Autor: Roberta Alia
«El río limpia, la piedra lava»
Refrán chino (posiblemente falso)
Wang cuenta que llegó a la ciudad de Cunia a finales del siglo pasado y que nació en Hong Kong cuando la guerra de Corea empezaba a dar sus primeros coletazos. Salió de su ciudad natal cuando los británicos devolvieron la colonia a los chinos. Demasiados favores a los viejos amos y muchas cuestiones no resueltas con los nuevos. Wang es un nacionalista chino cuya ubicación natural hubiera sido Taiwán, pero el destino le hizo nacer en otro sitio que pronto pasaría a estar bajo el control de la corrupción y el gobierno comunista chino. Siempre dice que Cunia es el Hong Kong del Mediterráneo y que era lógico que acabara en esta ciudad. Posiblemente, su historia no sea del todo cierta, pero Wang la vive con cierta pasión y su lavandería está decorada con enormes fotos de la ciudad china.
Además, Wang ofrece un servicio de recogida y entrega en el domicilio. Tiene una furgoneta, pintada con un dragón en los laterales, con la que recorre toda la ciudad. Normalmente la conducen sus dos hijos varones, mientras que su hija y un joven aprendiz que nadie sabe muy bien de donde viene, se quedan en la lavandería con él. Wang dice que su apellido significa «señor» y que mucha gente lo traduce como rey o soberano, pero que es un error. Wang hace referencia al señor de todas las criaturas, al dragón, por eso el emblema de su comercio es un dragón. No es un dragón chino (de esos que no tienen alas ni patas), sino un dragón más europeo. Si le preguntan por ello, se encogerá de hombros y dirá: problemas con el idioma, pero no añadirá ninguna explicación más.
Lo que la realidad esconde
La ropa de marca manchada por patosos e histéricos adinerados no da suficiente dinero para vivir. Es un buen negocio, sobre todo si eres tan bueno en él como Wang, pero no da dinero para Vivir (así con mayúscula). Wang es un capitalista al viejo estilo, le gusta tener dinero, comprar cosas caras y disfrutarlas. Por ello, su lavandería es algo más. Wang es lo que podríamos llamar un «conseguidor«. ¿Te apetecen unas fresas con nata a las cuatro de la mañana? Wang te las consigue y te las lleva hasta tu casa. Las fresas estarán en el punto justo de maduración, la nata estará recién batida y el precio de capricho será caro. ¿Necesitas unas entradas para la ópera que llevan meses agotadas? Wang te las consigue sin problemas. ¿Necesitas un pasaporte para un amigo que ha perdido el suyo? Sin problemas de nuevo. ¿Necesitas una muestra de un fármaco que aún no se ha comercializado para tu padre enfermo? Wang es tu suministrador.
Wang puede conseguir todas estas cosas porque tiene muchos contactos, muchas personas que le deben favores o a los que ha conseguido cosas en alguna ocasión. Cuando le pides a Wang que te consiga algo, implícitamente le estás diciendo que, en el futuro, le devolverás el favor (sí, Wang te cobró por conseguirlo y te pagará por el favor que le hagas). Sólo hay dos límites que él mismo se ha impuesto: nunca consigue personas ni armas de fuego. Como él mismo dice: «ese es un puente corto sobre un río ancho«.