Juana y Tor conversan privadamente en un rincón del motel. El trio aioll que lo regenta parece muy sorprendido de lo ocurrido, pero Genweb y Arles no le quitan ojo de encima. La mujer humana se muestra desagradable, más de lo habitual, pero los aioll tienen más miedo de la silenciosa y taciturna mirada del piloto exo. No saben que son exos, pero intuyen que esa gente está acostumbrada a matar y que no se han creído sus patéticas mentiras.
—Los NheTi:Narä han infectado a esta gente. De ahí el miedo que percibo en la mente de todo el mundo —explica Tor a su oficial—. Todos creen que serán los siguientes en desaparecer o en ser transformado.
—Pensaba que los NTN sólo podían atacar a un tipo concreto de receptores.
—Quizás nuestros amigos aioll —responde meneando la cabeza hacia los hoteleros— les han enseñado a superar esas barreras genéticas.
—¿Serían tan estúpidos?
—Las manipulaciones de las criaturas del espacio son típicas de los aioll.
—¿Será algo local o planetario?
—Me temo que es planetario o más allá. En este pueblo no hay industria estratégica y el espaciopuerto es sólo una explanada de hormigón con un depósito de hidrógeno para repostajes. No tendría ningún sentido que los NTN ocuparan este pueblo, salvo que hayan ocupado el planeta.
Juana no dice nada más. Mira a su grupo, mira a los aioll y mira al exterior donde grupos de curiosos empiezan a reunirse con las primeras horas de la mañana. El viento levanta pequeñas nubes de polvo y la deja sobre las descuidadas calles y, a lo lejos, hace tañer una campaña, quizá un recuerdo de la vieja era colonial. Va a ser difícil escapar de ahí sin hacer algo de limpieza previa…