robar el cuerpo de un difunto reciente para alimentarse, lo que por sí solo ya basta para granjearles la aversión de cualquier awilu. Las Nintulãtum y los galla (ver pág. 310 de La Puerta de Ishtar) ocupan el mismo «nicho ecológico», por lo que en los lugares donde haya unos no será probable encontrar a los otros. En ocasiones ambas criaturas se enfrentan por reclamar un territorio concreto, lo que sin duda constituye el único rasgo positivo de su existencia.
En la región oriental de Akkad las Nintulãtum son temidas hasta el punto de que, en algunos lugares, la mera sospecha de su presencia en la zona provoca que se organicen partidas de cazadores para ir en su busca. Nur-Akhum, el Rey Brujo de Eshnunna, ofrece una bolsa de oro por cada oreja de nintulatum que se entregue a sus oficiales. En cualquier caso, debido a la extraordinaria astucia de estas odiosas criaturas la persecución de una jauría es una tarea que no debe emprenderse a la ligera; resulta frecuente que la partida de cazadores regrese con las manos vacías, que no todos los aguerridos cazadores regresen o que, a veces, no regrese ninguno.
Algunos alquimistas aseguran que los multicolores ojos de las Nintulãtum son gemas que, extraídas y colocadas bajo la lengua, conceden visiones del futuro y otros extraordinarios poderes oraculares.